Parte 23
El traje de los eclesiásticos
J. Sería necesario que los
sacerdotes volviesen a ponerse sus trajes negros. Ya hemos tenido que decirlo
una vez, demonios humanos lo han dicho. Si un sacerdote va en traje corriente,
con una camisa con corbata llamativa, nadie puede saber si se trata de un
reportero…o (ríe irónicamente).
E: ¡Di la verdad en nombre de la
Santa Virgen, solamente la verdad!
J: … Un diplomático, o quizás un
director (ríe a carcajadas), o un conferenciante, que…
E: ¡Di la verdad e parte de la
Santísima Virgen! ¡Solamente la verdad!
J: …que quiere… (ríe irónicamente).
E: ¡Di la verdad por orden de la Santísima
Virgen, cesa de reír, deja de hacer piruetas! ¡Habla ahora por orden de la
Santísima Virgen!
J: .. O si se trata de cualquier
otro asno que anda por ahí a la pesca de bombas eróticas.
E: ¡Di la verdad, solamente lo
que quiere la Santísima Virgen!
J: Eso pertenece al cuadro,
pertenece al cuadro (Continúa riendo insidiosamente)
E: ¡Di la verdad en nombre de la
Santísima Virgen, di lo que quiere decir, Judas Iscariote!
J: Eso es precisamente… (gruñe)
E: ¡Habla en nombre de Jesús!
J: No quiero hablar.
E: ¡Tienes que decir la verdad,
habla, Judas Iscariote!
J: Es precisamente eso.
E: ¡Tienes que hablar, por orden
de la Santísima Virgen!
J: Cuando un sacerdote semejante,
aparece con una camisa deportiva, posiblemente hasta llamativa, cualquier
“clueca” podría pensar que la quiere a ella. ¿Vaya un ejemplo para un
sacerdote, que ejemplos da? ¡Cuántos errores han tenido lugar en estos últimos
años, nada más que a causa de eso! Todo
eso se podría evitar, si los sacerdotes llevasen todavía su verdadera, su primitiva,
su antigua, su buena, su tradicional… (gruñe)
E: ¡Di la verdad por orden de la
Santísima Virgen, si lo que tienes que decir, habla!
J: … No solamente bueno…
(suspira)
E: ¡Di la verdad, habla, di la
verdad, toda la verdad, habla Judas Iscariote, en nombre de…!
J: … Su traje tan conveniente, o…
E: ¡Continúa en nombre de…!
¡Lucifer, no tienes derecho a atormentarlo!
J: En su sotana de sacerdote, su
traje… o no sé cómo decir. Tomemos por ejemplo los Benedictinos. A muchos
sacerdotes les iría mejor el hábito de San Benito que un traje corriente,
vulgar, que no podrá representar jamás lo que debería representar. O examinemos
el hábito de San Francisco, con su capucha. ¡Cuántos laicos volverían a tener buenos pensamientos a la sola vista de
este hábito, aunque solamente lo vean de lejos. Ni siquiera sería necesario que
estuviese a su lado. ¡Cuántas veces, la
salvación de un alma depende de eso! Para muchas personas nace entonces la
idea de que hay todavía sacerdotes, que Dios debe existir a pesar de todo,
porque si no, esas personas no llevarían el hábito.
E: ¡Continúa diciendo la verdad
de parte de la Santísima Virgen, di lo que tienes que decir, lo que la
Santísima Virgen te encarga de decir, solamente la verdad!
J: Y entonces la
persona piensa: “Si hay todavía un Dios, debería concentrarme. ¿Qué es lo que
debería hacer? Y entonces, eso trabaja, “trabaja” en el alma de esa persona
durante toda la noche. Y a fin de cuentas, encontrará el camino que la
conducirá a un religioso en hábito, o a uno que lleve la sotana negra, o a un
sacerdote en hábito de Benedictino. Que sé yo como se llaman todos. Esto sería para vosotros y para el mundo
entero un gran triunfo. Sería un
triunfo para las almas. Millares y millares de almas se salvarían solamente con
eso. En los ferrocarriles, en los lugares públicos, en todos los sitios a
los que vayan y en los que se encuentren, cuántas mujeres, cuántos hombres se
mantendrían más decentemente, menos negligentemente, digamos: se comportarían
de otra manera (se calla).
E: ¡Di la verdad, Judas
Iscariote, di lo que te encarga decir la Santísima Virgen, y solamente la
verdad, en nombre de…!
J: Cuantos rayos de salvación descenderían entonces sobre el alma de estas
gentes, con este pensamiento: “Es
sacerdote, representa la bendición divina, el Santo Sacramento, tiene todo el
poder. Dios debe estar tras él, de modo que no podemos hacer nada, tendremos
que morir un día…” Podría ser así, tal como acabo de decirlo. Vuelvo a
repetirlo una vez más, porque…
E: ¡Di la verdad, Judas
Iscariote, di lo que la Santísima Virgen te encarga de decir, Lucifer, no
tienes derecho a impedir a Judas Iscariote que hable, ni a molestarlo en nombre
de…!
J: Porque es horrible cuando una mujer en minifalda se encuentra sentada
frente a un sacerdote en civil y no sabe que se trata de un sacerdote. En
su mirada, y en todo su comportamiento, puede ver que debe haber algo superior.
Lo siente de una cierta manera, y tanto más intenta aproximársele. Esto no pasaría si llevase la sotana o el
hábito religioso. Tales hechos han desviado ya a muchos sacerdotes, y les
han llevado a celebrar matrimonio y a desertar sus funciones sacerdotales. La iglesia Católica está en muy mala
posición. Ha llegado al punto cero.
E: ¡Di la verdad, Judas Iscariote
¡Lucifer, no tienes derecho a impedir a Judas Iscariote que hable ni a
molestarle! ¡Judas Iscariote, di lo que la Santa Virgen te encarga decir!
J: (Solamente se perciben sonidos
guturales indefinibles, y una impresión de ahogo)
E: ¡Habla, Judas Iscariote, en
nombre de…! ¡Lucifer, no tiene derecho a molestarte, vete en nombre de…!
Solamente la intervención de Dios puede salvar a la Iglesia Católica.
J: Solamente la intervención del
propio Dios, del de ahí arriba
(señala hacia lo alto) puede salvar a la Iglesia. Está completamente en
nuestros lazos. Está a punto de perecer, está dislocada. Está acorralada en los
modernismos, en las ideas de los profesores, de los doctores. De los sacerdotes
que se creen más inteligentes que los otros. Solamente las plegarias y la
penitencia pueden ayudar, pero hay pocos que lo hacen (respira profundamente,
con esfuerzo).
E: ¡Di la verdad, Judas
Iscariote! ¡Lucifer, no debes molestarle! ¡Vete, Lucifer, deja hablar a Judas
Iscariote, en nombre de…!
No hay comentarios:
Publicar un comentario