UN RECORRIDO POR LA VERDADERA HISTORIA Y EL VERDADERO PROPÓSITO DE LA NAVIDAD
El ángel anuncia el nacimiento de Jesús.
Base bíblica: Lucas 1.26-38
Texto para memorizar: I Juan 4.10
“Dios nos amó a nosotros y envió a su Hijo”.
Un día María estaba trabajando en su casa. ¡Había mucho que hacer! Tenía que barrer el piso, pasarles un trapo a los muebles, lavar la ropa, ayudar a preparar la comida... ¡Cuántas cosas tenía que hacer! Pero a María no le molestaba trabajar. Cantaba mientras trabajaba.
Era una joven que amaba mucho a Dios y que le gustaba ayudar a su familia, porque sabía que eso le agradaba al Señor. Quizás pensaba en su novio, José, un joven carpintero con el que se iba a casar muy pronto. O quizás pensaba en la promesa hermosa de Dios de mandar un día a su Hijo al mundo para ayudar a la gente. María sabía que Dios iba a cumplir con su promesa, pero no sabía cuándo lo iba a hacer.
De repente, María se dio cuenta de que no estaba sola. Había delante de ella una persona extraña, vestida de blanco, que brillaba como una luz. María se sentó asustada. La persona era un ángel que se llamaba Gabriel. Dios lo había mandado con un anuncio muy especial.
—¡Te saludo, favorecida de Dios! —dijo el ángel—. El Señor está contigo.
María sabía que eso significaba que ella era una persona especial delante de Dios, pero no entendía por qué el ángel la saludaba así. Jamás había visto antes un ángel y estaba muy asustada. El ángel siguió hablándole.
María sabía que eso significaba que ella era una persona especial delante de Dios, pero no entendía por qué el ángel la saludaba así. Jamás había visto antes un ángel y estaba muy asustada. El ángel siguió hablándole.
—María, no tengas miedo —le dijo—. Has encontrado favor delante de Dios. Pronto vas a tener un hijo y lo vas a llamar Jesús. El será el Salvador del mundo. —¿Cómo puede ser eso? —preguntó María asombrada—. Y el ángel le respondió: —Para Dios no hay nada imposible. María pensó muchas cosas. Le costaba creer lo que le estaba pasando, pero le dijo al ángel: —Que se haga conmigo todo lo que Dios quiere. Con mucha alegría
María y José siguieron con sus planes para casarse. Ahora María tenía otro motivo para cantar mientras trabajaba. Sentía que era una persona muy especial por haber sido elegida para ser la madre de Jesús. —¡Gracias, Señor —dijo—. Gracias por cumplir tu promesa con nosotros y permitirme ser la madre de tu Hijo Jesús.
Los pastores visitan al Niño
Base bíblica: Lucas 2.8-20
Texto para memorizar: Lucas 2.16
“Hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre”.
Era una noche hermosa. Había miles de estrellas brillando en el cielo. Unos pastores, hombres que cuidaban ovejas en el campo, estaban preparándose para pasar la noche afuera con sus animales. Seguramente tenían preparado un fuego para calentarse un poco, ya que la noche era fresca. Algunos de ellos estaban a punto de dormirse porque había sido un largo día de mucho caminar y trabajar con las ovejas.
—¡Qué silencio! —dijo uno de ellos—. No se escucha nada más que el viento. —Y no se ve nada más que las estrellas —dijo otro—. ¡Qué hermoso cielo!
—¡Qué silencio! —dijo uno de ellos—. No se escucha nada más que el viento. —Y no se ve nada más que las estrellas —dijo otro—. ¡Qué hermoso cielo!
De repente una luz muy brillante iluminó todo. ¡Allí delante de los pastores había un ángel! Los pastores nunca habían visto algo así y se asustaron mucho. Se querían esconder, pero no podían.
El ángel les habló diciendo: —No tengan miedo, yo he venido para traerles buenas noticias. Dios los ama mucho y le ha mandado a su Hijo. Ha nacido esta noche y en este momento está en el pueblo de Belén durmiendo en un pesebre.
De repente el cielo se llenó de muchos ángeles. ¡Todos estaban cantando alabanzas a Dios! En su canción decían: —“Gloria a Dios en el cielo, y paz a todos los hombres”.
Jamás se había visto algo así. Y tan pronto como habían aparecido los ángeles así también desaparecieron. La luz brillante que había llenado el cielo se apagó gradualmente y la noche estrellada se volvió como antes. Los pastores se miraban atónitos el uno al otro. Estaban temblando todavía con los efectos de la tremenda escena que habían visto.
—¿Y ahora, qué haremos? —preguntó uno. —Pues vamos a Belén —dijo otro— para ver esto tan maravilloso que ha ocurrido. —Sí, vamos —dijeron los demás—.
