MENSAJES DE NUESTRO SEÑOR
JESUCRISTO PARA SUS PREDILECTOS.
(“A mis Sacerdotes” de Concepción Cabrera de Armida)
XIX
(“A mis Sacerdotes” de Concepción Cabrera de Armida)
XIX
RELACIONES CON LAS RELIGIOSAS
“¡Y esto no es tan solo para el mundo en donde el sacerdote debe vivir! Sino también, y muy principalmente, en el trato exterior e intimo con las religiosas.
Ahí lo espera Satanás, muchas veces transformado en ángel de luz, para perderlo, para mancharlo, para encariñarlo con lazos que comienzan por espirituales y acaban por amores no santos.
En este punto deben estar muy alertas los Obispos y los superiores de comunidades. Hay ahí más de lo que se figuran; hay mucho malo que a Mí me hiere en esos tratos íntimos con las almas, pero que muchas veces también entran los cuerpos y los corazones para convertir y aparentar con capa de santidad lo que está muy lejos de serlo.
Cuántos peligros hay en este punto tan capital en mí Iglesia; cuántas desorientaciones en almas que sólo me veían a Mí y después miran a otro que no soy Yo, y que debiera ser Yo.
Satanás tiene su campo favorito en este punto y se goza en sus malignos engaños, en sus hipócritas procederes al cubrir de santidad lo que es diabólico.
Transformado en ángel de luz engaña a ambas partes y con el caramelo y con el atractivo de lo extraordinario, detiene y entretiene y revuelve y ofusca, sacando para su cosecha lo que pretende.
No siempre mancha, pero sí empaña; no siempre triunfa, pero siempre alborota; no siempre su veneno mata, pero sí enferma.
A Satanás le gusta, con toda su hipócrita malicia, imitar lo santo: y aquí tiene sus redes y engaña muy pausadamente, muy sutilmente a sacerdotes y dirigidas, y se necesita mucha luz de arriba para conocerlo, desenmascararlo, y despreciarlo.
Pone el cebo de lo santo a las almas buenas para traicionarlas después; pone en juego todo su arte para imitar lo divino, siendo todo compuesto de su infernal malicia para perder las almas.
¡Cuidado!, ¡cuidado para ellos y para ellas! Que esas almas, escondidas y ocultas, son las más a propósito para incendiarse, engañadas primero, y al descubierto después cuando ya están cogidos por Satanás.
Cuando menos, puede haber cariños que detienen y entretienen tontamente para enfriar poco a poco la vida de intimidad Conmigo. Este punto es muy resbaladizo y Satanás se goza en sus innumerables conquistas al mermar lo que es mío y hasta arrancar de mis brazos almas buenas que me consolaban.
El Corazón es corazón: y si no está bien orientado y enraizado en Mí, muy fácil le es deslizarse en lo humano, en lo terreno, y hasta en lo pecaminoso y sensual.
Mucho cuidado en este punto tan delicado de tanta trascendencia para sacerdotes y para las almas. Y si los Obispos deben vigilar las relaciones exteriores, deben también, con toda prudencia y tino, tocar, hasta donde les sea permitido, estas llagas interiores remediándoles.
Este trato íntimo, tan necesario en los confesonarios y en las direcciones espirituales, tienen sus escollos, tiene sus peligros y necesitan mucha virtud, mucha pureza, y mucha unión Conmigo las almas para ver en los sacerdotes sólo escalas para ir a Mí sin detenerse en el camino.
Que el Espíritu Santo y la Virgen María los transforme en otros Jesús,
“A los Sacerdotes, hijos predilectos de la Virgen Santísima.”
Vive hijo mío, de tal manera que pueda derramar sobre ti toda la ternura de mi Corazón Inmaculado y dolorido (…)
Cualquiera que te mire, te escuche, pase por tu lado, debe poder sentir que llega a su alma una ráfaga de este perfume sobrenatural, de la ternura que el Corazón de Madre siente hacia todos sus Hijos. Por eso te quiero verdaderamente despegado de todos. No busques otras voces ni otros apoyos. ¿No sientes que Yo misma te hablo y te conduzco? Mi Corazón Inmaculado será tu único consuelo y sólo de éste Corazón te vendrá todo aliento.
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