FRASES PARA SACERDOTES

"Cuando rezamos el Santo Rosario y nos unimos a María, estamos viviendo lo que es la familia porque cuando los hijos se reúnen con La Madre y juntos le oran a Dios, es la familia orando unida". DE: Marino Restrepo.
Papa Francisco a los sacerdotes que llevan "doble vida"

¿CÓMO DISTINGUIR ENTRE EL SANTO TEMOR DE DIOS Y LOS ESCRÚPULOS?




25. XI. MMX María Lourdes Quinn


Le dice el Buen Ladrón al otro malhechor crucificado con el Señor en el Evangelio de la Solemnidad de Cristo Rey [21.11.2010]: “¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio?” (Lc. 23, 40) Más debemos temer perder a Dios por nuestros pecados que la muerte física, y ese Buen Ladrón, alcanzado por la gracia divina, lo comprendió.

Explica el Bto. Papa Juan Pablo II: “Esté siempre vivo en vuestros corazones ‘el temor de Dios’. Este es el ‘principio de la sabiduría’ (cf. Sal 110 (111), 10). Y de la sabiduría nace el ‘amor’.” (Homilía del 12.10.1984) Sta. Catalina de Alejandría era muy inteligente, pero fue su temor de ofender a Dios lo que le llenó de sabiduría para poder confirmar su amor en el martirio. “El amor perfecto echa fuera el temor” (1 Jn. 4, 18), y por eso su amor de Dios le llenaba de paz, como a los primeros cristianos. “La Iglesia gozaba de paz por toda Judea, Galilea y Samaría. Se consolidaba y caminaba en el temor del Señor y crecía con el consuelo del Espíritu Santo.” (Hechos 9, 31)

En cambio, los escrúpulos: “Son como espinas, que no dejan al alma reposar y sosegar en Dios y gozar de la verdadera paz.” (S. Pedro de Alcántara, “Tratado de la oración y meditación”, II,3).


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Un lector Alberto, tras leer el post “10 mandamientos para los escrupulosos”escribe con una duda sobre los escrúpulos:

“…tuve relaciones sexuales [con diferentes mujeres] y ahora me viene la duda por saber si tuvieron un hijo y me da ganas de ir a preguntarles, pero … mi director espiritual que es mi confesor también me dice que no tengo que averiguar nada, pero a mí me da la idea de que si no pregunto puede haber un hijo mío dando vueltas y del cual no me responsabilizocometiendo un pecado grave y por lo tanto merecedor de infierno. ¿Es esto último un escrúpulo?

¿Cómo sé si es un escrúpulo? Vos definiste al escrúpulo como “la duda irrazonable sobre la moralidad de un acto hecho o por hacer”. En lo que yo entiendo, si tu definición es válida, yo sería escrupuloso porque no sé si un cierto acto por hacer, que sería no averiguar nada […], es moral o no.

Espero me respondas lo antes posible. Así puedo definir si mi problema son nada más que escrúpulos, con lo que me quedaría abandonarme en mi director espiritual.”

El post mencionado por Alberto incluye información sobre la escrupulosidad, que llena a uno de temor en vez de amor. En este enlace: “Los escrúpulos”, el P. Fortea explica lo que son. Quizás ayude, además, recordar que esto es lo que dice el “Catecismo de la Iglesia Católica” sobre lo que constituye un pecado mortal (por el cual se condena uno al Infierno) y un pecado venial:

“1857. Para que un pecado sea mortal se requieren tres condiciones: ‘Es pecado mortal lo que tiene como objeto una materia grave y que, además, es cometido con pleno conocimiento y deliberado consentimiento’ (RP 17).”

“1862 Se comete un pecado venial cuando no se observa en una materia leve la medida prescrita por la ley moral, o cuando se desobedece a la ley moral en materia grave, pero sin pleno conocimiento o sin entero consentimiento.”

