EL CURA DE ARS, SACERDOTE EJEMPLAR
ÁNGEL PEÑA O.A.R.
LIMA – PERÚ
12. CONTRARIEDADES
Pero hay que decir que no todo fue un campo de rosas. Era un santo y como tal era exigente, lo que no le gustaba a mucha gente, especialmente a los jóvenes. Y tuvo problemas graves con algunos feligreses que no aceptaban su modo de ser. En primer lugar algunos compañeros sacerdotes lo consideraban como un ignorante y hasta prohibían a sus fieles que fueran a confesarse con él.
Incluso, cuando en 1822 se fundó la nueva diócesis de Belley a la que pertenecía Ars, lo acusaron ante el nuevo obispo, Monseñor Devie, y pidieron que lo cambiara de lugar. El obispo mandó al padre Pasquier que investigara los cargos.
El padre Pasquier fue a Ars y resumió todo lo visto y oído en estas palabras: No parece que haya mucho orden, pero no importa, es un santo. Y así lo consideraron siempre sus obispos, que no quisieron cambiarlo nunca de parroquia.
Por otra parte, el año 1830 hubo un movimiento revolucionario en toda Francia. Algunos revolucionarios quisieron imponer de nuevo las ideas anticristianas de los primeros tiempos de la Revolución francesa. Hubo desmanes contra iglesias y casas parroquiales. Muchos sacerdotes fueron expulsados de sus parroquias. Destrozaron objetos sagrados y cruces de lugares públicos. En Ars 50 Sermones, tomo III, p. 232; Trochu Francis, o.c., p. 204.
51 P.O., p. 1311.
52 Fray Atanasio, P.O., p. 832.
hubo siete jóvenes que quisieron imponer los bailes con ayuda del subprefecto de Trévoux. Le escribieron al padre Vianney cartas insultantes, pegaron carteles injuriosos en su puerta, le gritaban palabras ofensivas por las noches bajo su ventana y hasta lo difamaron, diciendo que el niño que había nacido de una chica soltera, que vivía en una casa vecina a la casa parroquial, era suyo.
Años más tarde dirá: Pensaba que me echarían de Ars a palos o que el señor obispo me quitaría la licencia de confesar o que acabaría mis días en la cárcel… Veo que no merecía esas gracias53. Él se abandonó en las manos de Dios y, en esos momentos, iba a buscar consuelo ante el sagrario y decía que allí estaba postrado como un perrito a los pies de su amo54.
13. EL DEMONIO
Pero no sólo fueron los hombres quienes le dieron disgustos y problemas, el diablo, con el permiso de Dios, no se quedó atrás. A veces le ponía tentaciones de desesperación y le decía: Caerás al infierno. El diablo le llamaba comepatatas, porque ese era casi su único alimento. Y él le llamaba al diablo Grappin (palabra introducible que podría significar algo así como El garras).
Por las noches, el diablo lo molestaba con continuos ruidos para que no pudiera dormir. Su confesor, el padre Beau, le preguntó qué hacía para defenderse y le contestó: Me vuelvo a Dios, hago la señal de la cruz y digo algunas palabras de desprecio al demonio. Por lo demás he advertido que el estruendo es mucho mayor y los asaltos se multiplican, cuando al día siguiente ha de venir algún gran pecador55.
El diablo variaba los medios de ataque. No se contentaba con hacer ruidos y tocar las puertas para no dejarle descansar. A veces, se ocultaba debajo de la cama y hasta debajo de la cabecera y, durante toda la noche daba junto a su oído gritos agudos o gemidos lúgubres o débiles suspiros que, en ocasiones, eran como los estertores de un enfermo en agonía.
Un día de 1826, durante el jubileo de Saint-Trivier-sur-Moignans, fue invitado con otros sacerdotes a ayudar. La primera noche se quejaron varios compañeros de ruidos extraños que provenían de su cuarto. Él les dijo que no tuvieran miedo, que era el demonio. Ellos no le creyeron. Le dijeron: Usted no
53 Trochu Francis, o.c., p. 225.
54 Monnin, tomo II, p. 263.
55 Padre Beau, P.O., p. 1191.
come, no duerme y tiene pesadillas. Él no les respondió, pero a la noche siguiente se oyó un ruido como de un carro que hacía temblar el suelo. Parecía que la casa se venía abajo. Se levantaron todos y fueron corriendo a la habitación del padre Vianney. Lo encontraron acostado tranquilamente en su cama, que manos invisibles habían arrastrado hasta el centro de la habitación. Les dijo: Es el demonio quien me ha arrastrado hasta aquí y ha causado todo el alboroto. No es nada, lo siento, pero es buena señal. Mañana caerá algún pez gordo (gran pecador).
Al día siguiente, todos quedaron asombrados al ver al señor de Murs, noble caballero, que se fue a confesar con él, pues hacía mucho tiempo que estaba alejado de la Iglesia. Su conversión causó una profunda impresión entre los habitantes del pueblo. Y los sacerdotes empezaron a tomar en serio al santo cura de Ars y no creer que era un pobre soñador56.
