Recordemos, una vez más, la iniquidad de los hombres, el pecado, tiene su repercusión en la naturaleza. Desde la perspectiva cristiana, nuestras acciones no están desligadas respecto a lo que sucede en la naturaleza. Hay acciones que atraen la bendición de Dios, hay acciones que atraen su castigo.
En el mundo en el que vivimos, un mundo de almas, ángeles y santos, la aparición o no de un virus mortal que segará la vida de millones de seres humanos no es un evento dejado en manos del azar. A pesar de que los ateos nos hayan intentado inculcar (con gran éxito) que este tipo de catástrofes nada tienen que ver con nuestras almas. El mensaje de la Biblia es el contrario: todo, absolutamente todo, tiene que ver con nuestra alma.
FUENTE: blogdelpadrefortea.blogspot.com/
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