Era un místico dotado de la verdadera intuición de las cosas: el espíritu del mal ejerce un poder tiránico sobre las almas impuras; se trataba nada menos que de librarlas de esa tiranía, y el Evangelio dice que "este linaje de demonios no se lanzan sino con el ayuno y la oración". El Cura de Ars había recogido estas enseñanzas de labios del Divino Maestro. Veinte años después, el día 14 de octubre de 1839, en un confidencial coloquio, dio al reverendo Tailhades, joven sacerdote de Montpellier, llegado a Ars para formarse junto a él en el apostolado durante algunas semanas, el secreto de sus primeras conquistas.
Amigo mío, el demonio no hace mucho caso de la disciplina y de otros instrumentos de penitencia. Lo que le pone en bancarrota son las privaciones en el comer, beber y dormir. Nada teme tanto como esto, y por lo mismo nada es tan agradable a Dios. ¡Oh! ¡Cómo he tenido ocasión de experimentarlo! Cuando estaba solo, y lo estuve por espacio de ocho o nueve años, como podía entregarme sin medida a mis aficiones, llegaba a pasar días enteros sin comer...Entonces conseguía de Dios cuanto quería para mi y para los otros.
Al decir esto, las lágrimas le saltaron de los ojos. Y al instante prosiguió:
Ahora ya no es lo mismo. No puedo pasar tanto tiempo sin comer; llego al extremo de no poder hablar. ¡Mas qué feliz era, cuando estaba solo! Compraba a los pobres los trozos de pan que les daban ; pasaba gran parte de la noche en la iglesia; no tenía que oír tantas confesiones... y Dios me colmaba de gracias extraordinarias.
Vemos, pues, que para el joven párroco, el tiempo de las mayores penitencias fue la época de las mayores consolaciones.
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