FRASES PARA SACERDOTES
"TODO LO QUE EL SACERDOTE VISTE, TIENE UNA BATALLA ESPIRITUAL".
De: Marino Restrepo.
Una misa de campaña en medio de las bombas
Al césar lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Así como este Santo sacerdote quiero decir que primero sirvamos a Dios y después, a los hombres.
ORACIÓN POR LOS SACERDOTES -
Señor Jesús, presente en el Santísimo Sacramento,
que quisiste perpetuarte entre nosotros
por medio de tus Sacerdotes,
haz que sus palabras sean sólo las tuyas,
que sus gestos sean los tuyos,
que su vida sea fiel reflejo de la tuya.
Que ellos sean los hombres que hablen a Dios de los hombres
y hablen a los hombres de Dios.
Que no tengan miedo al servicio,
sirviendo a la Iglesia como Ella quiere ser servida.
Que sean hombres, testigos del eterno en nuestro tiempo,
caminando por las sendas de la historia con tu mismo paso
y haciendo el bien a todos.
Que sean fieles a sus compromisos,
celosos de su vocación y de su entrega,
claros espejos de la propia identidad
y que vivan con la alegría del don recibido.
Te lo pido por tu Madre Santa María:
Ella que estuvo presente en tu vida
estará siempre presente en la vida de tus sacerdotes.
Amen
****
Nos dirigimos a ti, Oh bendito San José, nuestro protector en la tierra, como quien conoce el valor del trabajo y la respuesta a nuestro llamado. A través de tu Santa Esposa, la Inmaculada Virgen Madre de Dios, y sabiendo el amor paternal que tuviste a nuestro Señor Jesús, te pedimos nos asistas en nuestras necesidades y fortalezcas en nuestros trabajos.
Por la promesa de realizar dignamente nuestras tareas diarias, líbranos de caer en el pecado, de la avaricia, de un corazón corrupto. Se tú el solícito guardián de nuestro trabajo, nuestro defensor y fortaleza contra la injusticia y el error.
Seguimos tu ejemplo y buscamos tu auxilio. Socórrenos en todos nuestros esfuerzos, para así poder obtener contigo el descanso eterno en el Cielo.
EL NACIMIENTO DEL NIÑO JESÚS - Para niños -
Hace muchos, muchos años, Dios mandó al arcángel Gabriel a visitar a María, una dulce doncella judía. Gabriel tenía un mensaje para María: 'Vas a tener un hijo y se llamará Jesús. Será llamado Hijo del Altísimo y reinará para siempre'.
¿Cómo puede ser? - preguntó María - si no he estado con ningún hombre. Y el arcángel le dijo que aquel niño era el hijo de Dios.
María estaba prometida con un carpintero, de nombre José, quien al principio no creyó la historia de María y el bebé que llevaba dentro. Sin embargo, el ángel se le apareció en sueños y le contó lo sucedido. Desde entonces, decidió estar al lado de María.
Era 24 de diciembre y María y, su marido, José iban camino de Belén tal y como había ordenado el emperador romano César Augusto. José iba caminando y María, a punto de dar a luz a su hijo, sentaba en un burro.
A su llegada a Belén, María y José buscaron un lugar para alojarse, pero llegaron demasiado tarde y todos los mesones estaban completos. Finalmente, un buen señor les prestó su establo para que pasaran la noche.
José juntó paja e hizo una cama para su esposa. Lo que ninguno de los dos imaginaba antes de trasladarse ese día a Belén es que ese era el momento del nacimiento del Niño Jesús.
Y así nació el Niño Jesús, en un establo, y su madre, la Virgen María le colocó sobre un pesebre, el lugar donde se ponía la comida de los animales. Al caer la noche, en el cielo nació una estrella que iluminaba más que las demás y se situó encima del lugar donde estaba el niño.
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¿Y POR QUÉ FALTAR A MISA EL DOMINGO ES PECADO?
Por: P. Eduardo María Volpacchio
La participación en la celebración común de la eucaristía dominical es un testimonio de pertenencia y fidelidad a Cristo y a su Iglesia.
¿Es pecado faltar a Misa el domingo?
La respuesta a esta pregunta podría ser muy corta:
Sí, faltar a Misa –sin un motivo serio que lo justifique– es pecado grave.
Quizá interese detenernos un poco a analizar porque esto es así.
¿Y por qué faltar a Misa el domingo es un pecado?
Porque dejando de asistir dejamos de cumplir voluntariamente una obligación grave que tenemos. Y el incumplimiento de un deber grave, es una falta grave. Por eso el punto de partida de esta cuestión es la consideración de la ley de la Iglesia que manda participar en la Misa los domingos y días festivos.