Apurados levantaron sus cosas y se fueron al pueblo de Belén. Buscaron y preguntaron hasta que por fin encontraron un establo como el ángel había dicho.
Al entrar en el establo vieron un pesebre, un lugar donde se colocaba la paja que comían los animales. Y dentro del pesebre dormía un bebé recién nacido.
Al entrar en el establo vieron un pesebre, un lugar donde se colocaba la paja que comían los animales. Y dentro del pesebre dormía un bebé recién nacido.
Los pastores se callaron inmediatamente. No querían despertarlo. Shs! —dijo uno—. ¡Silencio! Duerme el Hijo de Dios, el Salvador.
Uno por uno se acercaron para mirar mejor. Algunos se arrodillaron porque la misma presencia de Dios en ese lugar tan humilde. ¡El bebé era tan chiquitito! ¡Tan indefenso! ¡Tan hermoso! Los pastores le contaron a María y a José todo lo que los ángeles habían dicho. Los dos sonreían contentos. Ellos sabían lo que era escuchar a los ángeles hablar. Sentían un gozo muy grande porque Dios así confirmaba su promesa otra vez de mandar a su Hijo al mundo.
Los pastores alababan a Dios por lo que estaban viendo. — ¡Gracias, Señor! —dijeron—. Gracias por amarnos tanto que has mandado a tu hijo para vivir entre nosotros. ¡Gloria a tu Nombre! Y se fueron de allí llenos de alegría para compartir su gran anuncio con todo el mundo.
Los magos adoran a Jesús.
Base bíblica: Mateo 2.1-12
Texto para memorizar: Mateo 2.11
Texto para memorizar: Mateo 2.11
“Vieron al niño con María su madre; y arrodillándose lo adoraron”.
Una noche unos hombres muy ricos y muy sabios estaban estudiando las estrellas. Habían hecho eso muchísimas veces y sabían tanto sobre ellas que hasta tenían nombres para algunas. De repente uno de ellos gritó: —¡Miren! ¡Allí hay una estrella nueva!
Es hermosísima y muy Todos miraban con mucha atención la nueva estrella que había aparecido.
Decidieron estudiar en sus libros para ver si tenía algún significado especial. —Fíjense lo que dice aquí —dijo uno de ellos—. Dice que la estrella nueva significa que ha nacido un nuevo rey. —Debe ser un rey muy importante —comentó otro—. Es una estrella espectacular. —Creo que debemos ir a ver a ese nuevo rey —dijo un tercero—. Si es tan importante merece nuestro respeto y alguna señal de nuestro aprecio.
—¡Tienes razón! —dijeron los demás—. Vamos a verlo y le podemos llevar unos regalos dignos de un rey importante. ¿Pero cómo vamos a saber dónde vive? Pensaron un largo rato y por fin uno dijo: —Seguiremos la estrella. Seguramente así descubriremos dónde está.
Los hombres prepararon sus cosas para un viaje largo. Seleccionaron hermosos regalos de oro y perfumes finos para llevar. También tuvieron que preparar comida para el viaje. Gran parte del viaje se iba a hacer cruzando el desierto, así que buscaron unos animales raros llamados camellos para llevar todo.
Por muchos días y muchas noches viajaron sobre los camellos. Muchas se sintieron cansados, pero cuando veían la estrella que les guiaba se animaban a seguir adelante para conocer al Rey. Por fin llegaron a Belén. La luz de la estrella les iba guiando hasta que encontraron la casa donde estaba Jesús, María, su madre, y José. Jesús ya era un poquito más grandecito. María y José miraban sorprendidos a los hombres con sus camellos.
Eran hombres muy importantes y muy ricos. Entraron en la casa y cuando vieron al niño Jesús se arrodillaron delante de él como si fuera alguien muy importante. Sacaron sus hermosos regalos de oro y perfumes finos y se los entregaron.
María entonces recordó algunas de las palabras que le había dicho el ángel Gabriel. ¡Claro! —pensó—. El ángel dijo que Dios lo haría rey a Jesús. Estos hombres lo están tratando como si fuera de veras un rey.
Los hombres volvieron a su país muy contentos. Agradecían a Dios porque los había guiado con la estrella a través del largo viaje y habían podido ver al nuevo rey, el Hijo de Dios.
Por Betty Constanse.
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Celebrando el cumpleaños del Niño Dios
EL NACIMIENTO DE JESÚS
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Feliz Navidad y bendiciones del Divino Niño que nace en Belén a todos los niños hijos de nuestros lectores y a todos los niños grandes, igualmente, y que renazca en nosotros la espiritualidad de estas fechas y de estar siempre en comunión con nuestro Creador, con la ayuda de nuestros Sacerdotes transformados en otros Jesús, todos los días que Él nos regale en esta tierra.
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