SENTIDO ESPIRITUAL DEL AYUNO EUCARÍSTICO
REFERENCIA AL AYUNO PASCUAL
Sabemos que hoy la Iglesia nos manda guardar una hora de ayuno antes de comulgar. El origen del ayuno Eucarístico, y su más profundo sentido espiritual hay que buscarlo en las raíces del antiguo ayuno pascual. En efecto, en los primeros tiempos del cristianismo, la Cuaresma constaba de cuarenta días de ayuno que preparaban los fieles para celebrar dignamente la Pascua a fin de comulgar con fruto en la Santa Vigilia. En aquel entonces el ayuno disponía también los corazones de los catecúmenos para que recibieran santamente los Sacramentos de Iniciación: Bautismo; Confirmación y Eucaristía.
Con el tiempo, dado que toda Eucaristía es la celebración de la Pascua del Señor, era normal que se hiciera preceder cada Misa por un tiempo de ayuno preparatorio, como lo hacía el ayuno de la Cuaresma con la celebración de la Pascua. El tiempo del ayuno Eucarístico, (que varió con los siglos) es, pues, como una breve cuaresma que nos dispone a participar con fruto de la reactualización del Sacrificio de la Pascua en cada Misa, recibir al Cuerpo y Sangre de Cristo en una digna morada, y dejar que el Señor pueda actuar con toda su gracia salvadora, santificadora y sanante.
Por eso, hemos de recurrir a las catequesis y homilías de los Santos Padres cuando hablan del ayuno cuaresmal. para descubrir su sentido original, a fin de recuperar el sentido de esta práctica, y para que nos lo apropiemos, de lo contrario nuestras comuniones serían un rito vacío, y caeremos en el ritualismo.
Los Santos Padres, que son nuestros grandes intérpretes y maestros de la Sgda Escritura, nos enseñan lo siguiente sobre el ayuno Eucarístico:
Es la principal razón espiritual del ayuno Eucarístico. Y nos la enseñó el mismo Jesús en este pasaje: Como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vienen y le dicen: “¿Por qué mientras los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, tus discípulos no ayunan?”. Jesús les dijo: “¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos?. Mientras tengan consigo al novio, no pueden ayunar. Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán en aquel día[1].
En el orden humano, nos aflige el dolor cuando se ausenta la persona amada, al punto de quitarnos las ganas de comer y beber. A nadie se le ocurre comer y beber apenas ha muerto un ser querido, nadie abre una botella de champagne apenas fallece su hijo de cuatro años; y ninguna novia organiza un banquete después de que su novio partió a la guerra.
En el orden de la fe, la ausencia de Cristo por su Pasión da lugar a la Cuaresma, tiempo en que lloramos su ausencia expresada en el ayuno cuaresmal. Los que contemplaron y escucharon a Jesús cuando estuvo en la tierra, lo amaron y su Persona fue el sentido de sus vidas. He aquí que en la Pasión los enemigos lo matan y se ausenta de este mundo. Ayuno que es gemido por la ausencia, y deseo ardiente de la pronta presencia del Amado. Pero cuando Cristo retorna para desposarse con su Iglesia en Pascua, se rompe el ayuno y es tiempo de gozo por la presencia que nuevamente se posee: Mientras tengan consigo al novio, no pueden ayunar.
De la misma manera, la ausencia de Cristo Eucaristía provoca inmenso dolor en sus amigos que le aman, y lo expresan por el ayuno: Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán en aquel día. Ayuno que desaparece cuando lo reciben en el Ssmo Sacramento: Mientras tengan consigo al novio, no pueden ayunar. Así lo expresa S Agustín:
“¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos?”. Habiéndonos sido quitado el esposo, nosotros, hijos suyos, debemos apenarnos (por el ayuno). El más hermoso de los hijos de los hombres cuya gracia resplandece en sus labios (Sal 44, 3), no tuvo hermosura ni buena apariencia entre las garras de sus perseguidores, y su vida fue cortada de la tierra de los vivientes (Is 53, 2-8). ¿No es razonable que lloremos, si el ansia de verle nos consume?. ¡Felices los que pudieron alegrarse con su presencia antes de la Pasión, hacerle todas las preguntas que querían y escuchar lo que necesitaban. Los Patriarcas, mucho antes del advenimiento, desearon verle y no lo vieron; porque su destino era el anunciarle, no el oírle.
