para continuar en la tierra la obra divina de salvar a las almas,
protege a tus sacerdotes en el refugio de tu Sagrado Corazón.
Guarda sin mancha sus manos consagradas,
que a diario tocan tu Sagrado Cuerpo,
y conserva puros sus labios teñidos con tu Preciosa Sangre.
Haz que se preserven puros sus corazones,
marcados con el sello sublime del sacerdocio,
y no permitas que el espíritu del mundo los contamine.
Aumenta el número de tus apóstoles,
y que tu santo amor los proteja de todo peligro.
Bendice sus trabajos y fatigas y que, como fruto de su apostolado,
obtengan la salvación de muchas almas
que sean su consuelo aquí en la tierra
y su corona eterna en el Cielo. Amén
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