Su director espiritual le ayudará a discernir sus pecados y si es escrupuloso. Le hará mucho bien confiar en él, como recomienda S. Josemaría Escrivá: “¡Todavía los escrúpulos! Habla con sencillez y claridad a tu Director.Obedece… y no empequeñezcas el Corazón amorosísimo del Señor.” (“Camino”, n. 259). Añade el P. Jorge Loring, S.I., en “Para Salvarte”, edición 59, 56, 9:

“Deben buscarse [los escrupulosos] un sacerdote de su confianza, y dejarse dirigir por él. Ten en cuenta que el sacerdote es una persona preparada para estos temas, y además imparcial. Si él ve que eres culpable, te pide arrepentimiento y te perdona. Pero si él ve que son escrúpulos irresponsables, no los quiere fomentar. La solución está en que te fíes de lo que te dice el sacerdote, más de lo que tú sientas. Hay que dejar claro que los escrúpulos, generalmente, pueden curarse, si la persona escrupulosa es dócil a los consejos de su director espiritual” (V.M.O’Flaherty, S.I.: “Cómo curar escrúpulos”, I. Ed. Sal Terrae. Santander.1968)

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Amor y temor de Dios van mano a mano, y nos dice Sta. Teresa de Jesús: “Son dos castillos fuertes, desde donde se da guerra al mundo y a los demonios” (“Camino de perfección”, 40, 2) Debemos apoyarnos sobre ambos, como explica la Doctora de la Iglesia:

“Es fuego grande [el amor], no puede sino dar gran resplandor. Y si esto no hay, anden con gran recelo, crean que tienen bien que temer, procuren entender qué es, hagan oraciones, anden con humildad y supliquen al Señor no los traiga en tentación; que, cierto, a no haber esta señal, yo temo que andamos en ella. Mas andando con humildad, procurando saber la verdad, sujetas al confesor y tratando con él con verdad y llaneza, que, -como está dicho-, con lo que el demonio os pensare dar la muerte os da la vida, aunque más cocos e ilusiones os quiera hacer.

Mas si sentís este amor de Dios que tengo dicho y el temor que ahora diré,andad alegres y quietas, que por haceros turbar el alma para que no goce tan grandes bienes, os pondrá el demonio mil temores falsos y hará que otros os los pongan.

[…]Plega a Su Majestad nos le dé [el amor de Dios] antes que nos saque de esta vida, porque será gran cosa a la hora de la muerte ver que vamos a ser juzgadas de quien habemos amado sobre todas las cosas. Seguras podremos ir con el pleito de nuestras deudas. No será ir a tierra extraña, sino propia, pues es a la de quien tanto amamos y nos ama. Acordaos, hijas mías, aquí de la ganancia que trae este amor consigo y de la pérdida no le tener, que nos pone en manos del tentador, en manos tan crueles, manos tan enemigas de todo bien y tan amigas de todo mal.” (“Camino de perfección”, 40, 4-5, 8)

Que nos anime siempre lo que proclama la Ssma. Virgen María en su “Magnificat”:“Su misericordia se derrama de generación en generación sobre los que le temen.” (Lc. 1, 50)


Preguntas del día [Puede dejar su respuesta en los comentarios]: ¿Cómo cree que se puede saber si uno es escrupuloso? ¿Cómo es el santo temor de Dios diferente de los escrúpulos?

Siguiente post – S. Juan Berchmanns – “en cambio, éste no ha faltado en nada” (Lc. 23, 41)


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El Temor de Dios es un don del Espíritu Santo y no tiene nada que ver con el miedo o la repulsa. El temor de Dios parte de la admiración reverente de Aquello que nos sobrepasa de manera infinita.

Suelo poner el ejemplo de lo se siente cuando uno está al lado de una inmensa montaña. La mira y la admira y se siente diminuto frente a la mole de tierra y roca que tiene a unos metros suya. El temor de Dios es infinitamente veces superior.

Los escrúpulos son temores o miedos que parten de nuestra ignorancia o incapacidad de comprensión. Son casi inconsciente y se manifiestan alejándonos de Dios. Por eso hay que cuidar que no aniden en nuestro corazón.


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"Los escrúpulos"que el P. Fortea explica mejor que yo lo que son. Dice que el escrupuloso suele pensar que está pecando, cuando no lo está haciendo.