De los cuales, dice a sus discípulos: “Muchos Profetas y justos desearon ver lo que contempláis, y no lo vieron, y oir lo que oís, y no lo oyeron” (Mt 13, 17). En nosotros, se han cumplido unas palabras semejantes: “Vendrán días en que desearéis ver al Hijo del hombre, y no le veréis” (Lc 17, 22). ¿Quién no se abrasa en las llamas de estos santos deseos?. ¿Quién no llora? ¿Quién no desfallece y gime?. ¿Quién no exclama: “las lágrimas me sirvieron de pan día y noche, mientras digo sin cesar: dónde está mi Dios(Sal 46, 4)”?... Por eso, ¿no es lógico que nos dediquemos a la oración y el ayuno sobre todo cuando se acerca la Pasión del Señor?[2].
Ø POR EL AYUNO EUCARÍSTICO TENEMOS HAMBRE Y SED DE DIOS.
S Ambrosio enseña que el ayuno de comida y bebida, nos dispone a tener sed y hambre de la Ssma Eucaristía, a despegarnos de lo material y mundano, y así experimentar que la Ssma Eucaristía es el único alimento que nos sustenta y da vida:
Se prepara también la mesa mística (la mesa de la Eucaristía) con el ayuno; aquella mesa de la que dijo David: “Preparaste ante mis ojos una mesa frente a aquellos que me atribulan” (Sal 22, 5). Esa mesa se adquiere a precio de hambre: y la bebida que embriaga con la sobriedad, se solicita con la sed de los celestiales sacramentos. Pues dijo el Señor: “Los que estáis sedientos, id al agua, y todos los que no tenéis plata, id y comprad y comed y bebed” (Is 55, 1). Y en otro lugar dice: “He aquí que los que me sirven comerán, más vosotros pasaréis hambre. He aquí que los que me sirven beberán; más vosotros pasaréis sed” (Is 65, 13). Luego, a aquella mesa venerable nos llevan los santos ayunos, y con esta hambre compramos aquellas cosas que son eternas.
Más no toda hambre constituye un ayuno aceptable, sino el hambre que está movida por el temor de Dios. Piensa: en Cuaresma se ayuna todos los días fuera del sábado y el domingo. Este ayuno lo termina la Pascua del Señor. Llega el día de la resurrección; se bautizan los elegidos, se acercan al altar, reciben el Sacramento, los sedientos beben con todas sus venas. Con razón dicen todos los saciados con el manjar espiritual: “Dispusiste ante mis ojos una mesa, y tu copa embriagadora, ¡qué excelente es!” (Sal 22, 5)[3].
Ø POR EL AYUNO EUCARÍSTICO ALCANZAMOS LA PUREZA para poder comulgar.
S Juan Crisóstomo nos dice que el fin del ayuno eucarístico, es adquirir la pureza para recibir dignamente al Señor:
Ya el tiempo del ayuno llega a su término[4]; por lo cual, esforcémonos también nosotros por alcanzar más virtud. Porque así como nada aprovechan a los que corren en el estadio las muchas vueltas recorridas, si pierden el galardón, así, nada nos valdrán tampoco a nosotros los muchos trabajos y sudores del ayuno si no logramos disfrutar de la sagrada mesa con pura conciencia. Que el ayuno y la Cuaresma, las reuniones y la atención a la divina Palabra, las oraciones e instrucciones, el cuidado de los mandamientos; el desechar los pecados que se nos han adherido durante el año; tienen como fin el purificarnos, para alcanzar la libertad de espíritu y ser llenos de piedad, para participar del Sacrificio incruento (la Eucaristía)[5].
