Capítulo XI.- Dios utiliza la Malicia de los demonios
Un Padre de la Iglesia, San Juan Crisóstomo, obispo de Constantinopla, se dedicó especialmente a ilustrar a sus fieles sobre el papel de Satanás en la vida de la Iglesia. Decía a su pueblo: "Si se os pregunta por qué Dios ha dejado subsistir al demonio (después de su rebelión), responded: Dios le ha dejado porque, lejos de dañar a los hombres atentos y vigilantes, el demonio les resulta útil. No, ciertamente, por la maldad de su voluntad, sino por la esforzada resistencia de aquellos que utilizan su malicia para su provecho".
¿En qué consiste esta "esforzada resistencia" que consigue transformar un riesgo de caída en elevación espiritual? El demonio, ciertamente, empuja hacia el mal, y muy frecuentemente bajo la apariencia de bien. Pero el hombre fiel a Dios reacciona enérgicamente, rechaza la mano tendida y aumenta de este modo su apego al bien.
El demonio sugiere un acto de gula y el cristiano vigilante resiste, por amor de Dios. La tentación se convierte de esta manera en un acto que acerca a Dios.
Bajo el pretexto que se debe conocer el mundo en el que se vive, el demonio puede sugerir a un joven cristiano que vea una película de moda inconveniente o que lea una obra sutilmente antirreligiosa "de la que habla todo el mundo". Con una enérgica reacción de fe, esta persona dirá no a la película o al libro y su relación con Dios se hará más profunda.
De este modo, sin que lo sepa y contra su voluntad, el Tentado puede contribuir indirectamente a la afirmación en el bien de aquellos a los que querría empujar al mal.
Benefactores a pesar suyo
Un teólogo, el padre Mauricio Flick, s.j., explica así la contribución de Satanás al progreso espiritual de los amigos de Dios: "Por odio a Dios y por envidia a los hombres, los demonios buscan hacer daño de todos los modos posibles. Tentando a los hombres, los ángeles rebeldes les dan ocasión de aumentar sus méritos y de crecer espiritualmente. Así, los demonios que no quisieron cooperar con Dios en la construcción del Cuerpo místico, cooperan a pesar suyo".
¿Hay que considerar a los ángeles rebeldes como benefactores del hombres en camino hacia su destino eterno? Santo Tomás de Aquino aborda la cuestión en su tratado de la Summa sobre la caridad. Se pregunta si, a causa de los beneficios que sin quererlo nos procuran indirectamente, los demonios no tienen derecho a nuestra simpatía. Su respuesta es clara: "Las ventajas que nos provienen de los demonios no son en absoluto debidas a su intención, sino a las disposiciones de la Providencia. Por esta razón, no estamos obligados a tener amistad con ellos, sino a ser los amigos de Dios, que torna en nuestra su intención perversa".
En una palabra, "la intención de los demonios es la de perder a las almas, precisa Santo Tomás, mientras que la intención de Dios es salvarlas".
San Juan Crisóstomo se expresa de modo análogo. "El diablo es causa de la salvación de un hombre no por su intención, sino por el hábil expediente de la Providencia".
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