ORACIÓN PARA ALCANZAR EL SILENCIO
"Señor: dame el don del silencio. El don de saber oírte a Ti y de poder auscultarme a mi.
De poder detectar tu Voluntad y de saber hallar mi debilidad peligrosa. De penetrar perdón, de abrirme a tus misterios y de librarme de este otro misterio de mi pecado.
Hazme hallar, Señor, ese silencio de plenitud, que es la Palabra tuya, la que debe ser oída en eterno silencio. Hazme andar al unísono con Ella. Hazme sentir con su propio latido.
Haz, Señor, que con tu Verdad y tu Amor me compenetre. Dame de tu silencio, Oh Dios; ábreme los oídos interiores para que te metas Tu por toda mi alma, para que en esa invasión sea yo libre, y en tu Luz se me apaguen todas las voces del exterior.
Señor, si me das el silencio me conoceré y te conoceré... y yo quisiera que fuese así, Señor, porque quisiera comenzar a ser, de veras, hijo tuyo... Amén."
De poder detectar tu Voluntad y de saber hallar mi debilidad peligrosa. De penetrar perdón, de abrirme a tus misterios y de librarme de este otro misterio de mi pecado.
Hazme hallar, Señor, ese silencio de plenitud, que es la Palabra tuya, la que debe ser oída en eterno silencio. Hazme andar al unísono con Ella. Hazme sentir con su propio latido.
Haz, Señor, que con tu Verdad y tu Amor me compenetre. Dame de tu silencio, Oh Dios; ábreme los oídos interiores para que te metas Tu por toda mi alma, para que en esa invasión sea yo libre, y en tu Luz se me apaguen todas las voces del exterior.
Señor, si me das el silencio me conoceré y te conoceré... y yo quisiera que fuese así, Señor, porque quisiera comenzar a ser, de veras, hijo tuyo... Amén."
OJOS DE JESÚS, MÍRENME
Ojos de Jesús, mírenme
Labios de Jesús, háblenme
Pies de Jesús, búsquenme
Manos de Jesús, bendíganme
Brazos de Jesús, abrácenme
Corazón de Jesús, ámame
Y a la eterna gloria, llévame. Amén.
Labios de Jesús, háblenme
Pies de Jesús, búsquenme
Manos de Jesús, bendíganme
Brazos de Jesús, abrácenme
Corazón de Jesús, ámame
Y a la eterna gloria, llévame. Amén.
Creo, Señor: fortalece mi fe; espero, Señor: asegura mi esperanza; te amo, Señor: inflama mi amor; pésame, Señor: aumenta mi arrepentimiento.
Te adoro como a primer principio, te deseo como a ultimo fin, te alabo como a bienhechor perpetuo, te invoco como a defensor propicio.
Dirígeme con tu sabiduría, cóntenme con tu justicia, consuélame con tu clemencia, protégeme con tu poder.
Te ofrezco, Dios mío, mis pensamientos para pensar en Ti, mis palabras para hablar de Ti, mis obras para obrar según tu voluntad, mis trabajos para padecerlos por Ti.
Quiero lo que Tu quieras, lo quiero porque lo quieres, lo quiero como lo quieres, lo quiero en cuanto lo quieres.
Te ruego, Señor, que alumbres mi entendimiento, abrases mi voluntad, purifiques me cuerpo y santifiques mi alma.
No me inficione la soberbia, no me altere la adulación, no me engañe el mundo, no me prenda en sus redes el demonio.
Concédeme la gracia de depurar la memoria, refrenar la lengua, recoger la vista, mortificar los sentidos.
Llore las iniquidades pasadas, rechace las tentaciones futuras, corrija las inclinaciones viciosas, cultive las virtudes que me son necesarias.
Concédeme, Dios mío, amor a Ti, odio al pecado, celo del prójimo, desprecio del mundo.
Haced que procure obedecer a los superiores, atender a los inferiores, favorecer a los amigos, perdonar a los enemigos.
