Jesús a Juan de Zebedeo (el puro entre los discípulos).
Insisto sobre el valor de la pureza. La castidad es siempre fuente de lucidez de pensamiento. La virginidad afina y conserva la sensibilidad intelectiva y afectiva hasta la perfección, perfección que sólo quien es virgen experimenta.
Jesús a sus discípulos.
¡Misero aquel sirvo del Señor que piensa en su triunfo y no en el de Dios; que trata de sacar partido, que sueña con ponerse en alto en un trono... ¡Oh!, hecho de los intereses de Dios rebajados hasta el suelo (estos, que son celestes)! Ya no es siervo este, aunque externamente lo parezca; es un mercader, un traficante, un falso que se engaña a si mismo, que engaña a los hombres y que querría engañar a Dios... un desalmado que se cree principe y es esclavo...; es del Demonio, su rey de embuste.
Insisto sobre el valor de la pureza. La castidad es siempre fuente de lucidez de pensamiento. La virginidad afina y conserva la sensibilidad intelectiva y afectiva hasta la perfección, perfección que sólo quien es virgen experimenta.
Jesús a sus discípulos.
¡Misero aquel sirvo del Señor que piensa en su triunfo y no en el de Dios; que trata de sacar partido, que sueña con ponerse en alto en un trono... ¡Oh!, hecho de los intereses de Dios rebajados hasta el suelo (estos, que son celestes)! Ya no es siervo este, aunque externamente lo parezca; es un mercader, un traficante, un falso que se engaña a si mismo, que engaña a los hombres y que querría engañar a Dios... un desalmado que se cree principe y es esclavo...; es del Demonio, su rey de embuste.
No hay comentarios:
Publicar un comentario