LA VIDA CONTINÚA.
Hijo mío, se necesita hacer entender con claridad que la vida continúa después de la tumba. Todos aquellos que os han precedido en el signo de la fe, sea que estén en el Purgatorio o ya en el Paraíso, todavía os aman con amor mas puro, más vivo y más grande.
están animados por un gran deseo de ayudarlos a superar las duras pruebas de la vida para que alcancéis, como ellos ya han alcanzado, el gran punto de llegada, el fin de la vida misma.
Ellos conocen ya muy bien todos los peligros que acechan a vuestras almas. Pero su ayuda con respecto a vosotros, está condicionada en buena medida por vuestra fe y vuestra libre voluntad para acercaros a ellos con la oración y con la confianza en su eficacísimo patrocinio ante Dios y la Virgen Santísima.
Si los sacerdotes y los fieles están animados de vivísima fe, conscientes de los inagotables recursos de gracias, de ayudas y de dones que pueden obtener de este Dogma de la Comunión de los Santos, verán centuplicado su poder sobre las fuerzas del Mal.
Yo he dotado a mi gran Familia de riqueza y potencia insondable y la robustezco con la fuerza invencible de un Amor infinito y eterno.
RECURSOS INUTILIZADOS.
Mis sacerdotes instruyen a los fieles con palabras simples y claras, diciendo que vuestros hermanos que han cumplido ya en la tierra el periplo de su vida temporal, no están divididos de nosotros, no están lejanos de vosotros.
Decid también que no están inertes y pasivos a vuestro respecto sino que, en un nuevo estado de vida más perfecta que la vuestra, os están cercanos, os aman. Ellos toman parte, en medida de la perfección alcanzada, en todas las vicisitudes de Mi Cuerpo Místico.
Os repito que ellos no pueden descartar vuestra libertad pero, si son solicitados por vuestra fe y por vuestras invocaciones , os están y estarán cada vez más cercanos en la lucha contra el Maligno. Os miran, os siguen e intervienen en la medida determinada por vuestra fe y por vuestra libre voluntad.
Hijo mío, ¡Qué inmensos tesoros ha predispuesto mi Padre para vosotros! ¡Cuán inmensos recursos inutilizados! ¡Cuántas posibilidades de bien dejadas caer en el vacío!
Se afirma creer, pero no hay más que un mínimo de coherencia con la fe en la que se dice creer.
Te bendigo. ¡Ámame!
REMEDIOS ESPIRITUALES.
- Señor, a mí me parece que hay tantas iniciativas y actividades en acción en tu Iglesia, precisamente para contener el mal.
Hijo mío, no faltan actividades e iniciativas, estudios y encuentros; hasta demasiados hay de eso. Pero te he dicho que urge poner la segur a la raíz, lo que quiere decir tener el valor de buscar las causas verdaderas de esta derrota del mundo cristiano de hoy.
El Concilio ha indicado estas causas, pero poquísimos las han tomado en serio. La mayoría con diabólica insensatez, han tomado el apunte para generar confusión y anarquía en Mi Cuerpo Místico, entre mis soldados, entre mis fieles. Los remedios para eliminar las causas de tantos males espirituales no pueden ser sino espirituales. Es obvio, los remedios os los he indicado con los luminosos ejemplos de mi vida, pasión y muerte.
El primer remedio, fundamental y seguro es la auténtica conversión. Ninguno debe maravillarse, ni los fieles ni mucho menos los sacerdotes. Comiencen mis sacerdotes a examinarse sobre su vida interior ¡cuánto encontrarán que deben rehacer!
Rehacerse a si mismos para rehacer a los demás, santificarse a sí mismos para santificar a los demás; menos lecturas inútiles y nocivas, menos televisión, menos espectáculos; más meditación y oración, más devoción a mi Madre y Madre vuestra también, más vida eucarística.
Hijo, por muchos de mis sacerdotes soy tratado como un objeto, ni más ni menos que un objeto cualquiera. Sin embargo Yo, Jesús Verbo Eterno de Dios, Dios como el Padre mío, estoy realmente presente en el Misterio del Amor, en el Misterio de la Fe.
Si mis sacerdotes tiene el valor de poner la mano en el arado para dar inicio a este saneamiento interior, Yo estaré con ellos. Yo los ayudaré,los asistiré, los consolaré a fin de que no fallen en sus santos propósitos y grande será también ayuda, la asistencia de mi Madre.
Desde aquí hijo mío,- dilo a tus hermanos sacerdotes-desde aquí se necesita iniciar la gran reforma para purificar y sobrenaturalizar mi iglesia en buena parte paganizada.
Para esto deberían mis sacerdotes encontrarse, para elaborar en hermandad de intentos, los planes de defensa personal y social de mi Iglesia.
No teman: Yo estaré en medio de ellos. Entonces si que les haré conocer mis caminos y mis pensamientos. En estos mis caminos los guiaré. Dilo hijo mío, sin miedo, sin temor, arroja tu pequeña semilla y reza para que no caiga en terreno árido sino en terreno fértil y fecundo.
Te bendigo. Ámame mucho.
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