Oh María, Madre de Jesucristo,
Crucificado y Resucitado,
Madre de la Iglesia,
pueblo sacerdotal (1 Pe 2,9),
Madre de los sacerdotes, ministros de tu Hijo:
acoge el humilde ofrecimiento de mí mismo,
para que en mi misión pastoral
pueda anunciar la infinita misericordia
del Sumo y Eterno Sacerdote:
oh “Madre de misericordia”.
Tú que has compartido con tu Hijo,
su «obediencia sacerdotal» (Heb 10,5-7; Lc 1,38),
y has preparado para él un cuerpo (Heb 10,7)
en la unción del Espíritu Santo,
introduce mi vida sacerdotal
en el misterio inefable de tu divina maternidad,
oh “Santa Madre de Dios”.
Dame fuerza en las horas oscuras de la vida,
confórtame en la fatiga de mi ministerio
que tu Jesús me ha confiado,
para que, en comunión Contigo,
pueda llevarlo a cabo con fidelidad y amor,
oh Madre del Eterno Sacerdote,
«Reina de los Apóstoles, Auxilio de los presbíteros» (1).
Tú que has acompañado silenciosamente a Jesús
en su misión de anunciar
el Evangelio de paz a los pobres,
hazme fiel a la grey
que el Buen Pastor me ha confiado.
Haz que yo pueda guiarla siempre
con sentimientos de paciencia, de dulzura
de firmeza y amor,
en la predilección por los enfermos,
por los pequeños, por los pobres,
por los pecadores,
oh “Madre Auxiliadora del Pueblo cristiano”.
A Ti me consagro y confío, oh María,
que, junto a la Cruz de tu Hijo,
has sido hecha partícipe de su obra redentora,
«unida con lazo indisoluble
a la obra de la salvación» (2).
Haz que, en el ejercicio de mi ministerio,
pueda sentir siempre más
«la dimensión espléndida y penetrante
de tu cercanía» (3).
en todo momento de mi vida,
en la oración y en la acción,
en la alegría y en el dolor,
en el cansancio y en el descanso,
oh “Madre de la Confianza”.
Concédeme oh Madre,
que en la celebración de la Eucaristía,
centro y fuente del ministerio sacerdotal,
pueda vivir mi cercanía a Jesús
en tu cercanía materna,
porque «cuando celebramos la Santa Misa
tú estás junto a nosotros»
y nos introduces en el misterio de la ofrenda redentora de tu divino Hijo (4),
oh «Mediadora de las gracias que brotan de esta ofrenda para la Iglesia y para todos los fieles» (5)
oh “Madre del Salvador”.
Oh María: deseo poner mi persona,
mi voluntad de ser santo,
bajo tu protección e inspiración materna
para que Tú me guíes
hacia aquella “conformación con Cristo,
Cabeza y Pastor”
que requiere el ministerio de párroco.
Haz que yo tome conciencia
de que “Tú estás siempre junto a todo sacerdote”,
en su misión de ministro
del Único Mediador Jesucristo:
Oh “Madre de los Sacerdotes”,
“Socorro y Mediadora” (6) de todas las gracias.
Amén
Tomada de la Instrucción “El presbítero, pastor y guía de la comunidad parroquial”,
promulgada por la Congregación para el Clero el 4 de agosto de 2002)
1 Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Presbyterorum Ordinis, n. 18.
2 Conc. Ecum. Vat. II, Const. Sacrosanctum Concilium, n. 103.
3 Juan Pablo II, Carta a los Sacerdotes con ocasión del Jueves Santo de 1979 Novo incipiente (8 de abril de 1979), n. 11: l. c., p. 416.
4 Juan Pablo II, Alocución a los participantes en la Plenaria de la Congregación para el Clero (23 de noviembre de 2001): l. c., p. 217.
5 Juan Pablo II,con ocasión de la memoria litúrgica de la Virgen de Czestochowa: “L’Osservatore Romano”, 26 de agosto de 2001.
6 Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm.Lumen gentium, n. 62
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