Otro día el demonio le quemó su habitación. Era el día 23 ó 24 de febrero de 1857. Estaba nuestro santo oyendo confesiones en la iglesia, donde estaba expuesto el Santísimo sacramento y le avisaron que salían llamas de su habitación. Él les dio la llave y les dijo: El Garras no ha podido coger al pájaro y ha quemado la jaula57.
El padre Monnin, que fue inmediatamente a ver el fuego, dice que el fuego se detuvo ante la imagen de santa Filomena que estaba sobre la cómoda y, a partir de ese lugar, trazó con precisión geométrica una línea directa de arriba abajo destruyendo cuanto había de la parte de acá de la reliquia y destruyendo lo de la parte de allá. El incendio se produjo sin causa aparente y así también se extinguió. Y fue prodigioso que no llegase al techo muy bajo, viejo y seco, que hubiera ardido como paja58.
14. EL ÁNGEL Y LOS SANTOS
En su lucha contra Satanás y contra el mal no estaba solo. Su ángel de la guarda era su amigo inseparable. Ya hemos visto cómo al llegar a Ars se encomendó al ángel de la guarda del pueblo. Él les hablaba en las catequesis del amigo, el ángel custodio. Decía: Qué alegría para el ángel de la guarda estar
encargado de un alma pura59. Nuestro ángel está siempre a nuestro lado con la
56 Lassagne, Memoria 3, p. 128.
57 Marta Miard, Proceso apostólico continuativo, p. 843.
58 Monnin, tomo II, pp. 301-302.
59 Esprit, p. 55.
pluma en la mano para escribir nuestras victorias60. Qué feliz está el ángel cuando guía a un alma pura a la santa comunión61.
Igualmente amaba mucho a todos los santos y tenía algunos de su especial devoción como san Juan Bautista, san José, san Juan Evangelista, san Francisco de Regis, san Luis Gonzaga, san Luis rey de Francia, santa Eufemia, santa Reina, santa Julia, santa Clementina, santa Coleta, san Estanislao, santa Colomba y, sobre todo, santa Filomena. También era devoto de san Francisco de Asís.
En 1850 fue aceptado como terciario franciscano. Igualmente, en 1846,
fue recibido como miembro de la tercera Orden de María, fundada por san Julián
Eymard.
Le gustaba mucho tener reliquias y decía que las reliquias de los santos eran toda su riqueza62. El padre Monnin, que lo conoció y fue su primer biógrafo, dice: Le gustaban mucho las imágenes, las cruces, los escapularios, los rosarios, las medallas, el agua bendita y, sobre todo, las reliquias de los santos.
Su iglesia, la capilla de la Providencia y su habitación, estaban llenas de esto. Un día nos dijo con aire de satisfacción que tenía más de 500 reliquias63.
15. SANTA FILOMENA
Su santa predilecta fue santa Filomena, a quien construyó una capilla lateral. Cuando la gente venía a pedir oraciones para curarse, les decía que le hicieran una novena a santa Filomena; así se evitaba que creyeran que él los sanaba. Pero como eran tantos los milagros que Dios hacía por medio de la santa, un día tuvo que pedirle que no hiciera los milagros de curaciones en Ars, sino sólo los espirituales, y que las curaciones las hiciera al llegar los peregrinos a sus casas, para evitar tanto ruido. Y así se hizo en muchísimos casos.
Su devoción y amor a santa Filomena comenzó cuando Paulina Jaricot, probablemente en 1815, le dio una partecita de la reliquia que a ella le habían regalado de esta santa. Los restos de santa Filomena habían sido descubiertos en 1802 en las catacumbas de santa Priscila de Roma. Ante su tumba había tres ladrillos que tenían la inscripción LUMENA PAXTE CUMFI. Estaban mal colocados, pues debían decir: PAX TECUM FILUMENA (La paz contigo, Filomena). Los huesos, según las investigaciones, pertenecían a una joven de 14
60 Ib. p. 162.
61 Ib. p. 103.
62 Padre Raymond, P.O., p. 316.
63 Monnin, tomo II, p. 573.
ó 15 años, que parecía haber sido mártir por los símbolos de un ancla, una palma, tres flechas y una flor, que había en la tumba. En 1805 el padre Francesco de Lucía recibió estas reliquias que estaban guardadas en la Custodia de las santas reliquias de Roma. Y empezó a promover su culto, que fue aprobado por el Papa Gregorio XVI. En la parroquia de Mugnano (Italia) se construyó un gran santuario y Dios ha obrado grandes milagros por intercesión de esta santa. Ahora bien, el conocimiento de su vida se debe a las revelaciones privadas de una religiosa que murió con fama de santa, llamada María Luisa de Jesús
En 1961 la Congregación de ritos, por no tener seguridad sobre los datos de su vida, eliminó su fiesta del calendario litúrgico, pero no su culto. Uno de los grandes milagros que Dios hizo por medio de esta santa fue la curación de Paulina Jaricot, fundadora de la Obra de la Propagación de la fe. Ella tenía en
1835 una enfermedad incurable y fue a visitar los restos de la santa a su santuario de Mugnano, donde se curó milagrosamente. El mismo cura de Ars fue curado milagrosamente por su querida santita en 1843. Ya estaba desahuciado por los médicos, cuando se recuperó milagrosamente.