¿Por qué puede ser pecado, si quien falta a Misa no hace mal a nadie?
La gravedad de los pecados no se mide por cuánto mal hace a otros, sino por la ofensa que representa a Dios. Por eso, por ejemplo la blasfemia es un pecado grave, aunque ninguna otra persona la escuche. Por otro lado quien falta a Misa el domingo se hace daño a sí mismo y a la Comunidad eclesial a la que pertenece. La falta de Dios es una carencia peligrosa: hace daño al alma.
¿Cuáles son las obligaciones del católico?
Los católicos, además de los Diez Mandamientos que resumen la ley natural y que son válidos para todos los hombres –no sólo para los cristianos-, tenemos otras obligaciones específicas por serlo: son los cinco Mandamientos de la Iglesia. Se trata de algunos deberes que regulan y encauzan la forma concreta de ser católicos: cómo nosotros amamos a Dios y le rendimos culto en la Iglesia. Entre ellos se encuentra la obligación de participar en la Santa Misa los domingos y fiestas de precepto. Es una de las obligaciones más básicas de los católicos. Sorprendentemente algunos católicos desconocen sus obligaciones. Y otros no acaban de creerse que existan verdaderos deberes que los obliguen. Piensan que por ser el amor la máxima ley cristiana, todo tendría que ser amor espontáneo, sin obligaciones. Pero esto no es así, ya que el amor es muy exigente: cuánto más amor, más exigencia de manifestarlo y de evitar todo lo que lo ofenda.
¿Es un consejo o es una ley?
Es importante distinguir los consejos y las leyes. Una cosa son las recomendaciones de cosas buenas que nos dan para ayudarnos a ser mejores: “procura ayudar a los demás”, “trata de rezar el Rosario”, etc. En este caso haremos lo que nos parezca oportuno, pero sin estar obligados en conciencia a seguir dichos consejos. Obviamente no pecamos, si decidimos no seguir un consejo.
Otra muy distinta son las leyes que nos obligan en conciencia: las leyes establecen estrictos deberes.
Entonces, ¿el incumplimiento de las leyes es pecado?
Tenemos que distinguir entre la ley divina –que viene directamente de Dios- y la ley eclesiástica –dictada por la Iglesia para concretar modos de servir y honrar a Dios.
La ley divina regula cuestiones esenciales de la vida, por lo que no admite excepciones: su incumplimiento siempre es malo, no puede no ser pecado. Es el caso de los Diez Mandamientos.
En cambio, la ley eclesiástica trata de unas concreciones mínimas de la Iglesia para ayudarnos a vivir la vida cristiana y no tiene intención de obligar cuando existe una grave dificultad para cumplirla. Por esto la ley eclesiástica no me obliga cuando su cumplimiento me representa una incomodidad grave: si un domingo estoy enfermo o tengo otra dificultad que me lo hace muy difícil no tengo obligación de ir a Misa. Pero en situaciones normales obliga de tal manera que su incumplimiento es pecado. Porque el desprecio de la ley de la Iglesia no puede ser bueno. Y no darle importancia, dejar voluntariamente de cumplirla, sin motivo, supone de hecho un desprecio.
Como no es una cuestión de opiniones personales, sino de lo establecido por la Iglesia, que es quien ha establecido las leyes eclesiásticas.
Veamos ahora qué nos enseña el Catecismo de la Iglesia Católica acerca de estos mandamientos (he resaltado con negrita las partes específicas sobre este tema).
LOS MANDAMIENTOS DE LA IGLESIA
2041 Los mandamientos de la Iglesia se sitúan en esta línea de una vida moral ligada a la vida litúrgica y que se alimenta de ella. El carácter obligatorio de estas leyes positivas promulgadas por la autoridad eclesiástica tiene por fin garantizar a los fieles el mínimo indispensable en el espíritu de oración y en el esfuerzo moral, en el crecimiento del amor de Dios y del prójimo. Los mandamientos más generales de la santa Madre Iglesia son cinco:
2042 El primer mandamiento (oír misa entera y los domingos y demás fiestas de precepto y no realizar trabajos serviles") exige a los fieles que santifiquen el día en el cual se conmemora la Resurrección del Señor y las fiestas litúrgicas principales en honor de los misterios del Señor, de la Santísima Virgen María y de los santos, en primer lugar participando en la celebración eucarística, y descansando de aquellos trabajos y ocupaciones que puedan impedir esa santificación de estos días (cf CIC can. 1246-1248; CCEO, can. 880, § 3; 881, §§ 1. 2. 4).
