FRASES PARA SACERDOTES

"TODO LO QUE EL SACERDOTE VISTE, TIENE UNA BATALLA ESPIRITUAL". De: Marino Restrepo.

Una misa de campaña en medio de las bombas


Al césar lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Así como este Santo sacerdote quiero decir que primero sirvamos a Dios y después, a los hombres.

ORACIÓN DE SANTIFICACIÓN SACERDOTAL




Señor Jesús, que quisiste perpetuarte entre nosotros por medio de tus sacerdotes, haz que sus palabras sean sólo las tuyas, que sus gestos sean los tuyos, que su vida sea fiel reflejo de la tuya. Que ellos sean los hombres que hablen a Dios de los hombres y hablen a los hombres de Dios. Que no tengan miedo al servicio, sirviendo a la Iglesia de balde y con todo lo nuestro”. Que sean hombres, testigos del amor del Padre en nuestro tiempo, caminando por las sendas de la historia con tu mismo paso y haciendo el bien a todos. Que sean fieles a sus compromisos, celosos de su vocación y entrega, claros espejos de la propia identidad y que vivan con la alegría del don recibido. Te lo pedimos por tu Madre Santa María: Ella que estuvo presente en tu vida estará siempre presente en la vida de tus sacerdotes. Amén.


Preces para pedir sacerdotes santos

V. Para conseguir el perdón de los pecados,
R. Señor, danos sacerdotes santos.

V. Para que no nos falte la Sagrada Eucaristía,
R. Señor, danos sacerdotes santos.

V. Para que prediquen a Cristo, y a éste crucificado,
R. Señor, danos sacerdotes santos.

V. Para que den testimonio de la Verdad,
R. Señor, danos sacerdotes santos.

V. Para que los niños conserven la Gracia,
R. Señor, danos sacerdotes santos.

V. Para que la juventud conozca y siga a Cristo,
R. Señor, danos sacerdotes santos.

V. Para que los mayores conformen sus vidas según la Ley de Dios,
R. Señor, danos sacerdotes santos.

V. Para que tengamos hogares cristianos,
R. Señor, danos sacerdotes santos.

V. Para que en nuestros pueblos se viva la unión y la caridad cristiana,
R. Señor, danos sacerdotes santos.

V. Para que los enfermos reciban los auxilios espirituales,
R. Señor, danos sacerdotes santos.

V. Para que nos acompañen a la hora de nuestra muerte, y ofrezcan la Santa Misa por nosotros,
R. Señor, danos sacerdotes santos.

Santa María, Madre de la Iglesia, Reina de los Apóstoles, alcánzanos del Señor muchos y santos sacerdotes. Así sea.

SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA


La fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen María, se celebra en toda la Iglesia el 15 de agosto. Esta fiesta tiene un doble objetivo: La feliz partida de María de esta vida y la asunción de su cuerpo al cielo.


Asunción y Coronación de la Virgen - Museo del Prado

En el Credo Apostólico profesamos nuestra fe en la "Resurrección de la carne" y en la "vida eterna", fin y sentido último del camino de la vida. Esta promesa de fe se cumple ya en María, como "signo de consuelo y esperanza segura" (Prefacio). Este privilegio de María está estrechamente ligado al hecho de ser la Madre de Jesús: dado que la muerte y la corrupción del cuerpo humano son una consecuencia del pecado, no era conveniente que la Virgen María -libre de pecado- se viera afectada por ellos. De ahí el misterio de la "Dormición" o "Asunción al Cielo".

El hecho de que María esté ya en el cielo en cuerpo y alma es para nosotros un motivo de alegría, de felicidad, de esperanza. Una criatura de Dios -María- ya está en el cielo: con ella y como ella estaremos también nosotros, criaturas de Dios, un día. El destino de María, unida al cuerpo transfigurado y glorioso de Jesús, será el destino de todos los que están unidos al Señor Jesús en la fe y en el amor.