Venza el deleite con la mortificación, la avaricia con la largueza, la ira con la mansedumbre, la tibieza con el fervor.
Hazme prudente en las determinaciones, constante en los peligros, paciente en las adversidades, humilde en las prosperidades.
Haz, Señor, que sea en la oración fervoroso, en la comida sobrio, en el cumplimiento de mis deberes, diligente, en los propósitos, constante.
Concédeme que trabaje por alcanzar la santidad interior, la modestia exterior, una conducta ejemplar, un proceder arreglado.
Que me aplique con diligencia a domar la naturaleza, a corresponder a la gracia, a guardar tu ley y merecer mi salvación.
Que consiga la santidad, con la confesión sincera de mis pecados, con la participación devota del Cuerpo de Cristo, con el continuo recogimiento del espíritu, con la pura intención del corazón.
Dame a conocer, Dios mío, cuan frágil es lo terreno, cuan grande lo celestial y divino, cuan breve lo temporal, cuan duradero lo eterno.
Dame que me prepare para la muerte, que tema el juicio, que evite el infierno y que obtenga la gloria del paraíso.
Por Nuestro Señor Jesucristo. Así sea.
porque he manchado mi alma con el pecado, degradándome;
porque he renunciado a mi razón y a tu ley, olvidando que soy hombre y criatura tuya, en tus manos;
porque me he jugado la eternidad y me he expuesto a tus castigos paternales en esta vida y tras la muerte;
porque quise condenarme y renuncie al Reino de las Cielos, a la dignidad de hijo do Dios, a la gracia que me diviniza, a tus dones y regalos, a tu paz, prefiriendo la carne, la tierra, el orgullo...;
porque olvide tus beneficios, tu bondad de Padre para conmigo, los inmensos regalos y misericordias, que desde que nací me hiciste y me haces...;
porque olvide la Sangre de tu Hijo Jesucristo, Señor y Hermano mío, que pago con su muerte las miserias mías, que me amo mas que nadie en el mundo, pues hizo por mi lo que nadie hizo: morir;
a quien crucifico uno y otro ida con mis caídas y debilidades;
porque eres Tu, Señor y Dios mío, inmenso e infinito bien, digno de ser amado con todo el corazón y todo el pensamiento y todas las energías, por encima de todas las cosas; Tu, Supremo Bien mío, para quien exclusivamente fui creado; Tu, mi Dios y mi Señor único;
por todo ello, poniendo por intercesora a mi Madre la Virgen Santísima, de quien soy hijo, y prometiéndote, una vez mas, no caer, morir antes que pecar, evitar los peligros y ocasiones, hacerme sangre en el alma para resistir y, en particular, prometiéndote enmendarme y poner remedios eficaces;
doliéndome con dolor sincero, aunque mi corazón no lo sienta; doliéndome con mi voluntad pero con deseo de que el olor se extienda hasta los tuétanos,
te pido perdón como el hijo prodigo:
"Padre, peque ante el cielo y ante Ti"; rectifico mi conducta pasada totalmente, radicalmente, y quisiera no haber hecho lo que hice y no hacerlo mas.
Padre: olvida mi miseria y cobardía. Acuérdate de tus misericordias, lávame ahora con tu gracia sacramental, salve mi vida para que sea limpia y fiel a tu servicio.
Tú no desprecias un corazón contrito. A Ti, Señor, vuelvo mi rostro; sálvame, Señor; alégrame en el camino de los Mandamientos e infunde constancia en mi juventud.
En Ti he esperado, no seré confundido. Por los siglos de los siglos. Amén.
TODOS: Misericordia, Señor, misericordia.
LECTOR: Por nuestra soberbia, por nuestros odios y rencores, por nuestros desprecios de los pobres, por nuestros abusos de los débiles.
TODOS: Misericordia, Señor, misericordia.
LECTOR: Por nuestras avaricias, por las usuras e injusticias, polos fraudes y robos, por el lujo y profusión en los gastos.
