FRASES PARA SACERDOTES

"Cuando rezamos el Santo Rosario y nos unimos a María, estamos viviendo lo que es la familia porque cuando los hijos se reúnen con La Madre y juntos le oran a Dios, es la familia orando unida". DE: Marino Restrepo.
Papa Francisco a los sacerdotes que llevan "doble vida"

LA DEVOCIÓN DE LOS SIETE DOLORES DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA - PARTE 2 -



“Dios quiere establecer en el mundo la devoción a Mi Inmaculado Corazón”.


Los Siete Dolores de Nuestra Señora
1. La profecía del anciano Simeón
2. La huída a Egipto
3. El Niño Jesús perdido
4. El encuentro de María con Jesús en el camino al Calvario
5. La Crucifixión y muerte de Jesús
6. La lanzada que traspasó el Corazón de Jesús y su descendimiento de la cruz
7. La sepultura de Jesús


Gracias y promesas conectadas a la práctica de esta devoción en honor de los Dolores de la Santísima Virgen María:

Según San Alfonso de Ligorio (Las Glorias de  María), fue revelado a Santa Isabel que, a pedido de Nuestra Señora, Nuestro Señor prometió cuatro gracias principales para los devotos de Sus Dolores:

1. Todos los que, a la hora de la muerte, invoquen la Divina Madre en nombre de Sus Dolores obtendrán un verdadero arrepentimiento de sus pecados;
2. Él protegerá todos los que han tenido esta devoción en sus tribulaciones, y los protegerá especialmente a la hora de la muerte;
3. Grabará en sus mentes la recordación de Su Pasión;
4. Colocará estos siervos devotos en las manos de Su Madre María, para que Ella hace de ellos lo que desea y obtendrá para ellos todas las gracias que desean.

Además de estas cuatro gracias, hay aún siete promesas conectadas a la práctica de rezar siete Ave Marías diariamente, mientras se medita en las Lágrimas y Dolores de Nuestra Señora. Estas siete promesas fueron reveladas a Santa Brígida de Suecia:

1. “Concederé la paz a sus familias”.
2. “Serán iluminados sobre los Misterios divinos”.
3. “Los consolaré en sus dolores y los acompañaré en su trabajo”.
4. Les daré lo que piden, si no contraríe la voluntad adorable de Mi Hijo Divino y la santificación de sus almas”.
5. “Los defenderé en sus batallas espirituales contra el enemigo infernal, y los protegeré en todos los instantes de sus vidas”.
6. “Los ayudaré visiblemente a la hora de su muerte – ellos verán la faz de su Madre”.
7. “Obtuve de Mi Divino Hijo esta gracia: que quien propaga esta devoción a Mis Lágrimas y Dolores será llevado directamente de esta vida terrena a la felicidad eterna, porque todos sus pecados serán perdonados y Mi Hijo será su consuelo y alegría eternales”.


Novena a Nuestra Señora de los Dolores (de la Raccolta)

Puede decirse como una novena de nueve días y/o acompañar la reza diaria de 7 Ave Marías ofrecidas en honor de los Dolores de Nuestra Señora.

Comenzar cada día con:
V. Oh Dios ven en mi auxilio.
R. Señor, apresúrate a socorrerme.
V. Gloria al Padre, etc.
R. Así como era, etc.

Después:
Día I. Sufro por Ti, María Dolorosísima, en la aflicción de Tu corazón tierno con la profecía del santo viejo Simeón. Querida Madre, por Tu corazón tan afligido, obtén para mí la virtud de la humildad y el Don del santo Temor de Dios. Rece un Ave María.
Día II. Sufro por Ti, María Dolorosísima, en la angustia de Tu afectuosísimo corazón durante la fuga al Egipto y Tu estadía allí. Querida Madre, por Tu corazón tan perturbado, obtén para mí la virtud de la generosidad, especialmente para con los pobres, y el Don de la Piedad. Rece un Ave María.
Día III. Sufro por Ti, María Dolorosísima, en las ansiedades que perturbaron Tu corazón amargado por la pérdida de Tu querido Jesús. Querida Madre, por Tu corazón tan angustiado, obtén para mí la virtud de la castidad y el Don de la Ciencia. Rece un Ave María.
Día IV. Sufro por Ti, María Dolorosísima, en la consternación de Tu corazón al encontrar Jesús cuando cargaba Su Cruz. Querida Madre, por Tu corazón tan perturbado, obtén para mí la virtud de la paciencia y el Don de la Fortaleza. Rece un Ave María.
Día V. Sufro por Ti, María Dolorosísima, en el martirio que Tu corazón generoso suportó al estar cerca de Jesús en Su agonía. Querida Madre, por Tu corazón de tal manera afligido, obtén para mí la virtud de la temperancia y el Don del Consejo. Rece un Ave María.
Día VI. Sufro por Ti, María Dolorosísima, en la herida de Tu corazón compasivo, cuando el lado de Jesús fue alcanzado por la lanza y Su Corazón fue traspasado. Querida Madre, por Tu corazón así traspasado, obtén para mí la virtud de la caridad fraterna y el Don del Entendimiento. Rece un Ave María.
Día VII. Sufro por Ti, María Dolorosísima, por los dolores que arrancaron Tu amantísimo corazón cuando Jesús fue sepultado. Querida Madre, por Tu corazón hundido en la amargura de la desolación, obtén para mí la virtud de la diligencia y el Don de la Sabiduría. Rece un Ave María.

