Hoy en la Iglesia está desapareciendo este precioso y necesario Sacramento. Intervenid con valor y celo, para que el Sacramento de la Reconciliación pueda volver a florecer en toda su plenitud y así las almas sean ayudadas a vivir en Gracia y la Iglesia sea curada de sus llagas sangrientas de los pecados y de los sacrilegios.
Sed fieles al ministerio de la Oración. Jesús se ofrece perennemente e intercede cerca del Padre por medio vuestro. ¡Que descuidada está, en estos tiempos, la oración por tantos hijos míos Sacerdotes! Ya no se reza.
Se vive absorbido por la acción. Se pone en la actividad y en la programación pastoral toda la eficacia del apostolado.
Olvidáis que vosotros solos no podéis hacer nada, y que es solo Jesucristo, por medio de vosotros, quien obra y salva. Olvidáis que sois siervos inútiles, pobres y pecadores.
Volved a la oración. Haced de Jesús Eucarístico el centro de vuestra oración, el secreto de vuestra vida, el alma de vuestra acción apostólica.
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