CONCEPCIÓN CABRERA DE ARMIDA (MEXICO, 1862 - 1937) |
La vanidad nace de la soberbia: es el ser mismo de Satanás.
El sacrificio es uno de los puntos culminantes y como el cimiento para la transformación en Mí.
Solo el Espíritu Santo transforma, regenera, hermosea y llena de gracias a las almas, las transforma en Mí, y es su mayor gusto por complacer al Padre, y pone toda su actividad en el alma QUE SE DEJA HACER, QUE RECIBE SU ACCIÓN Y SU UNCIÓN SIN RESISTIRLA.
Sin duda que me basta el amor divino; y no sólo me basta sino que soy el mismo Amor, con el Padre y con el Espíritu Santo. Pero me hice hombre por hacer feliz al hombre; por llevarlo a Dios, a la Divinidad, PERO COMO HOMBRE, QUIERO AMOR DE HOMBRE, CARICIAS HUMANAS, TERNURAS HUMANAS...
Nadie es santo, si no se transforma en Mí por el Espíritu Santo y por María.
No sólo quiero que se me honre en los templos de piedra, sino en los templos vivos de las almas.
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