El segundo mandamiento ("confesar los pecados mortales al menos una vez al año") asegura la preparación para la Eucaristía mediante la recepción del sacramento de la Reconciliación, que continúa la obra de conversión y de perdón del Bautismo (cf CIC can. 989; CCEO can.719).
El tercer mandamiento ("recibir el sacramento de la Eucaristía al menos por Pascua") garantiza un mínimo en la recepción del Cuerpo y la Sangre del Señor en conexión con el tiempo de Pascua, origen y centro de la liturgia cristiana (cf CIC can. 920; CCEO can. 708. 881, § 3).
2043 El cuarto mandamiento (abstenerse de comer carne y ayunar en los días establecidos por la Iglesia) asegura los tiempos de ascesis y de penitencia que nos preparan para las fiestas litúrgicas y para adquirir el dominio sobre nuestros instintos, y la libertad del corazón (cf CIC can. 1249-51; CCEO can. 882).
El quinto mandamiento (ayudar a las necesidades de la Iglesia) enuncia que los fieles están además obligados a ayudar, cada uno según su posibilidad, a las necesidades materiales de la Iglesia (cf CIC can. 222; CCEO, can. 25. Las Conferencias Episcopales pueden además establecer otros preceptos eclesiásticos para el propio territorio. Cf CIC, can. 455).
Y en concreto, sobre la Misa dominical, señala:
2177 La celebración dominical del Día y de la Eucaristía del Señor tiene un papel principalísimo en la vida de la Iglesia. "El domingo en el que se celebra el misterio pascual, por tradición apostólica, ha de observarse en toda la Iglesia como fiesta primordial de precepto" (CIC, can. 1246,1).
"Igualmente deben observarse los días de Navidad, Epifanía, Ascensión, Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, Santa María Madre de Dios, Inmaculada Concepción y Asunción, San José, Santos Apóstoles Pedro y Pablo y, finalmente, todos los Santos" (CIC, can. 1246,1).
2178 Esta práctica de la asamblea cristiana se remonta a los comienzos de la edad apostólica (cf Hch 2,42-46; 1 Co 11,17). La carta a los Hebreos dice: "no abandonéis vuestra asamblea, como algunos acostumbran hacerlo, antes bien, animaos mutuamente" (Hb 10,25).
La tradición conserva el recuerdo de una exhortación siempre actual: "Venir temprano a la Iglesia, acercarse al Señor y confesar sus pecados, arrepentirse en la oración...Asistir a la sagrada y divina liturgia, acabar su oración y no marchar antes de la despedida...Lo hemos dicho con frecuencia: este día os es dado para la oración y el descanso. Es el día que ha hecho el Señor. En él exultamos y nos gozamos (Autor anónimo, serm. dom.).
La obligación del Domingo
2180 El mandamiento de la Iglesia determina y precisa la ley del Señor: "El domingo y las demás fiestas de precepto los fieles tienen obligación de participar en la Misa" (CIC, can. 1247). "Cumple el precepto de participar en la Misa quien asiste a ella, dondequiera que se celebre en un rito católico, tanto el día de la fiesta como el día anterior por la tarde" (CIC, can. 1248,1)
2181 La eucaristía del Domingo fundamenta y ratifica toda la práctica cristiana. Por eso los fieles están obligados a participar en la eucaristía los días de precepto, a no ser que estén excusados por una razón seria (por ejemplo, enfermedad, el cuidado de niños pequeños) o dispensados por su pastor propio (cf CIC, can. 1245). Los que deliberadamente faltan a esta obligación cometen un pecado grave.
2182 La participación en la celebración común de la eucaristía dominical es un testimonio de pertenencia y de fidelidad a Cristo y a su Iglesia. Los fieles proclaman así su comunión en la fe y la caridad. Testimonian a la vez la santidad de Dios y su esperanza de la salvación. Se reconfortan mutuamente, guiados por el Espíritu Santo.
2183 "Cuando falta el ministro sagrado u otra causa grave hace imposible la participación en la celebración eucarística, se recomienda vivamente que los fieles participen en la liturgia de la palabra, si ésta se celebra en la iglesia parroquial o en otro lugar sagrado conforme a lo prescrito por el Obispo diocesano, o permanezcan en oración durante un tiempo conveniente, solos o en familia, o, si es oportuno, en grupos de familias" (CIC, can. 1248,2).
Como se ve el Catecismo no deja lugar a dudas. Todo lo que se sale de esto, será una opinión personal al margen de lo establecido por la Iglesia.