TODOS: Misericordia, Señor, misericordia.
LECTOR: Por las deshonestidades, por las conversaciones impuras, por las infidelidades de los esposos, por el libertinaje de los jóvenes.
TODOS: Misericordia, Señor, misericordia.
LECTOR: Por los escándalos de los cines y el teatro, por la licencia de los bailes, por la obscenidad de los cantares y de la radio y televisión, por el desenfreno en las diversiones.
TODOS: Misericordia, Señor, misericordia.
LECTOR: Por la provocación de las modas, por la desvergüenza de las revistas obscenas, por el descaro en las acciones, por la indecencia en los vestidos.
TODOS: Misericordia, Señor, misericordia.
LECTOR: Por la mala educación de los padres, por la indocilidad de los hijos, por la insubordinación de los súbditos, por los abusos de los gobernantes.
TODOS: Misericordia, Señor, misericordia.
LECTOR: Por la cobardía y debilidad de los tibios, por las hipocresías y respetos humanos, por el atrevimiento y procacidad de los impíos, por la apostasía de los gobiernos y naciones.
TODOS: Misericordia, Señor, misericordia.
LECTOR: Por las blasfemias en las calles, en los periódicos, por las blasfemias en las cátedras, en los libros.
TODOS: Misericordia, Señor, misericordia.
LECTOR: Por la profanación de los días festivos, por la irreverencia en los templos, por la frialdad de los indiferentes, por el ateísmo de los incrédulos.
TODOS: Misericordia, Señor, misericordia.
LECTOR: Por las maquinaciones de la masonería, por los crímenes del comunismo, por el desenfreno de la inmoralidad, por las maldades de las sociedades anticristianas.
TODOS: Misericordia, Señor, misericordia.
LECTOR: Por las ofensas al Papa, por la persecución a la Santa Iglesia, por la privación de su libertad, por la opresión de las ordenes religiosas.
TODOS: Misericordia, Señor, misericordia.
LECTOR: Por el desprecio de Jesucristo, por la negación de su divinidad, por el menosprecio de sus sacramentos, por el abandono de sus sagrarios.
TODOS: Misericordia, Señor, misericordia.
LECTOR: No os acordéis, Señor, de nuestros pecados.
TODOS: Ni toméis venganza de nuestros delitos.
LECTOR: Oración: Oh Dios de quien es propio compadecerse y siempre perdonar: escuchad nuestra oración, para que vuestra piadosa misericordia nos absuelva completamente a nosotros y a todos cuantos están encadenados al pecado. Lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
TODOS: Amén.
TODOS: Hazme saborear el silencio interior, recoge hacia dentro mis potencias y sentidos, acalla el tumulto del mundo que todavía rumorea en mi.
LECTOR: He venido a la soledad para buscare en un profundo silencio. Aquí tienes, Señor, me corazón y mi vida delante de Ti.
TODOS: A Ti tiende mi vida toda, pues nos has hecho, Señor para Ti y nuestro corazón esta inquieto hasta que descanse en Ti.
LECTOR: Ilumina me mente con la luz de tu claridad para que me corazón se oriente hacia Ti.
TODOS: Señor, a Ti solo te adoro, porque eres mi Dios; a Ti solo quiero servir, porque eres mi Señor, a Ti solo te busco, porque eres mi Bien; a Ti solo deseo, porque eres el Amor. Y mientras camino hacia Ti, oh mi Dios, haz que ti sirva con un corazón puro, haz que te ame con un alma ardiente, que viva para Ti, que cumpla tu Voluntad, que me entregue a tu Amor; todo de Dios solo de Dios. siempre de Dios. Así sea.
Adoro estas oraciones de los ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, son como muy humanas, preciosas, completas, profundas! Me gusta mucho la de Clemente IX, no, TODAS!
ResponderEliminarAlabado sea el Señor Jesús! También yo las adoro!
ResponderEliminar