Es interesante constatar que la liturgia -a través de los textos bíblicos tomados del libro del Apocalipsis y de Lucas, con el canto del Magnificat- nos lleva a orar más que a reflexionar. El Evangelio, en efecto, nos sugiere que leamos el misterio de María a la luz del Magnificat: el amor gratuito que se extiende de generación en generación y la predilección por los últimos y los pobres encuentran en María su mejor fruto, su obra maestra, un espejo en el que todo el pueblo de Dios puede mirar sus propios rasgos. La solemnidad de la Asunción al Cielo de la Santísima Virgen María en cuerpo y alma es el signo elocuente de que no sólo el alma sino también el cuerpo son "cosa muy hermosa" (Gn 1,31), hasta el punto de que, como en la Virgen María, nuestra carne será asumida en el cielo.

Esto no nos exime de comprometernos con la historia; al contrario, es precisamente la mirada hacia la meta, hacia el cielo, nuestra patria, la que nos impulsa a comprometernos en nuestra vida presente siguiendo la línea del Magnificat: alegres por la misericordia de Dios y atentos a todos los hermanos que encontramos en el camino, empezando por los más débiles y frágiles.


¿Cómo se celebra la Fiesta de la Asunción?

La Solemnidad de la Asunción es una de los días de precepto del año litúrgico. En la mayoría de los países católicos, es, además, un día feriado. Algunos centros lo celebran con procesiones y festivales en honor a María.

La Asunción es un mensaje de esperanza que nos hace pensar en la dicha de alcanzar el Cielo, la gloria de Dios y en la alegría de tener una madre que ha alcanzado la meta a la que nosotros caminamos.


¿Qué sucedió en la Asunción de María?

El Catecismo (CIC 966) afirma: "Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo y enaltecida por Dios como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores y vencedor del pecado y de la muerte" (LG 59; cf. Pío XII, Const. apo. Munificentissimus Deus, 1 noviembre 1950: DS 3903). La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos:

«En el parto te conservaste Virgen, en tu tránsito no desamparaste al mundo, oh Madre de Dios. Alcanzaste la fuente de la Vida porque concebiste al Dios viviente, y con tu intercesión salvas de la muerte nuestras almas (Tropario en el día de la Dormición de la Bienaventurada Virgen María).


¿Cuándo se declaró el dogma de la Asunción de María?

Desde los primeros tiempos de la Iglesia se enseñaba la Asunción de María, y finalmente en el año 1950 el Papa Pío XII la definió como dogma. En su Constitución Apostólica Munificentissimus Deus, escribió: “declaramos y definimos ser dogma de revelación divina que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste.”


¿Es bíblico este dogma?

Así como con el dogma de la Inmaculada Concepción, el de la Asunción no se encuentra expresado per se en las Escrituras. Fue definido dogmáticamente por el Papa Pio XII en el año 1950 en la encíclica Munificentissimus Deus. En ella, el Papa se refirió a que muchos “sagrados escritores… sirviéndose de textos escriturísticos o de semejanza y analogía, ilustraron y confirmaron la piadosa creencia de la Asunción”; explicando así que él no manifestaba una nueva doctrina sino que cumplía su mandato divino de expresar “con fidelidad la revelación transmitida por los Apóstoles”. La Iglesia enseña que el dogma de la Asunción estaba al menos implícitamente presente en la Escritura y en la Tradición Apostólica y por lo tanto es un signo legítimo de la “asistencia del Espíritu de la Verdad”.

En la encíclica, el Papa Pio XII señaló varios pasajes de las Escrituras que, en su opinión, ilustraban la doctrina de la Asunción de María. Estos son algunos de ellos:

“¡Levántate, Yahveh, hacia tu reposo, tú y el arca de tu fuerza!” Sal 132 (131),8
[sobre la Esposa del Cantar] “que sube del desierto, cual columna de humo sahumado de mirra y de incienso” (Ct 3,6)
La Mujer vestida de sol (Ap 12)
“… y honrar el lugar donde mis pies reposan.” (Is 60,13)
“¿Quién es esta que sube del desierto, apoyada en su amado?” (Ct 8,5)


¿Murió la Virgen María?

