FRASES PARA SACERDOTES

"TODO LO QUE EL SACERDOTE VISTE, TIENE UNA BATALLA ESPIRITUAL". De: Marino Restrepo.

Una misa de campaña en medio de las bombas


Al césar lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Así como este Santo sacerdote quiero decir que primero sirvamos a Dios y después, a los hombres.

"A MIS SACERDOTES" DE CONCEPCIÓN CABRERA DE ARMIDA. CAP. LXXXVIII: AMAR EN ESPÍRITU Y EN VERDAD


Mensajes de Nuestro Señor 

Jesucristo a sus hijos predilectos.








LXXXVIII


Amar en Espíritu en Verdad








Y las almas, al ver los ejemplos de mis sacerdotes santos, sus virtudes, su caridad inagotable como la Mía, sus obras todas de santidad, más me amarán. Y mis sacerdotes lograrán que se conviertan y santifiquen; y con esto más glorificarán a la Trinidad, se les hará transparente el velo que oculta a la Divinidad, conocerán más hondamente al Padre, lo glorificarán en todas sus acciones y crecerá su amor filial a la adorable voluntad del Padre celestial, siempre amorosa y justa.

Entonces mi Padre será honrado, será amado, será glorificado en espíritu y en verdad; porque los sacerdotes santos transformados en Mí comunicarán a las almas el espíritu de Verdad del que estarán llenos, y entonces -¡oh ilusión del Dios-Hombre!- los sacerdotes y las almas amaran al Padre en el Espíritu de amor con que Él mismo se ama y con la Verdad, que soy Yo, unida a ese mismo Espíritu Santo.

Ésta será la manera perfecta de amar al Padre en espíritu y en verdad; en espíritu, con mi mismo Espíritu, el Espíritu Santo que me anima; y en verdad, en el espíritu, con mi mismo Espíritu, el Espíritu Santo que me anima; y en verdad, con la Verdad que soy Yo, el Verbo Sabiduría, el Verbo Luz, el Verbo Palabra, el Verbo Vida, engendrado por el Padre en el árbol santo del amor, que es el seno del Padre, árbol eternamente fecundo, en donde se produce toda vida, toda luz y de donde procede todo espíritu, toda verdad, todo el conjunto unida, en el cielo y en la tierra.

Así se ama al Padre en espíritu y en verdad; así se le ama en sí mismo, en la unidad que unifica a las Personas divinas, en la unidad de la divina sustancia; así se le ama por el Espíritu Santo y con el Espíritu Santo y su Verbo; así se le ama en Él y por Él, unificando todos los afectos, espiritualizados con el Amor. Se ama a Dios como Dios se ama, es decir, con el amor perfecto, con la perfección y consumación del amor, en la unidad del infinito y eterno amor.

!Oh, y los hombres y muchos de mis sacerdotes no me aman ni me han amado, ni sabrán amarme así, y quiero que me amen en espiritu y en verdad! Pero es porque no han ahondado en el amor perfecto y verdadero; les ha faltado luz, porque no la han buscado, porque no la han pedido al que es Luz de Luz, al Padre de las luces; les ha faltado el amor al Espíritu Santo, hondo, apremiante, ardoroso, suplicante. Porque ese Santo Espíritu es el único que sabe amar al Padre en Espíritu, amarlo con un solo amor en su eterna unidad, porque Él mismo es el Amor que une, que vibra eternamente en suavísimo concierto, en el fondo sin fondo de la Trinidad.

El Espíritu Santo es el que santifica el amor humano, el que lo purifica de toda escoria, el que convierte ese amor en divino; porque sólo Él sabe divinizar todo el ser de la criatura, sus sentimientos, sus latidos, sus tendencias, sus aspiraciones, espiritualizando su amor. Pero todo esto lo opera el Espíritu Santo en la transformación en Mí.

Y para que los sacerdotes todos amen al Padre en Espírutu, tienen que transformarse por el Espíritu Santo y divinizarse en Él, por el Amor, dejándose guiar de Él, correspondiendo fidelísimamente a sus inspiraciones y movimientos íntimos.

Deben los sacerdotes dejar que el Espíritu sople donde quiera y como Él quiera, en sus almas; arriba y abajo, en el Tabor y en la Cruz. Deben entregársele sin reservas y no permitir, por sus pecados, que ya se vaya, que no lo alejen ni con sus faltas deliberadas que lo velan y lo contristan. De esta manera inflamará el Espíritu Santo sus corazones y hará que amen al Padre con su mismo amor, con sus mismos santos gemidos, con la delicadeza, finura, firmeza y santidad que contiene ese infinito Amor.

También deben amar a mi Padre mis sacerdotes en la verdad, es decir Conmigo, que soy la Verdad; más aún, deben amarlo no sólo Conmigo sino en Mí, en mi unión, con mi luz, con mi misma doctrina, clara, pura, luminosa y santa, como lo amo Yo; con toda verdad sin quitarle una tilde a su amor, consagrándole todo su ser, como Yo, todos sus trabajos, sus anhelos, sus sudores, sus dolores, sus gozos y alegrías en Él y para Él, toda su inteligencia y su corazón y su amor; pero de verdad, sin cortapisas, sin mermas,sin condiciones, donándose al Padre totalmente con cuanto son y tiene, como Yo.

Así, con la claridad de mi doctrina, con la sencillez de mis Evangelios, con la seguridad que da la confianza, con la claridad que da la fe, con el apoyo en la inefable Verdad y Sabiduría que soy Yo, con la absoluta obediencia y amor a la Iglesia en su Cabeza y en sus delegados, que son mi Verdad en la tierra, me darán gloria y amarán realmente en espiritu y en verdad.

Pilato no quiso saber qué era la Verdad; huyó de Mí que soy la Verdad, y por eso no me conoció, ni tuvo luz, ni me amó.

Pero mis sacerdotes, estudiándome, cada vez más, encontrarán en Mí luces inesperadas, comprensiones íntimas, sentimientos jamás experimentados y profundas seguridades apoyadas en una ilimitada confianza en la divina voluntad de mi Padre siempre amorosa.

Entonces sentirán el apoyo inconmovible de la Verdad, la seguridad íntima de su vocación, la radiante luz de la justicia y se les descorrerán los velos que ocultaban campos inexplorados de paz, de caridad y de justicia; pero sobre todo, verán las predilecciones del amor del Padre, y conmovidos ante la clara verdad de su infinita ternura que los eligió y asemejó a su Hijo amado, prorrumpirán en actos intensos de gratitud.

Así se realizará mi gran deseo: el de ver amado a mi Padre con el verdadero amor, con el amor del Espíritu Santo y el Mío, amándolo por fin en espíritu y en verdad, como El debe ser amado.

Y las almas, repito, al ver la transformación de los sacerdotes en Mí, sus obras de santidad y sus ejemplos -por una luz interior del Espíritu Santo- correrán tras el olor de Jesucristo, tras los perfumes de mis virtudes esparcidas por los sacerdotes transformados en Mí. Y convertidas y entusiasmadas, abandonarán lo terreno y lo vano, y se Me entregarán, para glorificar a mi Padre y salvarse".


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