La castidad de los sacerdotes y también la de los religiosos. Se trata de la entrega total de uno mismo, es hasta cierto punto una entrega total y un desapego de todo. En particular los religiosos con el voto de obediencia, pobreza y castidad damos todo a Jesús, damos todo a la Iglesia, y aunque esto quizá no tenga mucho sentido para nuestra sociedad de hoy cuando empezamos a hacer oración para discernir y entender experimentamos la cercanía de Dios.
Nos damos cuenta que cuando nos despojamos de las cosas, de nuestras pertenencias, hasta en cierto punto de las personas y las amistades estamos más abiertos y nuestro corazón está libre para poder servir a Dios y a las personas que nos encontramos por el camino.
Nos abre espiritualmente y así podemos centrarnos totalmente en Dios. No en vano se dice de las religiosas que cuando ellas hacen los votos reciben un anillo porque ya son esposas de Cristo, se entregan totalmente a Cristo, como un esposo a su esposa, la esposa a su esposo.
En el caso de los sacerdotes y religiosos no funciona exactamente igual pero si es una entrega de nosotros mismos a la Iglesia, nos libra espiritualmente para estar con Dios y con los demás. Con el tiempo yo como religioso y sacerdote cuánto más descubro que es verdad, que es así en la medida que nos entreguemos, recibimos más de Dios y podemos dar más a los otros. Entonces no es solamente una cuestión de sentido práctico de que así tendremos más sacerdotes, se trata de ser en mi caso, ser sacerdote y de entregarlo todo a la Iglesia, a Dios y a los demás.
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