La proclamación del dogma de la Asunción no incluye este aspect. Sin embargo, el Papa brinda un recuento de la tradición litúrgica y teológica que afirma que la Virgen María, a ejemplo de su Hijo, murió, fue preservada incorrupta y luego fue elevada por Dios de entre los muertos.

En su encíclica Munificentissimus Deus, en su número 20, el Papa Pío XII afirma: “… los Santos Padres y los grandes doctores, en las homilías y en los discursos dirigidos al pueblo con ocasión de esta fiesta, no recibieron de ella como de primera fuente la doctrina, sino que hablaron de ésta como de cosa conocida y admitida por los fieles; la aclararon mejor; precisaron y profundizaron su sentido y objeto, declarando especialmente lo que con frecuencia los libros litúrgicos habían sólo fugazmente indicado; es decir, que el objeto de la fiesta no era solamente la incorrupción del cuerpo muerto de la bienaventurada Virgen María, sino también su triunfo sobre la muerte y su celestial glorificación a semejanza de su Unigénito.”

Las Iglesias orientales, Católica y Ortodoxa, se refieren a este suceso como la Dormición de María o su descanso en Cristo, tomando una expresión para referirse a la muerte que utiliza el Nuevo Testamento.


¿Dónde dice en la Biblia que María fue asunta al Cielo?

Aunque la Biblia no lo indica explícitamente, la tradición profética respecto del Mesías es inseparable de la Mujer que lo dio a luz (Gn 3,15). En este texto, cuyo contexto es la creación y la caída de Adán y Eva, los Padre de la Iglesia vieron al Nuevo Adán y la Nueva Eva. Esto completa la reflexión de San Pablo en Romanos capítulo 5 sobre que si Adán es figura de Cristo, Eva es figura de María. Asimismo, si el “no” de Eva llevó a la caída de Adán, quien, como cabeza de la raza humana, pasó la muerte a todo el género humano como castigo por su pecado, el “sí” de María engendró la victoria sobre la muerte de nuestra naturaleza humana en Cristo. Sería inconcebible, entonces, que el Hijo permitiera que Su Madre sufriera corrupción en lugar de elevarla y hacerla compartir Su victoria.


¿Qué nos enseña la Asunción de María?

En una homilía para la fiesta de la Asunción, el Papa San Juan Pablo II expresó: In a homily for the Assumption, Pope St. John Paul II said, “María, elevada al cielo, indica el camino hacia Dios, el camino del cielo, el camino de la vida. Lo muestra a sus hijos bautizados en Cristo y a todos los hombres de buena voluntad. Lo abre, sobre todo, a los humildes y a los pobres, predilectos de la misericordia divina. A las personas y a las naciones, la Reina del mundo les revela la fuerza del amor de Dios…”

“En esta solemnidad de la Asunción contemplamos a María: ella nos abre a la esperanza, a un futuro lleno de alegría y nos enseña el camino para alcanzarlo: acoger en la fe a su Hijo; no perder nunca la amistad con él, sino dejarnos iluminar y guiar por su Palabra; seguirlo cada día, incluso en los momentos en que sentimos que nuestras cruces resultan pesadas. María, el arca de la alianza que está en el santuario del cielo, nos indica con claridad luminosa que estamos en camino hacia nuestra verdadera Casa, la comunión de alegría y de paz con Dios”. Homilía de Benedicto XVI (2010).


Oración a María Asunta

Oh María Inmaculada Asunta al cielo,
tú que vives bienaventurada en la visión de Dios:
de Dios Padre que te hizo alta criatura, de Dios Hijo que quiso
ser generado como hombre por ti y tenerte como madre,
de Dios Espíritu Santo que en ti realizó la concepción humana del Salvador.

