DESCUIDO DE LAS ORACIONES.
V: Pensaba, ahora ya soy sacerdote. He conseguido mi propósito. Al principio, puede decirse que he cumplido bien con mis obligaciones sacerdotales. Pero de pronto, me resultó demasiado monótono. EMPECÉ POR DESCUIDAR LA ORACIÓN DEL CELIBATO. Al principio no he rezado ya toda la oración. Poco a poco, cuando había tenido un día muy ocupado, o que por lo menos así me parecía, no he rezado toda la oración, o la he aplazado. Y de pronto la cuestión había llegado a...¡No quiero hablar más!
E. ¡Di la verdad, Verdi, en nombre de Jesucristo, en honor de Dios! ¡Di la verdad sobre tu vida para que sirva de advertencia a los sacerdotes!
V: Llegué a un punto, en que pensé, ¡Ah! Esas oraciones tan aburridas del breviario; me quitan muchísimo tiempo. Pero hubiera sido mejor que no hubiera pensado en eso, porque (con una voz desgraciada), al no rezar la oración del breviario fue mi perdición. Cuando dejé de rezarlo fui cayendo sucesivamente en el pecado. Pero cuando caí en el pecado de la deshonestidad, como es natural, ya no he leído la misa con devoción. Y siguió toda una cadena de reacciones. Cuando ya no leía la misa con devoción, ya no estaba en estado de gracia. Toda la Biblia, y todo lo que en ella se dice, era un reproche para mí. También eran una advertencia para mí los diez mandamientos, porque en el verdadero sentido, ya no vivía según ellos. Porque había sido para mí una advertencia, tampoco quería realizar la enseñanza de los niños bien y en toda su profundidad. ¿Cómo hubiera podido instruirlos sobre lo bueno, si ya no seguía yo ese camino? Por eso tengo que decir...¡Pero no quiero hablar!
E: ¡En nombre de Jesucristo, en nombre del Santísimo Sacramento del Altar, di la verdad y solamente la verdad sobre la vida de los sacerdotes!
V: Por eso tengo que decir a esos modernistas y humanistas o como se llamen ahora en estos tiempos, les va, o les irá, lo mismo que a mí. ¿Cómo pueden predicar a los niños y a los laicos algo, que ellos mismos no siguen en su vida? Tendrían que mentir. (gime). No quiero...
E: ¡Di la verdad y solamente la verdad en nombre de Jesucristo, en nombre de la Santísima Trinidad, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, del Santísimo Sacramento del Altar...en honor de Dios!
V: Los corazones de muchos se han convertido en verdaderos antros de asesinos. Si todavía no lo son ahora, ya están infectados. ¿PERO CÓMO ES POSIBLE QUE UNA MANZANA, EN LA QUE YA VIVE Y EXISTE UN GUSANO, PUEDA SEGUIR SIENDO UNA MANZANA SABROSA, E INTEGRA, Y EXHALAR, A LA LARGA, SU AGRADABLE AROMA? Eso solo puede hacerlo un sacerdote que vive virtuosamente y que es virtuoso. Si los sacerdotes de hoy en día viviesen virtuosamente ante el mundo y ante la juventud, tendríais un mundo mil veces mejor del que tenéis hoy en día. ¿Cómo puedo yo difundir lo bueno, si no lo tengo en mi mismo? ¿Cómo puedo predicar sobre el Espíritu Santo, si soy feliz si no lo oigo...?
E: Di la verdad, Verdi Garandieu, la verdad en nombre de Jesucristo!
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