Para comprender el significado de la solemnidad de los santos y la conmemoración de los difuntos hay que saber que existen tres estados en la Iglesia: 1- La iglesia peregrina en la tierra. En ella estamos nosotros hasta el día de nuestra muerte. 2- La iglesia purgante (en el purgatorio), la componen los difuntos que necesitan aun purificación antes de entrar en el cielo. Por ellos oramos el día de los difuntos, el 2 de Noviembre, para que pronto vayan al cielo. (no rezamos por los que están en el infierno porque su condena es irreversible) 3- la iglesia triunfante, ya glorificada en el cielo. A ellos los santos honramos el 1 de Noviembre.
Solemnidad de Todos los Santos.
Durante todo el año celebramos la fiesta de muchos santos famosos. Pero la Iglesia ha querido recordar que en el cielo hay innumerables santos que no cabrían en el calendario. Por eso nos regala esta solemne fiesta de Todos los Santos que abarca a todos nuestros hermanos que ya están en el cielo. Multitudes de santos desconocidos por nosotros pero amadísimos de Dios. Entre ellos pueden haber familiares nuestros, amigos, vecinos...
Universal vocación a la santidad en la Iglesia.
La fiesta de Todos los Santos no es solo para recordar sino también una llamada a que vivamos todos nuestra vocación a la santidad, cada uno según su propio estado de vida (como solteros, casados, viudos, consagrados, etc.). El capítulo V de la Constitución Dogmática Lumen Gentium (Concilio Vaticano II), lleva por título Universal vocación a la santidad en la Iglesia. Dios nos creó para que seamos santos. Según Benedicto XVI, El santo es aquel que está tan fascinado por la belleza de Dios y por su perfecta verdad que éstas lo irán progresivamente transformando. Por esta belleza y verdad está dispuesto a renunciar a todo, también a sí mismo. Le es suficiente el amor de Dios, que experimenta y transmite en el servicio humilde y desinteresado del prójimo.
Historia.
Desde la Iglesia primitiva, los cristianos siempre hemos venerado a los mártires por su virtud heroica. Al guardar en nuestros corazones sus memorias y su ejemplo, nos animan a vivir también nosotros la radicalidad del Evangelio. Es por ello que se guardan sus reliquias. Estas pueden ser partes de sus cuerpos o de sus ropas u otros artículos asociados con ellos.En la Biblia leemos que los cristianos guardaban hasta las ropas y pañuelos que San Pablo hubiese tocado (Hechos 19,12).Durante la persecución de Diocleciano (284-305) hubieron tantos mártires que no se podían conmemorar todos. Así surgió la necesidad de una fiesta en común la cual se comenzó a celebrar, aunque en diferentes fechas, a partir del siglo IV. La Roma pagana observaba el fin del año el 21 de febrero con una fiesta llamada Feralia, para darle descanso y paz a los difuntos. Se rezaba y hacían sacrificios por ellos. Con la cristianización del imperio, los papas pudieron remplazar las prácticas paganas. El 13 de Mayo de 609 o 610, el Papa Bonifacio IV consagró el Panteón Romano (donde antes se honraba a dioses paganos) para ser templo de la Santísima Virgen y de todos los Mártires. Fue así que se comenzó la fiesta para todos los santos.
Gregorio III (731-741) la transfirió al 1ro de Noviembre. Gregorio IV (827-844) extendió esta fiesta a toda la Iglesia. Los Ortodoxos griegos celebran a todos los santos el primer domingo después de Pentecostés. Hoy es necesario renovar la Solemnidad de Todos los Santos. Si no la vivimos, fiestas paganas, como Halloween, tomarán su lugar.
S.S. Benedicto XVI sobre el día de todos los santos, 2007. El cristiano, ya es santo, pues el Bautismo le une a Jesús y a su misterio pascual, pero al mismo tiempo tiene que llegar a ser santo, conformándose con Él cada vez más íntimamente. Advirtió ante el peligro de caer en un equívoco: A veces se piensa que la santidad es un privilegio reservado a unos pocos elegidos. En realidad, ¡llegar a ser santo es la tarea de cada cristiano, es más, podríamos decir, de cada hombre!.