FUENTE: es.catholic.net/algunasrespuestas.com
ESTE MENSAJE NO GUSTARÁ A LOS SACERDOTES - PAPA FRANCISCO -
A veces sufro cuando encuentro gente que viene llorando porque fue a confesarse y le dijeron de todo. Si vos te venís a confesar porque hiciste una, dos o diez mil macanas, das gracias a Dios y lo perdonas; tras que el otro pasa vergüenza y todo, le das, le das y le das, señaló el Papa. Luego, el Santo Padre continuó con un ejemplo de diálogo en el que el sacerdote le dice al penitente "no puedo absolverte porque estás en pecado mortal y tengo que pedir permiso al Obispo... ", eso sucede, por favor nuestro pueblo no puede estar en manos de delincuentes y un cura que obra así es un delincuente.
MENSAJES A MONSEÑOR OTTAVIO MICHELINI -
¿Por qué me ha escogido Dios?
¿Quién soy yo? Soy menos que un granito de polvo frente al universo, soy menos que una gotita invisible frente al océano, soy menos que un repugnante gusanillo que se arrastra en el fango de la tierra.
Soy un pobre sacerdote, entre tantos, el menos culto, el menos docto, el más desprovisto, un pobre sacerdote rico sólo en innumerables miserias de toda naturaleza.
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(Continuación)
24 de Agosto de l975
CONSTRUYEN MATERIALMENTE
Hijo mío, escribe:
- sacerdote malo: equivalente a Demonio que lleva almas a la perdición, deicida y homicida;
- sacerdote tibio: como un arbusto espinoso en tierra árida y estéril;
- sacerdote bueno: equivale a un poco de bien;
- sacerdote fervoroso: equivale a llama que ilumina, calienta y purifica;
- sacerdote santo: igual a muchas almas salvadas y santificadas.
Hijo, muchos sacerdotes se agitan, se mueven, construyen materialmente. Si tantas energías se gastaran en la construcción de mi Reino en las almas, cuánto bien... en cambio, ¡cómo están de orgullosos con sus obras estos sacerdotes míos! En realidad son como la higuera de la que habla el Evangelio, hojas, hojas y ni siquiera un fruto.
Sabes que es absurdo pensar en santificar a otros sin santificarse. Reflexiona en todo lo que Yo hice para que mis Apóstoles fueran santos, en todo lo que hice y hago para que mis sacerdotes sean santos.
Una pizca de verdadera fe bastaría para evitar las terroríficas consecuencias de la aridez estéril del alma sacerdotal. La esterilidad es culpable por carencia responsable de fe, esperanza y caridad, o sea, de la vida divina.
Los quiero salvos
Has visto la multitud de almas paradas, más aún inmóviles, estancadas como las aguas de los pantanos por la carencia culpable de buenos confesores expertos.
Has visto el estancamiento de muchas almas consagradas por la carencia culpable de santos y hábiles directores espirituales. Muchas de estas almas, si hubieran sido bien guiadas habrían llegado a cimas altísimas de perfección.
¡Qué desolación, hijo mío, que desolación! Esas almas no han realizado la finalidad suprema de su vocación por la ciega incapacidad de aquellos a quienes llegan y son confiadas.
¿Por qué te hablo casi exclusivamente sobre los males que afligen a mi Iglesia? Porque el médico cura la parte enferma del cuerpo, no de la sana. Y ¿no soy Yo el Médico divino de las almas?
No he venido a curar a los sanos, sino a los enfermos, no he venido por los justos sino por los pecadores. Y ¿quién más necesitado que un sacerdote en crisis de vida interior?
Los quiero salvos a estos sacerdotes míos. Los amo infinitamente, quiero su conversión. He dicho conversión, porque de conversión se trata.
Hijo, está en juego su alma, la salvación o perdición eterna de su alma. Reza y repara. Es un deber de justicia y de caridad.
Ofréceme tus sufrimientos y ámame.
Te Bendigo.
25 de Agosto de 1975
DEBIERAN VIGILAR
¿Has leído las palabras del Evangelio de esta mañana que dirigí a Pedro? "Tú eres Pedro y sobre esta piedra Yo edificaré mi Iglesia y las puertas del Infierno no prevalecerán contra Ella".
En estas últimas palabras "las puertas de los Infiernos no prevalecerán" está claramente indicada la tremenda y gigantesca lucha, el choque continuo, el combate inevitable de las potencias del bien contra las oscuras y misteriosas potencias del mal.
Pero, si ya no se cree en Mí, Verbo eterno de Dios, ¿con qué valor se intenta predicar en mi nombre?
