Medellín - Conclusiones. II Asamblea General del Episcopado Latinoamericano
Capítulo 11 “Sacerdotes”
7. En relación con el celibato sacerdotal, un laudable ahondamiento en el valor afectivo de la persona humana y una exacerbación del erotismo en el medio ambiente, unidos al frecuente descuido de la vida espiritual y a otras causas, han abierto camino a nueva y variada problemática.
Unos apoyan sus argumentos en razones de tipo pastoral o sicológico, o aducen reflexiones teológicas que delimitan la distinción entre carisma y ministerio; mientras otros pretenden disminuir la fuerza misma del compromiso contraído en la consagración.
21. La caridad pastoral infundida por el sacramento del orden debe impulsar hoy a los sacerdotes a trabajar más que nunca por la unidad de los hombres, hasta dar la vida por ellos, como lo hiciera el Buen Pastor[1].
En el ejercicio de esta caridad que une al sacerdote íntimamente con la comunidad, se encontrará el equilibrio de la personalidad humana, hecha para el amor, y se redescubrirán las grandes riquezas contenidas en el carisma del celibato en toda su visión cristológica, eclesiológica, escatológica y pastoral[2].
Capítulo 12 “Religiosos”
4. Su testimonio no es algo abstracto ,sino existencial, signo de la santidad trascendente de la Iglesia. Se quiere vivir con mayor plenitud, mediante esta especial consagración, aquella identificación personal con Cristo, que se inició en el Bautismo. Ella se expresa principalmente mediante la castidad consagrada por la que el religioso "se une al Señor con un amor indiviso"[3], y por la caridad en la vida comunitaria, que es un preanuncio de la perfecta unión en el Reino futuro.
En las congregaciones de vida activa la acción apostólica como actividad misionera, que también tiende a la plenitud escatológica[4], no es una labor disociada de la vida religiosa, sino una manifestación del designio de Dios en la Historia de la Salvación.
Capítulo 13 “Formación del clero”
12. El Concilio Vaticano II y los Sumos Pontífices han reafirmado recientemente la vigencia del celibato para los sacerdotes[5]. Siendo el motivo central del celibato entrega a Cristo y con él a la Iglesia, y constituyendo al mismo tiempo una forma de caridad pastoral que se confunde con la consagración total y es testimonio escatológico ante los hombres, es necesario que se den al seminarista bases muy sólidas para vivirlo gozosamente en la plenitud del amor. Así, pues, dadas las circunstancias concretas en que frecuentemente le toca vivir al sacerdote latinoamericano, es de particular importancia una cuidadosa formación de los seminaristas en este sentido. Esto exige principalmente una formación gradual de acuerdo con el desarrollo físico y psicológico; estar en condiciones de realizar una elección madura, consciente y libre; capacidad de amor y de entrega sin reserva, lo que a su vez reclama una fe fuerte que lo haga capaz de responder al llamado de Dios; disciplina ascética y vida de oración que lo lleve a una madurez en las relaciones con el otro sexo; realización del sentido de la amistad y capacidad para trabajar en equipo[6].
Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, MEDELLÍN. Conclusiones. Lima; ed. Paulinas 1973, 1era edición. Capítulo 11 “Sacerdotes” (nn. 7 y 21), Capítulo 12 “Religiosos” (n. 4),
Capítulo 13 “Formación del clero” (n. 12).
Notas
[1] Cf. Conc. Vat. II, Decr. Presbyterorum ordinis, nº 13.
[2] C.f. Conc. Vat. II, Decr. Presbyterorum ordinis, No 16, y Pablo VI, Enc.Sacerdotalis coelibatus.
[3] Cf. Conc. Vat. II, Decr. Optatam totius, Nº 10.
[4] Cf. Conc. Vat. II, Decr. Ad gentes, N° 9.
[5] Cf. Conc. Vat. II, Decr. Optatam totius, Nº 10; Decr. Presbyterorum ordinis, Nº 16; pablo vi, Enc. Sacerdotalis coelibatus del 24 de Julio de 1967; Pio XII, Enc.Sacra virginitas del 25 de Marzo de 1954, Nº 51.
[6] Cf. pablo vi, Enc. Sacredotalis coelibatus, 24 de Julio de 1967, Nos 60-72, Conc. Vat. II Decr. Optatam totius, Nos. 3, 10 y 11; Decr. Perfectae caritatis, Nº 12.
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