Ø POR EL AYUNO EUCARÍSTICO NOS PURIFICAMOS DE NUESTROS PECADOS Y NOS UNIMOS A LA PASIÓN DEL SEÑOR.
Nosotros debemos comer la Pascua con Cristo, purificando nuestras almas de toda levadura de malicia e impureza, saturándonos de los ázimos de la verdad y de la sinceridad (cfr 1 Co 5, 8), teniendo en nosotros dentro el alma del judío que lo es en lo escondido (cfr Rm 2, 29) y la verdadera circuncisión, ungiendo los dinteles de nuestras almas con la sangre del Cordero inmolado por nosotros, para hacer huir al enemigo. Y esto, no en un período de cada año, sino cada semana. Sea nuestra Pascua el AYUNO, símbolo del DOLOR, por los pecados cometidos y por recuerdo de la Pasión del Señor[6]
Ø POR EL AYUNO EUCARÍSTICO EXPRESAMOS NUESTRA CONVERSIÓN A DIOS Y NUESTRA ADORACIÓN.
La Constitución Apostólica Paenitémini, de SS Pablo VI, nos explica maravillosamente el sentido espiritual del ayuno: y de su lectura, se deduce el sentido del ayuno Eucarístico: es una manifestación de penitencia que expresa la conversión interior; el apartamiento del pecado; la opción total por Dios renunciando a lo que más amamos en este mundo que es la vida para nuestro cuerpo (sustentada por comida y bebida materiales) expresando con el ayuno que Dios es nuestra verdadera Vida que nos sustenta la vida espiritual, con la Comida y Bebida de su Cuerpo y Sangre.
También el ayuno nos purifica de nuestros pecados, vacía nuestro interior y nos abre el corazón a la presencia de del Cuerpo de Cristo para que actúe eficazmente en nuestra alma, nos cure y nos santifique. Dice el Santo Padre:
En el Antiguo Testamento se descubre cada vez con una riqueza mayor el sentido religioso de la penitencia. Aunque a ella recurra el hombre después del pecado para aplacar la ira divina[7] o con motivo de graves calamidades[8] o ante la inminencia de especiales peligros[9], o mas frecuentemente para obtener beneficios del Señor[10], sin embargo, podemos advertir que el acto penitencial externo va acompañado DE UNA ACTITUD INTERIOR DE "CONVERSIÓN” es decir, de reprobación y alejamiento del pecado y de acercamiento hacia Dios[11].
Se priva del alimento y se despoja de sus propios bienes (el ayuno va generalmente acompañado de la oración y de la limosna)[12] aun después que el pecado ha sido perdonado, e independientemente de la petición de gracias se ayuna y se emplean vestiduras penitenciales para someter a aflicción "el alma”[13] para humillarse ante el rostro de Dios[14] para volver la mirada hacia Dios[15] para prepararse a la oración[16] para comprender más íntimamente las cosas divinas, para prepararse al encuentro con Dios[17]. La penitencia es, consiguientemente —ya en el Antiguo Testamento—, un acto religioso personal, que tiene como término el amor y el abandono en el Señor, ayunar para Dios, no para si mismo[18]. (Constitución Apostólica Paenitemini I; de su Santidad Pablo VI el 17 de febrero de 1996)
LA IGLESIA MANDA UNA HORA DE AYUNO ANTES DE LA COMUNIÓN
· El Código de Derecho Canónico dice: CIC 919 #1 Quien vaya a recibir la santísima Eucaristía, ha de abstenerse de tomar cualquier alimento y bebida al menos desde una hora antes de la Sagrada Comunión, a excepción de agua y de medicinas.
· Los que van a recibir el Sacramento no lo hagan sin estar durante al menos UNA HORA EN AYUNAS de alimentos y bebidas, a excepción del agua y de las medicinas. (Introducción del Ritual de la Sagrada Comunión y del Culto de la Eucaristía fuera de la Misa nº 24 –21 de junio de 1973-).
