Parte 8
Por el Padre Arnold Renz
El infierno es más terrible de lo que se cree.
J: ¡Oh esa terrible desesperación! ¡Vosotros no sabéis en absoluto lo cruel que es el infierno! ¡Vosotros no sabéis en absoluto lo horrible que es ahí abajo! ¡No sabéis lo que es eso!
E: Es tu propia culpa. ¡Vete, Judas Iscariote en nombre de...!
J: (Grita y se lamenta): ¡Tengo un rincón horroroso! Ahí abajo tengo un rincón horroroso. ¡Oh... oh! ¡Decid a todos que tengo un rincón horroroso!... ¡Es horrible!... ¡Por el amor del Cielo, haced todo lo que podáis para llegar al Cielo, aunque tengáis que ser torturados durante mil años, con los instrumentos de suplicio (grita). Escuchadme, tengo que decir aún esto: Aunque tengáis que pasar mil años con los instrumentos de suplicio, ¡resistid, resistid!... ¡El infierno es horrible, es horrible! ¡Nadie sabe lo horrible que es el infierno! ¡Es mucho peor de lo que podéis creer!... ¡Es terrible, es terrible! (todas estas palabras las pronuncia Judas con una voz estremecedora, a golpes, lastimada, de una desesperación inexpresables).
E: ¿Has dicho ahora todo, en nombre de Jesús?
J: Tengo que decir, aunque preferiría no decirlo: hay tanta gente que no cree en el infierno... pero.. pero... (amenazador)... ¡Está ahí! ¡Hay un infierno y es horrible!
E: Si, hay un infierno. ¡Di solamente la verdad en nombre de...!
J: ¡Oh... el infierno está ahí! ¡Es terrible! Será preciso que me tenga que ir pronto, pero tengo que decir aún esto (aúlla y gime como un animal).
E: ¡Pero ahora es necesario que te vayas en nombre de...! ¡Sal de esta mujer!
J: ¡El infierno es mucho más terrible de lo que se piensa!... ¡El infierno es mucho más terrible de lo que se piensa! (grita ensordecedoramente)
E: ¡Habla en nombre de...!
J: (Gime y aúlla) ¡Oh!... ¡Si pudiera volver...! ¡Si pudiera volver! ¡Oh! ¡Oh! (grita inexpresablemente)
E: ¡Sal de ella, sal de ella, en nombre de...!
J: ¡Oh! ¡No quisiera ir allí abajo! ¡Tened misericordia...! ¡Dejadme aún en esta mujer!
E: ¡No, no! ¡En nombre de... vete!
J: (Suspira). Estaba mejor en ella. Ella estaba obligada a soportar una gran parte de mi desesperación. Dejadme aún en esta mujer... Es terrible para mí.. Es terrible para mí en el infierno (suspira y se queja). ¡Oh, dejadme todavía en esta mujer!
E: ¡No, no! ¡En nombre de...!
J: Sin embargo, todavía me puede soportar (con una inmensa desesperación). Todavía podría tenerme.
E: ¡Sal de ella, en nombre de...!
J: ¿Qué creéis?... ¡Allí abajo es todo mucho mas horrible! ¡Allí abajo es todo mucho más horrible! ¡Oh, Oh! (grita). Pero decid esto... decid esto a toda la juventud, a todos los heréticos, absolutamente a todos: ¡existe un infierno! (Con una voz penetrante, que hace estremecer) ¡Oh! (grita). Es execrablemente terrible...¡Oh! ¡Es execrablemente terrible! Si hubiera escuchado a la Santa Virgen y no me hubiese pasado la cuerda alrededor del cuello. ¡Si hubiese tenido esperanza, si hubiese tenido esperanza! (con una voz desesperada)... Pero eso lo dicen todos, todos los hombres condenados, todos dicen lo mismo cuando vienen a nosotros. Pero entonces es demasiado tarde..No lo creen hasta que es demasiado tarde.
E: ¡Tienes que irte en nombre de la Santísima Trinidad, en nombre de todos los santos Angeles y Arcángeles y del santo Arcángel Miguel.
J: Y Miguel es horrible para nosotros. Miguel es terrible (aúlla rencorosamente).
E: ¡Vete en nombre del santo Párroco Vianney, en nombre de todos los santos exorcistas y en nombre de la Iglesia Católica!
J: (Grita) ¡Ju-das Is-ca-ri-o-te! ¡Es necesario que me vaya! (Con un rugido terrible).
E: ¡Ahora tienes que irte, Judas Iscariote, en nombre de la Trinidad, es necesario que te vayas al infierno para toda la eternidad, que vuelvas a la condenación!
J: ¡Vienen, vienen! (Gime y llora desesperadamente). ¡Ya están aquí!... ¡Adiós! ¡adiós, hombres felices... felices! ¡Me voy... porque me obligan... porque me obligan! (Grita y llora conmovedoramente)
E: ¡Nosotros te ordenamos en nombre de la Santísima Trinidad, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, amén. En nombre del Arcángel San Miguel, vete ahora! ¡Grita tu nombre y vete al infierno!
J: (ruge de desesperación como un león): ¡Yo... yo me voy...! ¡Ju-das Is-ca-ri-o-te!
E: ¡Sal ahora y vete al infierno, en nombre del Arcángel San Miguel y en nombre de la Santísima Virgen... en nombre de...!
(Emite continuamente gritos penetrantes, estremecedores de desesperación).
Repentinamente señala con el dedo hacia arriba y dice:
"Ella me concede aún un corto aplazamiento. Su misión (la de la poseída) no se ha cumplido todavía"
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