Todos los seres humanos están llamados a la santidad que, en última instancia, consiste en vivir como hijos de Dios, en esa "semejanza" a Él, según la cual, han sido creadostodos los seres humanos son hijos de Dios, y todos tienen que llegar a ser lo que son, a través del camino exigente de la libertad. Dios les invita a todos a formar parte de su pueblo santo. El "Camino" es Cristo, el Hijo, el Santo de Dios: nadie puede llegar al Padre si no por Él, aclaró.
S.S. Benedicto XVI sobre el día de todos los santos, 2006. Queridos hermanos y hermanas: Celebramos hoy la solemnidad de todos los santos y mañana conmemoraremos a los fieles difuntos. Estas dos celebraciones litúrgicas, muy queridas, nos ofrecen una oportunidad singular para meditar en la vida eterna. El hombre moderno, ¿sigue esperando esta vida eterna o considera que pertenece a una mitología ya superada? En nuestro tiempo, más que en el pasado, vivimos tan absorbidos por las cosas terrenales, que en ocasiones es difícil pensar en Dios como protagonista de la historia y de nuestra misma vida.
La existencia humana, sin embargo, por su naturaleza, está orientada hacia algo más grande, que le trasciende; en el ser humano no se puede suprimir el anhelo por la justicia, la verdad, la felicidad plena. Ante el enigma de la muerte, muchos sienten el deseo y la esperanza de volver a encontrar en el más allá a sus seres queridos. Y es fuerte también la convicción de un juicio final que restablezca la justicia, la espera de un esclarecimiento definitivo en el que a cada quien se le dé lo que le corresponde. Ahora bien, para nosotros, los cristianos, vida eterna no sólo indica una vida que dura para siempre, sino también una nueva calidad de la existencia, sumergida plenamente en el amor de Dios, que libera del mal y de la muerte y nos pone en comunión sin fin con todos los hermanos y hermanas que participan en el mismo Amor.
La eternidad, por tanto, puede estar ya presente en el centro de la vida terrena y temporal, cuando el alma, mediante la gracia, se une a Dios, su fundamento último. Todo pasa, sólo Dios no cambia. Un Salmo dice: "Mi carne y mi corazón se consumen: ¡Roca de mi corazón, mi porción, Dios por siempre!" (Salmo 72/73,26). Todos los cristianos, llamados a la santidad, son hombres y mujeres que viven firmemente aferrados a esta Roca, tienen los pies en la tierra, pero el corazón ya está en el Cielo, morada definitiva de los amigos de Dios.
Queridos hermanos y hermanas: Meditemos en estas realidades con el espíritu dirigido a nuestro destino último y definitivo, que da sentido a las situaciones diarias. Renovemos el gozoso sentimiento de la comunión de los santos y dejémonos atraer por ellos hacia la meta de nuestra existencia: el encuentro, cara a cara, con Dios. Recemos para que ésta sea la herencia de todos los fieles difuntos, no sólo de nuestros seres queridos, sino también de todas las almas, especialmente de las más olvidadas y necesitadas de la misericordia divina. Que la Virgen María, Reina de todos los santos, nos guíe para escoger en todo momento la vida eterna, la la vida del mundo futuro, como decimos en el Credo; un mundo que ya ha sido inaugurado por la resurrección de Cristo y cuya llegada podemos apresurar con nuestra conversión sincera y con las obras de caridad.
Novena a nuestro Santo Patrono para la Solemnidad de todos los Santos Solemnidad: 1 de noviembre
MEDITACIÓN Santos son quienes se distinguen por sus virtudes heroicas durante la vida y que la Iglesia honra como Santos, sea por la autoridad de su ordinario y universal magisterio o por una definición solemne llamada canonización. Para que la Iglesia reconozca oficialmente la santidad de una persona es necesario que esta se halle ya en gloria, que se la pueda invocar en todas partes y que sus virtudes, durante la vida o el martirio, sirvan de testimonio y ejemplo a los fieles cristianos.
