DÍAS DE TREGUA
Del 14 de febrero al 3 de Marzo de 1922
"Si tú tienes hambre de recibirme, Yo también tengo hambre de que me reciban mis almas. ¡Es tanto el consuelo que encuentro entrando en su corazón!"
"No creas que te amo más ahora que te consuelo, que antes, cuando te hacía sufrir. No puedo dejarte sin sufrimiento, pero tu alma ha de conservar la paz aun en medio de estos dolores".
"¡Pobre Josefa! ¿Qué harías si no tuvieses mi Corazón? Pero, no temas; cuantas más miserias encuentro en ti, con más ternura te amo".
"No temas, échate en mi Corazón, déjate guiar y esto basta"
"Aquí traigo a mis almas para que se purifiquen y se abrasen. Aquí encuentran la verdadera paz y Yo espero encontrar en ellas el verdadero consuelo".
"Ama, Josefa; el amor consuela, el amor humilla, el amor lo hace todo. En estos días que tanto se me ofende, quiero que seas mí Cireneo: me ayudarás a llevar la cruz. Es la cruz del amor... La cruz del amor a las almas. Tú me consolarás y los dos sufriremos por ellas".
"Mira- añadió- cómo ofenden y ultrajan a Jesús los mundanos. No desperdicies la menor ocasión de reparar y ofrécelo todo por las almas. Sufre con gran amor".
"Consuélame, Josefa, porque las almas me crucifican de nuevo. Mi Corazón es un abismo de dolor. Los pecadores me pisotean y me desprecian. Nada hay para ellos menos digno del amor que su Creador".
Se quedo unos instantes en silencio, con las manos juntas. Estaba muy triste, pero muy hermoso. Sus ojos hablaban mas que sus labios. Después me dijo:
"Muchas almas corren a su perdición y mi Sangre es inútil para ellas. Pero las almas que aman se inmolan y se consumen como víctimas de reparación, atraen la misericordia de Dios. Esto es lo que salva al mundo".
"Durante la Misa de las nueve, ha venido Jesús mostrando su Corazón, hermosísimo; muy encendido, parecía el sol".
"Este Corazón es el que da vida a las almas. El fuego de su amor es más fuerte que la indiferencia y la ingratitud de los hombres. Este Corazón es el que da impulso a las almas escogidas, para consumirse y morir, si es preciso, para probarme su amor".
Por la tarde, a eso de las tres , volvió otra vez y me dijo:
"Vengo a refugiarme aquí porque lo que lo que son las murallas para una ciudad eso son las almas fieles para mi Corazón. Me defienden y me consuelan. El mundo corre a su perdición. Busco almas que reparen tantas ofensas, pues mi Corazón se consume en deseos de perdonar. Sí... perdonar a mis amados hijos por los cuales derramé toda mi Sangre... ¡Pobres almas! ¡Cuántas se pierden! Cómo se precipitan en el infierno...! Pero no temas; si no te apartas de Mí, serás fuerte con mi misma fortaleza y mi poder será tu poder".
Por la tarde, durante la Reserva, que clausura las Cuarenta Horas, Jesús se le aparece de nuevo, circundado de resplandores que brotan de su Corazón.
"Un grupito de almas fieles alcanza misericordia para un gran número de pecadores-dijo-. Mi Corazón no puede permanecer insensible a tantas súplicas... Buscaba quien me consolara y lo encontré".
"Pide perdón por los pecados del mundo. ¡Cuántos pecadores!... ¡Cuántas almas perdidas! Y almas que me conocen... que me amaron un día, pero hoy prefieren el goce y el placer. ¿Por qué así me maltratan? ¿No les he dado pruebas bastantes de mi amor? Y ellas correspondieron, pero ahora me ponen debajo de sus pies... se burlan de Mí... Mis designios sobre ellas se frustran... ¿Dónde hallaré consuelo?"
"Recoge la Sangre que derramé en mi Pasión. Pide perdón por el mundo entero, por estas almas que conociéndome me ofenden... Y ofrécete para expiar tantos pecados".
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