Otro documento aclara que las bebidas prohibidas una hora antes de comulgar, son las llamadas bebidas nutritivas:
· En cuanto a los alimentos y bebidas tomados a modo de NUTRICIÓN, existe la tradición venerable según la cual la Eucaristía, como dice Tertuliano, ha de recibirse “antes de cualquier alimento”, para poner de relieve la excelencia del alimento sacramental (Instrucción: Immensae Caritatis 3. Sgda Congregación para la Disciplina de los Sacramentos, 29 de enero de 1973).
¿Cuáles son las bebidas nutritivas?. Café con leche; leche y chocolate; las infusiones como el té, mate, etc. Las “alcohólicas”: vino, cerveza; licor, etc. Las “gaseosas”. Los “jugos de fruta”.
Recordamos que entre los alimentos, están las golosinas, que son como de un segundo rango. Entre llas tenemos por ejemplo los caramelos masticables o succionables, chupetines, pastillas, o chiclets. No puede ser que un poco antes de comulgar muchos estén masticando su goma de mascar, o succionando su caramelito o pastilla mentolada. Además esto es un pecado de irreverencia y falta de adoración. En el orden de relaciones humanas más elementales, ningún presidente digno recibe a otro mascando chiclet con la boca abierta; dígase lo mismo del empleado cuando habla con su jefe. En todos esos casos expresa superficialidad, inmadurez, una mente mediocre; infantilismo, falta de respeto e irresponsabilidad.
UNA CUARTO DE HORA EN AYUNAS
La Introducción del Ritual especifica los casos en que el ayuno se abrevia solo a un cuarto de hora: (Introducción del Ritual de la Sagrada Comunión y del Culto de la Eucaristía fuera de la Misa nº 24 –21 de junio de 1973-)
· El tiempo de ayuno eucarístico, o sea, la abstinencia de alimento o bebida no alcohólica, se abrevia UN CUARTO DE HORA aproximadamente para:
Ø Los enfermos que residen en hospitales o en sus domicilios, aunque no guarden cama.
Ø Los fieles de edad avanzada, que por su ancianidad no salen de casa o están en los asilos.
Ø Los sacerdotes enfermos, aunque no guarden cama, o de edad avanzada, lo mismo para celebrar la Misa que para recibir la Sagrada Comunión.
Ø Las personas que están al cuidado de los enfermos o ancianos, y sus familiares que desean recibir con ellos la Sagrada Comunión, siempre que sin incomodidad no puedan guardar el ayuno de una hora.
[1] Mc 2, 18-20. Paralelos: Mt 9, 14-17; Lc 5, 33-39.
[2] S Agustín: Sermón 210.
[3] San Ambroiso: Sobre Elías y el ayuno: PL 14; 708 –709.
[4] Se refiere al término del ayuno de Cuaresma que prepara para recibir la Eucaristía en la Vigilia Pascual.
[5] S Juan Crisóstomo: Sobre las estatuas 20, nº 1. MG 49, 197 ss.
[6] Eusebio de Cesarea: Sobre la solemnidad pascual 11. MG 24, 704 A – 705 D.
[7] Cf. 1S 7, 6; 1R 21, 20.27; Jr 36, 9; Jon 3, 4- 5.
[8] Cf. 1S 31, 13; 2S 1, 12; 3,35; Ba 1, 3-5; Jdt 20, 26.
[9] Cf. Jdt 4, 8.12; Est 4,15-16; Sal 34, 13; 2Cro 20, 3.
[10] Cf. 1S 14, 24; 28 12,16; Esd 8, 21.
[11] Cf. 1S 7, 3; Jr 36, 6-7; Ba 1, 17-18; Jdt 8, 16-17; Jon 3, 3; Za 8, 19-21.
[12] Cf. Is 58, 6-7; Tb 12, 8-9.
[13] Cf. Lv 16, 31.
[14] Cf. Dn 10, 12.
[15] Cf. Dn 9, 3.
[16] Cf. Dn 9, 3.
[17] Cf. Ex 34, 28.
[18] Za 7, 5.
Es obvio que los padres de la iglesia escribieron esto no para una hora sin comer... Pero así nos va. Es alucinante.
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