DE SAN ALBERTO HURTADO
Creerse indispensable a Dios. No orar bastante. Perder el contacto con Dios.
Examen de Conciencia
Los pecados de un hombre de acción (Por San Alberto Hurtado, S.I.)
Para un examen de conciencia
- Creerse indispensable a Dios. No orar bastante. Perder el contacto con Dios.
- Andar demasiado deprisa. Querer ir más rápido que Dios.
- Pactar, aunque sea ligeramente, con el mal para tener éxito: hacer pequeñas trampas, exagerar o mentir, no jugar limpio, apartarse en la práctica de sus principios.
- No darse del todo. Reservarse para no cansarse, para no arriesgar por miedo a fracasar, para no quedar mal.
- Preferir lo que hago yo a lo que quiere la Iglesia.
- Estimarse en más que la obra que hay que realizar, o buscarse a sí mismo en la acción. Trabajar para sí mismo. Buscar su propia gloria.
- Enorgullecerse. Dejarse abatir por el fracaso, nublarse ante las dificultades.
- Emprender demasiado. Ceder a sus impulsos naturales, a sus prisas inconsideradas u orgullosas. No controlarse.
- Trabajar por hacer triunfar nuestras ideas o nuestros proyectos, y no por amor a Dios y a las personas.
- Ser interesado, hacer del apostolado un negocio, aunque sea espiritual.
- No esforzarse por tener una visión lo más amplia posible. No retroceder para poder ver el conjunto.
- No tener en cuenta el contexto de los problemas.
- Trabajar sin método. Improvisar por principio. No prevenir. No acabar las cosas.
- Racionalizar con exceso: criterios sociológicos, económicos, psicológicos, políticos… criterios mundanos.
- Ser titubeante o pusilánime, ahogarse en los detalles.
- Querer siempre tener razón. Mandarlo todo. Volverse maniático de cosas a las que da demasiada importancia.
- No ser disciplinado. Evadirse de las tareas pequeñas.
- Sacrificar a otro por mis planes. Ir perdiendo amigos y colaboradores por vivir para el trabajo, o por haberlos utilizado en alguna ocasión.
- No respetar a los demás; no dejarles iniciativas; no darles responsabilidades.
- Ser duro con los compañeros y con los superiores. Despreciar a los pequeños, a los humildes y a los menos dotados. No ser agradecido.
- Ser sectario. No ser acogedor. No amar a sus enemigos.
- Tomar a todo el que me lleva la contraria como si fuese mi enemigo. No aceptar los contratiempos. Ser demoledor en las críticas y los comentarios.
- Estar habitualmente triste o de mal humor. Dejarse ahogar por las preocupaciones o por el dinero.
- No dormir bastante, ni comer lo suficiente. No cuidar la salud.
- Dejarse seducir por compensaciones sentimentales, pereza, ensueños. No cortar el trabajo con períodos de retiro y de calma.
- Ir dejando que pasen así sus días, sus semanas, sus años…
FUENTE: padrepatricio.com
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