Esta semana en nuestra serie sobre las tácticas del demonio, analizamos la manera que tiene el demonio de alejarnos de Dios, distrayéndonos con “Ruido”.
Las Cartas del diablo a su sobrino hablan de este aspecto concreto del plan del demonio en los siguientes términos:
[La casa] tiene un parecido repugnante con la descripción que hace un escritor humano sobre el Cielo: ‘las regiones donde sólo hay vida, y por ello todo lo que no es música es silencio’.
Música y silencio – ¡cómo los detesto! …. [El Infierno] ha sido ocupado por el Ruido – el Ruido, el gran dinamismo, la expresión sonora de todo lo exultante, fiero y viril – el Ruido, que es lo único que nos defiende de remordimientos tontos, escrúpulos desesperados y deseos imposibles. Al final haremos de todo el universo un ruido… Al final las melodías y los silencios del Cielo serán ahogados por los gritos. (Cartas del diablo a su sobrino, 119-120, énfasis añadido)
Ya hemos hablado de cómo el demonio odia la Música Sacra en particular, pero es importante recordar que a menudo Dios actúa en el silencio y que Satanás se esfuerza por llenar ese silencio con múltiples distracciones y ruido. Uno de los pasajes más conocidos de la Escritura en lo que se refiere a la intensidad de la voz de Dios, es el encuentro del profeta Elías con Dios.
Y [Dios] dijo: “Sal, y ponte de pie sobre el monte ante el Señor.” Y he aquí que el Señor pasó, y un viento grande y fuerte estremeció los montes y rompió en pedazos las rocas delante del Señor, pero el Señor no estaba en el viento; y tras el viento vino un terremoto; pero el Señor no estaba en el terremoto; y tras el terremoto un fuego, pero el Señor no estaba en el fuego; y tras el fuego una voz pequeña y callada. Y cuando Elías la oyó, se cubrió el rostro con el manto y salió y se quedó a la entrada de la cueva. (1 Reyes 19: 11-13, énfasis añadido)
Elías sabía que Dios no estaba en los estruendos de afuera, sino en el susurro apagado. Algunas traducciones llaman a la “voz pequeña y callada” “el silbido de un aire suave” (Douay-Rheims).
En el libro del Eclesiastés, el autor escribe,
Las palabras de los sabios se escuchan en el silencio más que el grito de un príncipe entre los necios (Eclesiastés, 9:17, Douay-Rheims, énfasis añadido).
El silencio es un medio privilegiado de oír la voz de Dios, y por desgracia nuestro mundo está saturado de “Ruido”. El “Ruido” que hoy nos encontramos no siempre es audible, sino que ha tomado la forma de publicidad constante y de numerosas imágenes y medios de comunicación que compiten por llamar nuestra atención.
También Internet está lleno de “Ruido” que nos puede distraer. Eso no significa que Internet sea una corrupción, perversidad u obra de Satanás. Internet es una gran herramienta, que yo y muchos otros usamos para difundir la Buena Noticia de Jesucristo. Sin embargo, debemos controlar nuestro uso de Internet y ver si nos está impidiendo oír la voz de Dios.
El uso generalizado del “Smartphone” también ha creado muchas distracciones. De nuevo, no significa que la persona que tenga un Smartphone esté asociada con el Diablo. Pero debemos controlar nuestro uso de los Smartphones también y preguntarnos si estamos mirando para abajo más que para arriba. Es una gran herramienta, pero también conlleva una gran responsabilidad. Por ello es importante apagar nuestros teléfonos móviles y ordenadores cuando estemos de retiro. Satán puede usar estas varias herramientas (que pueden hacer mucho bien en este mundo) para distraernos y que no oigamos la voz de Dios.
Así que examinemos nuestras vidas y veamos cuánto sitio ocupa el “Ruido” y cuánto ocupa el silencio. En todas las cosas formemos bien nuestra conciencia para discernir lo que el Señor quiere hacer en nuestra vida.
FUENTE: philipkosloski.com
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