Cada vez son más los seminaristas que piden recibir las órdenes sagradas vestidos con hábito talar, la forma de vestir “especialmente oportuna” para los sacerdotes, según Benedicto XVI.
Aunque el Código de Derecho Canónico, sobre las vestiduras de los sacerdotes, es claro en su canon 284: “Los clérigos han de vestir un traje eclesiástico digno, según las normas dadas por la Conferencia Episcopal y las costumbres legítimas del lugar”, Benedicto XVI fue más allá en el directorio sacerdotal:
En una sociedad secularizada y tendencialmente materialista, donde tienden a desaparecer incluso los signos externos de las realidades sagradas y sobrenaturales, se siente particularmente la necesidad de que el presbítero —hombre de Dios, dispensador de Sus misterios— sea reconocible a los ojos de la comunidad, también por el vestido que lleva, como signo inequívoco de su dedicación y de la identidad de quien desempeña un ministerio público[247]. El presbítero debe ser reconocible sobre todo, por su comportamiento, pero también por un modo de vestir, que ponga de manifiesto de modo inmediatamente perceptible por todo fiel, más aún, por todo hombre[248], su identidad y su presencia a Dios y a la Iglesia.
El hábito talar es el signo exterior de una realidad interior: «de hecho, el sacerdote ya no se pertenece a sí mismo, sino que, por el carácter sacramental recibido (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1563 y 1582), es “propiedad” de Dios. Este “ser de Otro” deben poder reconocerlo todos, gracias a un testimonio límpido. […] En el modo de pensar, de hablar, de juzgar los hechos del mundo, de servir y de amar, de relacionarse con las personas, incluso en el hábito, el sacerdote debe sacar fuerza profética de su pertenencia sacramental, de su ser profundo»[249].
Por esta razón, el sacerdote, como el diácono transeúnte, debe[250]:
a) llevar o el hábito talar o «un traje eclesiástico decoroso, según las normas establecidas por la Conferencia Episcopal y según las legitimas costumbres locales»[251]. El traje, cuando es distinto del talar, debe ser diverso de la manera de vestir de los laicos y conforme a la dignidad y sacralidad de su ministerio; la forma y el color deben ser establecidos por la Conferencia Episcopal, siempre en armonía con las disposiciones de derecho universal;
b) por su incoherencia con el espíritu de tal disciplina, las praxis contrarias no se pueden considerar legítimas costumbres[252] y deben ser removidas por la autoridad competente[253].
Exceptuando las situaciones del todo excepcionales, el no usar el traje eclesiástico por parte del clérigo puede manifestar un escaso sentido de la propia identidad de pastor, enteramente dedicado al servicio de la Iglesia[254].
Además, el hábito talar —también en la forma, el color y la dignidad— es especialmente oportuno, porque distingue claramente a los sacerdotes de los laicos y da a entender mejor el carácter sagrado de su ministerio, recordando al mismo presbítero que es siempre y en todo momento sacerdote, ordenado para servir, para enseñar, para guiar y para santificar las almas, principalmente mediante la celebración de los sacramentos y la predicación de la Palabra de Dios. Vestir el hábito clerical sirve asimismo como salvaguardia de la pobreza y la castidad.
Según ha podido saber INFOVATICANA de fuentes de toda solvencia, entres los jóvenes sacerdotes de Madrid ha crecido exponencialmente en los últimos años el uso del hábito talar, lo que comunmente se conoce como sotana.
Desde el Concilio Vaticano II, en la diócesis de Madrid, se perdió el uso de la sotana. Poco a poco, y sobre todo desde el viaje de Juan Pablo II a Madrid en los 80, se fue retomando el uso de la vestimenta clerical, pero en los últimos años se ha producido un florecimiento del uso de la sotana.
Sin ir más lejos, en la próxima ordenación diaconal, que va a tener lugar dentro de dos fines de semana, varios de los ordenandos han comunicado a sus formadores que van a optar por vestir con sotana. Otros optarán por llevar clergyman negro y los menos vestirán camisa gris con alzacuellos.
FUENTE: hinfovaticana.com/
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