El padre Monnin, que estaba presente, dice: Mi alegría fue muy grande ante sus palabras: “Estoy curado”. Me quedé convencido de que el santo cura había tenido una visión, ya que yo le había oído repetir muchas veces el nombre de su querida protectora, lo que me llevó a creer que santa Filomena se le había aparecido64.
Hay testigos fidedignos de que ella se le apareció varias veces. Él mismo le dijo un día a la baronesa de Belvey: Mientras oraba, se me apareció radiante santa Filomena. Había bajado del cielo bella y radiante de luz, envuelta en blanca nube, y me dijo dos veces: “Nada vale tanto como la salvación de las almas”65. El santo cura le tomó tanto cariño que según el padre Monnin: Sus corazones cada día estaban más unidos hasta el punto que en los últimos años se sabe por reiteradas confidencias que había una relación directa e inmediata y una familiaridad continua. Era de su parte una continua invocación y de ella una asistencia sensible y una suerte de presencia real66.
Algunos cuestionan el nombre de Filomena, como que no sería el auténtico nombre correspondiente a los restos encontrados en las catacumbas de santa Priscilla, pero lo de menos es el nombre. Lo importante es saber que existió una jovencita, cuyos restos se encontraron, y a quien ahora llamamos todos
64 Monnin, tomo I, pp. 397-398.
65 P.O., pp. 258-259.
66 Monnin, tomo II, p. 582.
Filomena y que ha hecho muchos milagros para probar, no sólo su existencia, sino también su santidad. Estos milagros siguen sucediendo en pleno siglo XXI. Pueden ver la página web oficial del santuario www.philomena.it
16. LA VIRGEN MARÍA
En su lucha contra Satanás su mejor aliada, además del arcángel san Miguel, era la Virgen María, a quien amaba con todo su corazón. Catalina Lassagne asegura: Yo le oí decir que había hecho dos votos a la Virgen Santísima y que nunca había fallado. Uno era celebrar todos los sábados la misa en honor de la Virgen o, si no podía, hacerla celebrar para estar bajo su protección. El otro era decir cierto número de veces cada día: “Bendita sea la Santísima y Purísima Concepción de la Virgen María67.
El 15 de agosto de 1836 hizo la consagración solemne de la parroquia a la Virgen. Mandó hacer un cuadro hermoso para perpetuar el acontecimiento. Ese cuadro estaba a la entrada de la capilla de la Virgen. Catalina Lassagne certifica:
Mandó hacer un corazón rojo que está todavía suspendido en la estatua de la Virgen con todos los nombres de los feligreses, escritos y colocados dentro del corazón de la Virgen. Yo me acuerdo con mucha alegría de ese día. El señor cura leyó desde el púlpito los nombres de los feligreses escritos y después los
colocó en el corazón de la Virgen68.
El día 8 de diciembre de 1854, fecha de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen por el Papa Pío IX, fue para él una fiesta singular. Quiso que la iglesia estuviese adornada con los más bellos adornos.
Hubo iluminación general por la tarde en la iglesia y en las casas. Se tocaron las campanas hasta el punto que llegó gente de las parroquias vecinas, pensando que había incendio. Y el mismo padre Vianney se paseó con su auxiliar por la tarde a la luz de las antorchas69.
Cuando la epidemia del cólera hizo estragos en Francia, mandó acuñar una medalla, representando a la Virgen en su Inmaculada Concepción con una flor de lis a cada lado y la inscripción en el reverso: Oh María, sin pecado concebida, presérvanos de la peste70.
67 Lassagne, Memoria 3, p. 85.
68 Ib. pp. 86-87.
69 Ib. p. 90.
70 Ib. p. 88.
Parece que la Virgen se le apareció muchas veces. El padre Renard, que lo conocía bien y era del pueblo de Ars, habla del caso de una persona que lo vio en la sacristía con una señora y se retiró para esperar hasta que saliera. Como tardaba mucho, tocó la puerta y, al ver que estaba solo, le preguntó dónde estaba la señora. El respondió:
- ¿Usted la ha visto?
- Sí, pero viendo que tardaba en salir, he perdido la paciencia.
- No hable a nadie de esto. Esa señora no saldrá. Era la Virgen María.
¿Qué feliz es usted de haberla podido ver? ¡Ámela mucho!71. El mismo padre Renard relata lo que le contó su propia madre. Un día fue a arreglar la habitación del santo cura y él hizo un gesto de desagrado. Ella le preguntó qué pasaba y él contestó:
- Oh, usted debería quitarse los zuecos para caminar por ahí, mostrándole dos baldosas. Y añadió: Esta noche han venido a consolarme Jesús y María. El demonio casi me había matado. Y ellos han puesto sus sagrados
pies ahí.
La piadosa mujer se prosternó y besó las baldosas con respeto. Y él le rogó que no lo dijera a nadie, pero ella se lo contó a su hijo (padre Renard)72.
... ...
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