Oh María purísima,
Oh María dulcísima y bellísima,
Oh María, mujer fuerte y reflexiva.
Oh María, pobre y dolorosa,
María, virgen y madre,
mujer humanísima como Eva, más que Eva;
cercana a Dios en tu gracia, en tus privilegios,
en tus misterios,
en tu misión, en tu gloria.
Oh María asunta a la gloria de Cristo en la perfección completa
y transfigurada de nuestra naturaleza humana.
Oh María, puerta del cielo,
espejo de la Luz divina,
santuario de la Alianza entre Dios y los hombres,
deja que nuestras almas vuelen tras de ti
deja que se eleven tras tu radiante camino
transportadas por una esperanza que el mundo no tiene, la de la dicha eterna.
Consuélanos desde el cielo, oh Madre misericordiosa,
y por tus caminos de pureza y esperanza guíanos un día al encuentro feliz contigo
y con tu divino Hijo nuestro Salvador Jesús.
¡Amén!
(San Pablo VI)


FUENTES:
ewtn.com
vaticannews.va
aciprensa.com
catholic.net

¿QUÉ ES EL DOGMA DE LA ASUNCIÓN?




El dogma de la Asunción se refiere a que la Madre de Dios, luego de su vida terrena fue elevada en cuerpo y alma a la gloria celestial.

Este Dogma fue proclamado por el Papa Pío XII, el 1º de noviembre de 1950, en la Constitución Munificentisimus Deus:

"Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo".

Ahora bien, ¿por qué es importante que los católicos recordemos y profundicemos en el Dogma de la Asunción de la Santísima Virgen María al Cielo? El Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica responde a este interrogante:

"La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos" (#966).

La importancia de la Asunción para nosotros, hombres y mujeres de comienzos del Tercer Milenio de la Era Cristiana, radica en la relación que hay entre la Resurrección de Cristo y la nuestra. La presencia de María, mujer de nuestra raza, ser humano como nosotros, quien se halla en cuerpo y alma ya glorificada en el Cielo, es eso: una anticipación de nuestra propia resurrección.

Más aún, la Asunción de María en cuerpo y alma al cielo es un Dogma de nuestra fe católica, expresamente definido por el Papa Pío XII hablando "ex-cathedra". Y ... ¿qué es un Dogma? Puesto en los términos más sencillos, Dogma es una verdad de Fe, revelada por Dios (en la Sagrada Escritura o contenida en la Tradición), y que además es propuesta por la Iglesia como realmente revelada por Dios.

En este caso se dice que el Papa habla "ex-cathedra", es decir, que habla y determina algo en virtud de la autoridad suprema que tiene como Vicario de Cristo y Cabeza Visible de la Iglesia, Maestro Supremo de la Fe, con intención de proponer un asunto como creencia obligatoria de los fieles Católicos.

El Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica (#966) nos lo explica así, citando a Lumen Gentium 59, que a la vez cita la Bula de la Proclamación del Dogma: "Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada libre de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada a la gloria del Cielo y elevada al Trono del Señor como Reina del Universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores y vencedor del pecado y de la muerte".
Y el Papa San Juan Pablo II, en una de sus Catequesis sobre la Asunción, explica esto mismo en los siguientes términos:

"El dogma de la Asunción afirma que el cuerpo de María fue glorificado después de su muerte. En efecto, mientras para los demás hombres la resurrección de los cuerpos tendrá lugar al fin del mundo, para María la glorificación de su cuerpo se anticipó por singular privilegio" (San Juan Pablo II, 2-julio-97).

"Contemplando el misterio de la Asunción de la Virgen, es posible comprender el plan de la Providencia Divina con respecto a la humanidad: después de Cristo, Verbo encarnado, María es la primera criatura humana que realiza el ideal escatológico, anticipando la plenitud de la felicidad, prometida a los elegidos mediante la resurrección de los cuerpos" (San Juan Pablo II , Audiencia General del 9-julio-97).