O si no creen, o dudan fuertemente incluso aquellos que han sido encargados de formar a mis futuros sacerdotes del mañana. ¿Qué se podrá pensar del mañana? ¿Podrá jamás un árbol malo dar frutos buenos?
Cuánto ofende a mi Corazón misericordioso la visión de la ruina espiritual que se realiza en los seminarios, en los conventos, en las familias religiosas. Pero ¿cómo evitar la justa ira de mi Padre?
Oh sí, hijo mío, el derrumbe está en curso y será tremendo su precipitarse arrollador.
Si en un ejército en guerra los oficiales, en lugar de vigilar y hacer de todo para descubrir los movimientos del enemigo, duermen y se entretienen en diversiones, la derrota es inevitable.
En mi Iglesia la batalla estalla en todos los frentes, los centinelas no todos están vigilantes. Aquellos que debieran vigilar, demasiado han dormido y demasiado duermen; no se hace uso de los grandes poderes dados a mis sacerdotes, y por desgracia muchos se encuentran en tal sopor que hacen dudar fuertemente de su despertar.
Satanás se señorea
No se cree, hijo, en la evidencia, porque se vive superficialmente. Bastaría meditar, reflexionar un poco sobre lo que está sucediendo en la Iglesia y en el mundo, para llegar a la lógica conclusión de que todo lo que está sucediendo en el mundo no es fruto del tabú sino del Príncipe de las tinieblas y de sus secuaces.
No se ha dado importancia a mis múltiples intervenciones. No se han escuchado debidamente las sugerencias de mi Madre en sus numerosas intervenciones, para indicar a los cristianos, y a los sacerdotes en particular, el modo de contener, con oración y mortificación, la acción homicida de Satanás y sus secuaces.
No han valido las múltiples llamadas de mi Vicario, es más, se han hecho posteriormente materialistas, hablando hipócritamente de renovación.
No, hijo, la única renovación posible es una verdadera, sincera conversión.
Satanás con orgullosa arrogancia se señorea; y muchos de mis insensibles ministros no se dan cuenta o fingen no darse cuenta.
¿Hasta cuándo? ¿Aún por mucho tiempo? Reza, repara, ofréceme tus sufrimientos, ámame hijo.
Tú estás en mi Corazón misericordioso. Tú "la pequeña gota de agua" serás absorbido en el océano infinito de amor de mi Corazón, desgarrado por la salvación de todos.
MENSAJES DE MEJUGORJE - Octubre, Noviembre 2022
Mensajes de Nuestra Señora Reina de la Paz en Medjugorje
Al inicio Nuestra Señora regularmente da sus mensajes sólo a los videntes, y a través de ellos a todos los fieles. A partir del 1 de marzo de 1984, Nuestra Señora comienza a entregar regularmente sus mensajes todos los jueves a la comunidad de parroquial de Medjugorje, y a través de ella, al resto del mundo. Puesto que algunas cosas que el Señor había deseado se cumplieron, como lo afirmó Nuestra Señora , a partir del 25 de enero de 1987, Nuestra Señora da sus mensajes a todo el mundo los 25 de cada mes Esto aún continúa.
Mirjana Dragicevic-Soldo, Ivanka Ivankovic-Elez y Jakov Colo tuvieron apariciones diarias hasta 1982, 1985, y 1998 respectivamente. Desde entonces, la Virgen se les aparece una vez al año y les da un mensaje. Debido a que el trabajo sobre los archivos está aún en curso, no estamos en condiciones de publicar los mensajes otorgados antes de 1995.
(http://www.medjugorje.ws)
Mensaje 25 de octubre de 2022
Mensaje 25 de noviembre de 2022
“¡Queridos hijos! El Altísimo me permite estar con ustedes, y ser su alegría y camino en la esperanza, porque la humanidad se ha decidido por la muerte. Por eso Él me ha enviado a enseñarles que sin Dios no tienen futuro. Hijitos, sean instrumentos de amor para todos los que no han conocido al Dios del amor. Testimonien con alegría su fe y no pierdan la esperanza en el cambio del corazón humano. Yo estoy con ustedes y los bendigo con mi bendición maternal. Gracias por haber respondido a mi llamado. ”
Mensaje 25 de noviembre de 2022
“¡Queridos hijos! El Altísimo me ha enviado a ustedes para enseñarles a orar. La oración abre los corazones y da esperanza; y la fe nace y se fortalece. Hijitos, yo los invito con amor: regresen a Dios porque Dios es su amor y su esperanza. Si no se deciden por Dios no tienen futuro, y por eso estoy con ustedes para guiarlos a fin de que se decidan por la conversión y la vida, y no por la muerte. Gracias por haber respondido a mi llamado. ”
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