EL SENTIDO DE LA VIDA.
Cuánto quisiera que sacerdotes y fieles, liberados del peso que los oprime y sofoca, reconquistaran el sentido de la vida, convirtiéndose a Mi, a la luz, a la verdadera vida regresando a la casa de mi Padre que los espera y los ama, no obstante su perversión.
Para esto, hijo, te hablo para que tu lleves a mis sacerdotes a conocer las amarguras de mi Corazón misericordioso y la angustia de mi Padre que ve a sus hijos, arrancados de su amor, caminar hacia la ruina y la muerte. Pobres almas, redimidas por Mi, ebrias y cegadas van dando tumbos en la oscuridad.
Ignoran que la vida terrena, don de Dios Creador, está en orden a la vida eterna, ignoran que ella es breve y fugaz, que dura cuanto dura la hierba y la flor del campo que la hoz siega, se agosta y se seca.
¡Pobres hijos míos! Orgullo, vanidad, presunción os han envuelto en la oscuridad tanto que ya ni siquiera se reconocen.
Nada debe descuidarse, hijo, para obtenerles a ellos la gracia de una verdadera conversión porque, una vez más te lo digo, se trata para muchos de conversión.
Se necesita rezar y suplicar oraciones: ofrecer tribulaciones y contrariedades. Los sufrimientos sembrados en la vida de todos, si son aceptados con fe y ofrecidos con generosidad son verdaderamente fermentos de gracia y de misericordia
Pero el tiempo a disposición no es mucho. ¡Ay de no aprovecharlo!
Te bendigo a ti y a las personas unidas a ti en la fe y en el amor fraterno.
Ámame mucho. Tu sabes que Yo te amo.
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