Continúa el Papa: "María Santísima nos muestra el destino final de quienes `oyen la Palabra de Dios y la cumplen' (Lc. 11, 28). Nos estimula a elevar nuestra mirada a las alturas, donde se encuentra Cristo, sentado a la derecha del Padre, y donde está también la humilde esclava de Nazaret, ya en la gloria celestial" (San Juan Pablo II, 15-agosto-97)

Los hombres y mujeres de hoy vivimos pendientes del enigma de la muerte. Aunque lo enfoquemos de diversas formas, según la cultura y las creencias que tengamos, aunque lo evadamos en nuestro pensamiento, aunque tratemos de prolongar por todos los medios a nuestro alcance nuestros días en la tierra, todos tenemos una necesidad grande de esa esperanza cierta de inmortalidad contenida en la promesa de Cristo sobre nuestra futura resurrección.

Mucho bien haría a muchos cristianos oír y leer más sobre este misterio de la Asunción de María, el cual nos atañe tan directamente. ¿Por qué se ha logrado colar la creencia en el mito pagano de la re-encarnación entre nosotros? Si pensamos bien, estas ideas extrañas a nuestra fe cristiana se han ido metiendo en la medida que hemos dejado de pensar, de predicar y de recordar los misterios, que como el de la Asunción, tienen que ver con la otra vida, con la escatología, con las realidades últimas del ser humano.

El misterio de la Asunción de la Santísima Virgen María al Cielo nos invita a hacer una pausa en la agitada vida que llevamos para reflexionar sobre el sentido de nuestra vida aquí en la tierra, sobre nuestro fin último: la Vida Eterna, junto con la Santísima Trinidad, la Santísima Virgen María y los Ángeles y Santos del Cielo. El saber que María ya está en el Cielo gloriosa en cuerpo y alma, como se nos ha prometido a aquéllos que hagamos la Voluntad de Dios, nos renueva la esperanza en nuestra futura inmortalidad y felicidad perfecta para siempre.


FUENTE: aciprensa.com

EL SANTO CURA DE ARS, SAN JUAN MARÍA VIANNEY

Juan Bautista Vianney era un santo, un apasionado amante de la cruz. Sabía muy bien que el sufrimiento es el precio con que se compran las almas. Su vida era una continua inmolación por los pecadores. Pobre hasta la necesidad. Y no se cansaba de hablar del amor de Dios, de la Eucaristía, de la Santísima Virgen... JESÚS MARTI BALLESTER

 


San Juan María Vianney, conocido como el Santo Cura de Ars, fue un sacerdote francés que ejerció su ministerio en una pequeña villa francesa llamada Ars, donde estuvo cerca de 42 años. Cuando llegó al pueblo, que contaba con poco más de 200 habitantes, el vicario general de la diócesis le dijo: «No hay mucho amor de Dios en esta parroquia; usted procurará introducirlo». El nuevo párroco trató de encender el corazón de sus fieles a través de los sacramentos, la predicación y la penitencia. No tenía una especial ciencia, pero su unión con Dios no solo transformó Ars, sino también el resto de Francia, y hoy es modelo sacerdotal para todo el mundo.


Juan M. Vianney, cura de Ars, patrón del clero que cura las almas

Si comprendiéramos bien lo que es un sacerdote en la tierra, moriríamos: no de miedo, sino de amor." La vida de San Juan María Vianney está resumida en este pensamiento suyo. Conocido como "el Cura de Ars", Juan Maria Vianney nació el 8 de mayo de 1786 en Dardilly, cerca de Lyon. Sus padres eran agricultores y lo orientaron desde muy joven a trabajar en el campo, tanto fue así que Juan llegó a los 17 años, todavía analfabeto. Sin embargo, gracias a las enseñanzas religiosas de su madre, aprendió muchas oraciones de memoria y vivió un fuerte sentido religioso.