V. Ruega por nosotros, Virgen dolorosísima,
R. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

Oremos.

Sea hecha intercesión por nosotros, te suplicamos, Señor Jesucristo, ahora y en la hora de nuestra muerte, ante el trono de Tu misericordia, por la Santísima Virgen María, Tu Madre, Cuya santísima alma fue traspasada por una espada de dolor en la hora de Tu amarga Pasión. Pedimos esto por intercesión de Tu, Jesucristo, Salvador del mundo, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.


Indulgencia de 5 años. Indulgencia de 7 años en cada día de septiembre. Indulgencia plenaria una vez por mes, bajo las condiciones usuales, si estas oraciones sean dichas diariamente (Pio VII, Audiencia, 14 de enero de 1815).


Invocaciones

Santa Madre, traspasadme; renovad en mi corazón cada herida de mi Salvador crucificado. (Misal Romano).

Indulgencia de 500 días. Indulgencia plenaria bajo las condiciones usuales, si sea rezada con devoción todos los días durante un mes (S.P. Ap., 1 de agosto de 1934).

María dolorosísima, Madre de los Cristianos, rogad por nosotros. Indulgencia de 300 días (Pio
X, Audiencia, 4 de junio de 1906)

Virgen dolorosísima, rogad por nosotros. Virgo dolorosissima, ora pro nobis.

Indulgencia de 300 días. Indulgencia de 5 años, si, en honor de la Santísima Virgen María de los Dolores, si rece con devoción el Ave María 7 veces, después de la invocación encima indicada una vez (S.P. Ap., 22 de noviembre de 1934).


Oraciones a la Madre Dolorosa (de la Raccolta)

María, Santísima Virgen y Reina de los Mártires, aceptad el homenaje sincero de mi afecto filial. Recibid mi pobre alma en vuestro corazón, traspasado por tantas espadas. Recibidla como compañera de vuestros dolores al pie de la Cruz en que Jesús murió por la redención del mundo. Con Vos, oh Virgen dolorosa, sufriré alegremente todas las tribulaciones, contradicciones y enfermedades que Nuestro Señor querría enviarme. Las ofrezco todas a Vos en memoria de vuestros dolores, para que cada pensamiento de mi mente y cada latido de mi corazón sean un acto de compasión y de amor por Vos. Oh Vuestra Merced, dulce Madre, tened piedad de mí, reconciliadme con vuestro Divino Hijo Jesús, conservadme en vuestra gracia y asistidme en mi última agonía, de modo que pueda alcanzar el Cielo, estar consigo y cantar vuestras glorias. Amén.

Indulgencia de 500 días – (S.C. Ind, 20 de marzo de 1887).

Santísima Virgen y Madre, cuya alma fue traspasada por una espada de dolor en la Pasión de Vuestro Divino Hijo, y Que, en Su gloriosa Resurrección, fuisteis llena de alegría sin fin por Su triunfo, obtened para nosotros, que nos dirigimos a Vos, que compartimos de las adversidades de la Santa Iglesia y de los dolores del Sumo Pontífice, de modo que podamos alegrarnos con ellos en los consuelos por los que rezamos, en la caridad y paz de Cristo Nuestro Señor. Amén.

Indulgencia de 500 días (Pio X, Rescrito de su propio puño, 25 de enero de 1906).


El Rosario de los Siete Dolores

Una de las devociones practicadas y promovidas por los siete fundadores de los Siervos de María era el Rosario de los Siete Dolores. Este Rosario consiste de siete segmentos, un segmento para cada uno de los siete principales dolores de la Santísima Virgen. Cada segmento del Rosario consiste en rezar un Padre Nuestro y siete Avemarías mientras se medite en el dolor correspondiente a ese segmento, todo esto seguido por un versículo especial, siendo dicho al fin de cada segmento. Después de las oraciones del séptimo segmento, se reza un Salve Reina y otra oración, seguida de tres Avemarías más al fin, en honor de las lágrimas que Nuestra Señora derramó en Sus Dolores.

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