La iglesia condena la cremación en sus leyes canónicas
Canon 1203: Los cuerpos de los fieles han de ser enterrados, y la cremación está condenada. Si alguno ha ordenado en manera alguna cremar su cuerpo, será ilícito ejecutar su deseo; y si esta orden ha sido adjuntada a un contrato, a un último testamento o a cualquier otro documento, debe considerarse como inexistente.
Canon 1240: Las siguientes personas quedan privadas de un entierro eclesiástico, a menos que antes de morir hayan dado señales de arrepentimiento: ... (5) las personas que han dado instrucciones para la cremación de sus cuerpos...
¿La cremación? No es para católicos por el Rvdo. Padre Benedict Hughes, CMRI
La historia del entierro frente a la cremación
-continuación-
Las leyes de la Iglesia
La autoridad de la Santa Madre Iglesia no tardó en responder al movimiento crematorio. El 19 de mayo de 1886, la Santa Sede expidió una fuerte condenación a todo intento por revivir la práctica pagana de la cremación. El decreto prohibía estrictamente a los católicos dar instrucciones para la cremación de sus propios cuerpos o los de otros. Además, se les ordenó a obispos y sacerdotes instruir a los fieles que la cremación es un abuso detestable, y a alentar a los católicos a abstenerse de ella.
El 16 de diciembre del mismo año, la Santa Sede promulgó otro decreto que es todavía más enfático. Ordena que cualquier católico que haya sido cremado como efecto de su propia voluntad, previamente expresada, han de reshusársele los ritos de un entierro cristiano.
Finalmente, el 27 de julio de 1892, se volvió a emitir otro decreto, el cual prohibía a los sacerdotes administrar los últimos sacramentos a quien haya hecho arreglos para cremar su cuerpo, a menos que se arrepintiera de su desafío a las leyes de la Iglesia y haya cancelado tales arreglos. El Código de Derecho Canónico (de 1917) expresa estos decretos en los cánones 1203 y 1240 (véase el cuadro de la derecha).
Preocupaciones modernas
Aunque la Iglesia repetidas veces condenó la incineración, ello no descarriló el movimiento crematorio. Al contrario, se ha esparcido hasta el punto de que su práctica es muy común en nuestros tiempos. En una consulta reciente, un director de funerales le dijo al autor que en su funeraria hay tantas cremaciones como entierros.
Razones para la cremación. ¿Por qué tanta gente opta por la cremación, una práctica tan contraria a nuestra naturaleza humana? Ciertamente, una de las razones son los gastos. Una pequeña indagación hecha en una casa funeraria local proporcionó la siguiente información: un funeral normalmente cuesta $3,000 [dólares], mientras que la cremación tan sólo cuesta $865 [dólares]. ¡Qué diferencia! Además, mucha gente no se molesta en comprar una parcela y vigilar que se conserve. Sin duda, la culpa también la tiene nuestra falta de caridad por el difunto en nuestra época materialista. Uno se maravilla de la belleza de tantos cementerios en países europeos, donde la cultura católica ha inspirado a las generaciones futuras a cuidar por las tumbas de sus antepasados. Hoy muchos no quieren molestarse con dicha tarea. (Para contrarrestar algunos de los argumentos suscitados en tiempos modernos, la Santa Sede emitió otro decreto en 1926).
La cremación no es intrínsecamente mala. Es importante que los católicos entiendan que la cremación no es intrínsecamente mala, y por tanto puede ser tolerada por la autoridad eclesiástica por razones graves. Por el contrario, la Iglesia la condena por causa de su simbolismo y porque fue promovida por los enemigos de la fe con el propósito de expresar y avanzar la creencia materialista en la aniquilación. Además, el entierro conviene más a la dignidad del cuerpo y está en armonía con el amor y respeto por nuestros amigos y parientes fallecidos.
En la Iglesia posconciliar. Hoy la preponderancia de la cremación casi no estaría tan pronunciada si no fura por el Concilio Vaticano II. De hecho, la moderna Iglesia posconciliar, en su Código de Derecho Canónico de 1983, permite específicamente la cremación (“a menos que haya sido escogida por razones que son contrarias a la enseñanza cristiana” canon 1176, §3). Consecuentemente, su práctica no está ya prohibida a los miembros de la Iglesia posconciliar. Este hecho es sólo una prueba más de que la Iglesia moderna no es de Dios, no es católica.
Conclusión
Los católicos han valorado por mucho tiempo los ritos del entierro cristiano; podríamos decir que esta apreciación es parte del Sensus Catholicus, y es algo que asimilamos a través de una vida devota de nuestra fe. Como yo soy misionero, frecuentemente los fieles me preguntan si un sacerdote estará allí con ellos cuando mueran, es decir, si tendrán un funeral católico. Y las mismas veces me sorprendo al ver el alivio que sienten cuando les aseguro que les proveeremos de un sacerdote para su funeral y, si es posible, estar ahí en sus últimos momentos.
No olvidemos también que un funeral católico es una gran bendición para los fieles que permanecen atrás. La hermosa Misa de Difuntos; la bendición y la insensación del ataúd; las maravillosas melodías gregorianas del Subvenite, el Libera Me, y el In Paradisum; y las oraciones finales en el lugar de entierro: todas estas cosas son una gran bendición y consolación para los fieles que las atestiguan. No sólo nos recuerdan de las grandes verdades de la eternidad, sino que demuestra el amor materno de la Iglesia, la cual cuida de sus hijos desde nuestro nacimiento hasta la tumba.
En tanto que poseemos muchos beneficios como miembros de la Iglesia católica, el Cuerpo Místico de Cristo, ciertamente uno de los mayores es el entierro cristiano, pues estamos junto con nuestros semejantes en oración por el reposo de nuestra alma y del sacerdote, el representante de Cristo, quien bendice nuestros restos mortales antes de ser bajados a la tierra para allí pagar nuestra deuda común por el pecado de Adán (“Recuerda hombre que polvo eres y al polvo regresarás”), y para esperar el glorioso día de la resurrección, cuando nuestros cuerpos mortales, ahora glorificados, se reúnan con nuestras almas, para nunca más separarse. Estas son las verdades que vienen a la mente cuando atestiguamos un entierro católico.
Fuentes
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Code of Canon Law in English Translation, The. (1983). Londres: Collins Liturgical Publications.
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O’Sullivan, P. (E. D. M.). (1954). St. Philomena the Wonderworker. Lisboa: The Catholic Printing Press.
Rumble, L., M.S.C. (1960). Is Cremation Christian? San Pablo: Radio Replies Press Society.
Woywod, S., O.F.M. (1957). A Practical Commentary on the Code of Canon Law. Nueva York: Joseph F. Wagner, Inc.
http://www.cmri.org/span-03-cremation_not_for_caths.html
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