La sotana en mi infancia
Cuando pequeña nuestro sacerdote era el padre Leandro
Uriarte (q. e.p.d.)
Era un sacerdote Español muy estricto en la catequesis con los niños y
también al predicar el Evangelio desde aquel púlpito que estaba arriba subiendo
una escalerita.
El padre Leandro cuando no estaba celebrando Misa revestido
con su casulla, siempre usaba la sotana negra a donde fuera. Por eso yo siempre pensaba: “El padre es de Dios, es de la
Iglesia, es diferente a todos los hombres”.
Lo mismo pensaba del padre Jesús de San Felieu (q.e.p.d.)
quien reemplazó al padre Uriarte cuando tuvo que regresar a España, su país
natal.
El padre de San Felieu (también Español) me administró los
sacramentos de la Comunión, Confesión, y Matrimonio. Guardo un gran recuerdo y
admiración por este sacerdote al cual siempre veíamos con su sotana negra en todas partes,
era muy activo.
Inspiraba respeto, admiración, tenacidad y yo seguía
pensando que los sacerdotes eran hombres diferentes a los otros, había algo que
me atraía y me hacía sentir esa admiración y respeto por aquel de la sotana
negra. Estaba convencida que aquel que celebraba la Misa tenía la llave o la
autoridad para todo lo de Dios, sabía que Lo representaba.
Claro que ahora de adulta sé que no todos los que la usan
son santos o perfectamente fieles al Señor pero
es lo que desean y lo que buscan, que es lo importante. Son soldados del
Señor que se identifican con ese uniforme
militar en primera fila de esta guerra
espiritual y que cuando los vemos nos recuerdan a Dios, sabemos que Dios
anda por allí y que el demonio huye al verlos vestidos asi.
Satanás sabe que este es el hombre más poderoso sobre la tierra, el
infierno huye y aulla cuando este hombre consagrado al Rey se empieza a
revistir de Cristo con sus vestimentas sacerdotales para celebrar la Santa Misa pues
los quema, conocen su poder. Y esto es casualmente lo que San Francisco le
decía a sus monjes: “Id, y si es necesario usad las palabras”.
Aquellos hombres especiales y diferentes con vestido negro talar ( o por lo menos el cleryman o la camisa negra con cuello clerical) que irradiaban luz, que irradiaban esa fuerza misteriosa que nos hablaba de
Dios con solo verlos pasar, son muy escasos hoy día ya que tristemente desde mediado de los años 60 hacia acá, el
demonio ha logrado junto con la cizaña por medio de la desobediencia privarnos
de esa luz, de esa gracia.
No hay excusas, pero las razones son muchas: el modernismo,
la nueva era, por el respeto humano, eso era en el pasado pero ahora no, etc.
No importan las razones, cada sacerdote responderá ante el
Señor cuando los llame pues al que más se le da más se le exigirá.
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