El valor del ayuno consiste no solo en evitar ciertas comidas, pero en renunciar a todas las actitudes, pensamientos y deseos pecaminosos.
Si tu ayunas, que lo prueben tus obras!
Para que el ayuno sea verdadero no puede serlo solo de boca, sino que se debe ayunar de los ojos, los oídos, los pies, las manos, y de todo el cuerpo, de todo lo interior y exterior.
Ayuna de todo lo que pone en peligro tu alma y tu santidad.
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