LA VOLUNTAD DE DIOS
No, hijo mío, Yo no puedo errar. Os habéis dado tal modelo de vida que contrasta con mi doctrina y con mis ejemplos.
Yo soy el Camino. El que quiera venir detrás de Mi, obispos, sacerdotes, fieles, deben seguirme. En un anterior mensaje "El camino" se dice claramente: "Yo he iniciado con la humildad, con la pobreza, con la obediencia a mi Padre, "usque ad mortem"
"Yo me he adaptado a la divina voluntad del Padre, pero ¿quien trata hoy de cumplir la voluntad de Dios? Ni siquiera se trata de conocerla.
¿Cómo pues deben ser mis pastores, mis sacerdotes y mis fieles? ¿Pero hay algo más limpio y más claro en mi Evangelio? Sin embargo no ven, oscurecidos por la soberbia o por una y la otra de las dos concupiscencias.
Vengo a la luz de esta vida terrena; mis Ángeles no van a comunicarlo a los poderosos y a los ricos de la tierra, sino a los pastores, gente humilde y casta, gente justa y honesta. Los pastores vienen a ofrecerme su saludo, a darme su amor.
Nacido en acto de infinita humildad, alrededor mío he querido a los simples, a los humildes y a los puros de corazón. Así quiero a mis obispos, a mis sacerdotes, a mis fieles, y así serán en la Iglesia purificada.
Mi Padre me ha dado a José como Padre legal, el hombre justo. ¿Qué quiere decir hombre justo? Hombre santo que practica la justicia, hombre humilde, hombre puro.
Pero si los obispos y mis sacerdotes quisieran reflexionar un poco, deberían entender claramente lo que Dios quiere de ellos.
Simplicidad y pureza
No hablo de mi Madre, Reina de todas las virtudes, de mi Madre que única entre todas las mujeres, y bendita entre todas, fue hecha partícipe (en el modo precisado en mensajes anteriores) de mi Sacerdocio. Ella es por tanto modelo de todas las virtudes para obispos y sacerdotes.
¡Como fue mi Madre, así deberían ser todos mis obispos y mis sacerdotes! Basta meditar para aprender.
Entre mis Apóstoles hubo uno particularmente predilecto, Juan. Tuvo las confidencias de mi Corazón misericordioso. La humildad, la simplicidad y la pureza de Juan raptaron mi Corazón. Entre mis apóstoles otro de corazón soberbio y de espíritu impuro, a pesar de mi Misericordia acabó desesperado en el Infierno. No quiso acoger los impulsos de mi amor y de mi misericordia sino que escuchó la voz insidiosa de las más torpes pasiones.
Y luego, ¿quiénes fueron los santos? Fueron mis verdaderos amigos.
Podría continuar citando mis enseñanzas con relación a esto, para traer a tu memoria hechos y ejemplos pero considero esto suficiente.
Te bendigo, hijo mío. Ofréceme tus sufrimientos para unirlos a los míos para que se haga luz en el espíritu de quien vive en las tinieblas.
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