"Me gustaría conquistar muchas almas"

Mientras los vientos del terror, de la violencia y de la furia de la Revolución soplaban en Francia, Juan tuvo la fortuna de recibir el Sacramento de la Reconciliación en su casa, no en la iglesia, gracias a un sacerdote "refractario" que no había jurado lealtad a los revolucionarios. Lo mismo sucedió con la Primera Comunión, la recibió en un granero, durante una misa "clandestina". A los 17 años, Juan sintió la llamada al sacerdocio: "Si fuera sacerdote, querría ganar muchas almas", dijo. Pero el camino no era fácil, dada su escasísima formación intelectual y cultural. Sólo gracias a la ayuda de sabios sacerdotes, entre ellos el abad Balley, párroco de Écully, logró ser ordenado sacerdote el 13 de agosto de 1815, a la edad de 29 años.


Largas horas en el Sacramento de la Reconciliación

Tres años más tarde, en 1818, fue enviado a Ars, un pequeño pueblo del sudeste de Francia, habitado por unas 230 personas. Allí dedicó todas sus energías al cuidado de los fieles: fundó el Instituto "Providencia" para acoger a los huérfanos y visitar a los enfermos y a las familias más pobres, restauró la iglesia y organizó las fiestas patronales. Pero fue en el Sacramento de la Reconciliación donde se expresó mejor la misión del Cura de Ars: siempre disponible para la escucha y el perdón, pasaba hasta 16 horas al día en el confesionario. Cada día, una multitud de penitentes de todas partes de Francia se confesaban con él, tanto que Ars fue rebautizado como "el gran hospital de las almas". El mismo Vianney hacía largas vigilias y ayunos para ayudar a expiar los pecados de los fieles: "Te diré cuál es mi receta", explicó a un cofrade, "doy a los fieles que se confiesan solo una pequeña penitencia y el resto de la penitencia la suplo yo en su lugar".


Patrón de los párrocos

Consagrado enteramente a Dios y a sus feligreses, murió el 4 de agosto de 1859, a la edad de 73 años. Sus restos descansan en Ars, en el Santuario a él dedicado, que acoge 450.000 peregrinos cada año. Beatificado en 1905 por Pío X, Juan María Vianney fue canonizado en 1925 por Pío XI, quien en 1929 lo proclamó "Patrón de todos los párrocos del mundo". En 1959, en el centenario de su muerte, San Juan XXIII le dedicó la Encíclica Sacerdotii Nostri Primordia, proponiéndolo como modelo para los sacerdotes, mientras que en 2009, con motivo del 150º aniversario de su muerte, Benedicto XVI convocó un "Año Sacerdotal" en la Iglesia universal para ayudar a promover el compromiso de renovación interior de todos los sacerdotes y para que su testimonio de fidelidad al Evangelio en el mundo de hoy fuera más incisivo y creíble.


Oración a San Juan María Vianney

Oh! Santo Cura de Ars, tú hiciste de tu vida
un servicio total a Dios y a los hombres:
haz que el Espíritu Santo nos conduzca para responder
sin miedo a nuestra vocación personal.

Tú, que adorando a Jesús vivo en la Eucaristía,
encontraste fuerza, confianza y esperanza,
enséñanos a gustar de la presencia silenciosa
de Jesús en el Santísimo Sacramento.

Tú, que fuiste amigo de los pecadores,
desata el nudo de miedo que tienen
muchos hombres alejados del perdón de Dios.
Aumenta el arrepentimiento por nuestras culpas
y muéstranos el verdadero rostro del Padre que es la Misericordia.

Tú, apoyo de los pobres,
libera nuestro corazón del dinero y de todas las falsas riquezas
y enséñanos a compartir con los que lo necesitan.

Tú, que con serena confianza te abandonaste a la Virgen María,
enséñanos a rezarle con la simplicidad y la confianza de un niño.

Señor Jesús, por intercesión de San Juan María Vianney,
manda también ahora obreros a tu mies: que sean numerosos
los jóvenes capaces de seguirte y servirte en los hermanos.

Dona vocaciones santas a tu Iglesia y haz santos a nuestros sacerdotes:
que sean de oración constante, fuertes en la prueba,
con amor a la Iglesia y entusiasmo para anunciar el Evangelio.