La Iglesia honra a los Santos que están ya con el Señor en la Gloria porque, con el ejemplo de su vida heroica nos sirven de estímulo y además porque interceden ante Dios por nosotros.Nuestra unión con Cristo hace que estemos unidos con todos aquellos que forman parte de la gran familia de Dios, la Comunión de los Santos. Nosotros, en la tierra, miembros de la Iglesia militante, todavía presentamos batalla como buenos soldados de Cristo; todavía caminamos a la Casa del Padre. Entre tanto, somos ayudados y animados por los victoriosos y santos miembros de la familia, la Iglesia triunfante de Cristo en el Cielo. Honremos a los Santos y esforcémonos por imitar sus ejemplos y vidas virtuosas. El amor y unión que disfrutamos en la Comunión de los Santos se manifiesta también por la práctica de invocar a los Santos del Cielo como nuestros patronos e intercesores ante Dios. Intercesión muy poderosa porque han manifestado en la tierra tener mucho amor de Dios. Además, porque es una manera de participar en los méritos que ganamos con sus vidas heroicas.
Desde los primeros siglos del Cristianismo se ha llamado Santo o Beato Patrón a aquel que alguna comunidad, organización, lugar o persona haya escogido como especial intercesor ante Dios. Costumbre que tuvo origen en el hecho de que al cambiar de nombre indicaba la transformación en la persona misma. Por ejemplo: Abram es Abraham, Simón Pedro, Saulo en Pablo. La costumbre también es debida a la practica de haberse construido iglesias sobre tumbas de mártires. En el Bautismo y Confirmación recibimos el nombre de un Santo a quien imitar y encomendarnos.
Debemos encomendar frecuentemente al Santo Patrón nuestras necesidades de alma y cuerpo, especialmente en la fiesta del Santo. Se le puede honrar, por ejemplo, haciendo una novena en su honor.
LA PALABRA DE DIOS ¡Oh Señor! por tu sangre compraste para Dios a hombre de toda raza, de toda lengua, pueblo y nación. Los hiciste reino y sacerdotes para nuestro Dios y dominarán toda la tierra (Ap 5, 9-10). Nosotros somos el Templo de Dios vivo. Ya lo dijo la Escritura: Habitaré y viviré en medio de ellos, seré su Dios y ellos serán mi pueblo (2 Cor 6,16). El que a ustedes los llamó es Santo y también ustedes han de ser santos en toda su conducta, según dice la Escritura: Ustedes serán santos porque yo lo soy. (1 Pe 1, 15-16)
ORACIONES Oración propia de la Novena Gran Santo ___, te escogieron en mi Bautismo como guardián y testigo de mis obligaciones. Bajo tu nombre fui entonces hecho hijo de Dios por adopción, renuncie a Satanás, a sus obras y falsas promesas. Con tu poderosa intercesión ven en mi ayuda para que yo cumpla aquellas sagradas promesas. Tu también las hiciste en los días de tu peregrinación por la tierra. Tu fidelidad en conservarlas hasta el fin te ha merecido la vida eterna. Yo estoy llamado a la misma felicidad que tu disfrutas ya. Se me ofrece la misma ayuda con que tu pudiste conseguir la vida eterna. Tu venciste las tentaciones que yo experimento. Ruega por mí, Santo Patrón, para que, inspirado por tu ejemplo y asistido con tus oraciones, pueda yo llevar una vida santa, tener una muerte dichosa y alcanzar Vida Eterna, alabar y dar gracias a Dios en el Cielo contigo.Te suplico ruegues a Dios que, si es su voluntad, me conceda esta gracia particular.
(Mencione el favor que desea).
Oración final Dios todopoderoso y eterno, te has complacido en hacer a tu Iglesia ilustre por el variado esplendor de los Santos. Al venerar su memoria, podamos nosotros también seguir sus claros ejemplos de virtud en la tierra y así obtener la corona del Cielo. Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Dios todopoderoso y eterno, te has complacido en hacer a tu Iglesia ilustre por el variado esplendor de los Santos. Al venerar su memoria, podamos nosotros también seguir sus claros ejemplos de virtud en la tierra y así obtener la corona del Cielo. Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Dios Todopoderoso y eterno, te has complacido en hacer a tu Iglesia ilustre por el variado esplendor de los Santos. Al venerar su memoria, podamos nosotros también seguir sus claros ejemplos de virtud en la tierra y así obtener la corona del Cielo. Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor. Amén.
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