¡Santo Cura de Ars,
Ruega por nosotros!


FUENTES:
vaticannews.va
comunitacenacolo.it/
mercaba.org

DOCUMENTACIÓN ACERCA DEL INFIERNO: Misericordia Divina



Refiere San Gregorio en el libro cuarto de los Diálogos, capítulo cincuenta y cinco, otro caso semejante a éste, y dice que en Centumcellas, que es una ciudad de Italia, era cura en la iglesia parroquial de San Juan un sacerdote siervo de Dios. Éste, para conservar su salud, iba algunas veces bañarse en cierto baño y fuente de agua que sale de su manantial cálida. Entró un día, y halló allí un varón desconocido, el cual le sirvió de descalzarle, recogióle el vestido, sirvióle después de bañado de una sábana, con que limpió su cuerpo, de modo que tuvo particular cuidado de todo lo que fue regalo suyo y servicio, sin pedirle interés alguno. Y acostumbrando esto otras veces, una de ellas, teniendo de él memoria al tiempo que iba a bañarse el sacerdote, quiso llevarle dos roscas de pan blanco. Bañóse, y habiendo de él recibido el servicio acostumbrado, le dio el pan, rogándole que le recibiese con la voluntad que se lo daba. Mostróse el otro afligido, y dijo:

- Este pan que, señor, me das, yo no puedo comerle. Sabe que en otro tiempo fui dueño de este lugar, y por mis pecados me lo señalaron para que en él los purgase. Si quieres hacerme bien y merced, procura de ofrecer al Omnipotente Dios y Señor Nuestro el salutífero pan, en el sacrificio santo de la Misa, y conocerás si te ha oído cuando, viniendo aquí, no me hallares.

Con esto desapareció el que hablaba, y el sacerdote celebró Misa por él una semana entera, ofreciendo con lágrimas el cuerpo y sangre de Jesucristo, Dios y Señor Nuestro, por aquella alma. Y volviendo al baño, pasada la semana, no halló al que antes hallaba siempre, y conforme al concierto y aviso dado por él, entendió que ya había salido de aquella pena y estaba gozando de Dios en su gloria.


siemprejamas.tripod.com

MENSAJES DE MEJUGORJE - Julio

Mensajes de Nuestra Señora Reina de la Paz en Medjugorje

Al inicio Nuestra Señora regularmente da sus mensajes sólo a los videntes, y a través de ellos a todos los fieles. A partir del 1 de marzo de 1984, Nuestra Señora comienza a entregar regularmente sus mensajes todos los jueves a la comunidad de parroquial de Medjugorje, y a través de ella, al resto del mundo. Puesto que algunas cosas que el Señor había deseado se cumplieron, como lo afirmó Nuestra Señora , a partir del 25 de enero de 1987, Nuestra Señora da sus mensajes a todo el mundo los 25 de cada mes. Esto aún continúa.


Mirjana Dragicevic-Soldo, Ivanka Ivankovic-Elez y Jakov Colo tuvieron apariciones diarias hasta 1982, 1985, y 1998 respectivamente. Desde entonces, la Virgen se les aparece una vez al año y les da un mensaje. Debido a que el trabajo sobre los archivos está aún en curso, no estamos en condiciones de publicar los mensajes otorgados antes de 1995.

(http://www.medjugorje.ws)


Mensaje 25 de julio de 2024


“¡Queridos hijos míos! Con alegría los he elegido y los guío porque en ustedes, hijitos, veo personas de fe, esperanza y oración. Hijitos, que los guíe la dignidad de ser míos; y yo los guío a Aquel que es el Camino, la Verdad y la Vida. Estoy con ustedes para que la paz triunfe en ustedes y a su alrededor, porque con esa intención Dios me ha enviado a ustedes. Gracias por haber respondido a mi llamado. ”

EL HOMBRE DEBERÍA TEMBLAR

EL HOMBRE DEBERÍA TEMBLAR
San Francisco de Asís