"La persona sufre de un constante y perturbardor miedo a pecar acompañado de ansiedad, se pregunta si está haciendo bien las confesiones. Las confesiones se vuelven minuciosas y largas con acusaciones de circunstancias que no vienen al caso, y al final acaban por no tranquilizar a la conciencia. Si los escrúpulos son muy intensos y duran años, entonces tienen una causa patológica y el confesor puede remitir al penitente a un psiquiatra. Pero fuera de los casos en que se dan estas dos características (años e intensidad) los escrúpulos son sufridos en algún momento dado de la vida por casi todas las personas que han comenzado el camino de perfección. Ya lo decía el Cura de Ars que cuando una persona se decide a seguir a Cristo con todas sus fuerzas, el demonio le tentará de escrúpulos durante un tiempo para hacerle desagradable el seguimiento del Evangelio".

El resto del artículo es muy interesante y da la esperanza de que pueden desaparecer de repente.

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El santo temor de Dios es un don del Espíritu Santo,y,por tanto su vivencia es positiva y hace crecer, desde la conversión, el arrepentimiento, la reconsideración de ciertas actitudes, desde la confianza.

El escrúpulo moral tiende a anular y reducir el horizonte vital de la persona, es un gesto de desconfianza al amor misericordioso de Dios anteponiendo el efecto pernicioso del pecado a la misericordia amorosa del Padre.


"Por sus frutos los reconoceréis".

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Citas del santo P. Pio de Pietrelcina, que se pasaba muchas veces más de 15 horas en el confesionario, confesando a la gente que acudía a él:

1) "Reza, ten fe y no te preocupes."

2) "Caminad sencillamente por la senda del Señor, no os torturéis el espíritu"

3) "La oración es la mejor arma que tenemos; es la llave al corazón de Dios"

4) "Mantente siempre con alegría en paz con tu conciencia, dándote cuenta de que estás al servicio de un Padre infinitamente bueno, que, impulsado sólo por su ternura, desciende hasta su criatura para elevarla y transformarla en él, su Creador."

5) "La paz es la sencillez del corazón, la serenidad de la mente, la tranquilidad del alma, un vínculo de amor. La paz significa el orden, la armonía en todo nuestro ser; significa la permanente aceptación serena que proviene de una buena conciencia; es la santa alegría del corazón donde Dios reina. La paz es el camino hacia la perfección; realmente sólo en la fe se puede encontrar la perfección. El demonio, que sabe muy bien todo esto; hace todo lo posible para que perdamos la paz."

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El temor de Dios no es miedo en el sentido de miedo a un tirano, sino más bien como el de un niño que ama mucho a su padre y teme separarse de él porque le quiere tanto, el de un alma enamorada que teme no poder estar con la persona que más ama.

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Santa Teresa del Niño Jesús (1873-1897), carmelita descalza, doctor de la Iglesia Católia - Ms A, 2rº-vº

El misterio de la vocación - Sólo pretendo una cosa: comenzar a cantar lo que un día repetiré por toda la eternidad: «¡¡¡Las misericordias del Señor!!!» (Sl 88,1)...

Abriendo el Evangelio, mis ojos se encontraron con estas palabras: «Subió Jesús a una montaña y fue llamando a los que él quiso, y se fueron con él» (San Marcos, cap. II, v. 13). He ahí el misterio de mi vocación, de mi vida entera, y, sobre todo, el misterio de los privilegios que Jesús ha querido dispensar a mi alma... El no llama a los que son dignos, sino a los que él quiere, o, como dice san Pablo: «Tendré misericordia de quien quiera y me apiadaré de quien me plazca. No es, pues, cosa del que quiere o del que se afana, sino de Dios que es misericordioso» (Rm 9, 15-16).

Durante mucho tiempo me he preguntado por qué tenía Dios preferencias, por qué no recibían todas las almas las gracias en igual medida. Me extrañaba verle prodigar favores extraordinarios a los santos que le habían ofendido, como san Pablo o san Agustín, a los que forzaba, por así decirlo, a recibir sus gracias; y cuando leía la vida de aquellos santos a los que el Señor quiso acariciar desde la cuna hasta el sepulcro, retirando de su camino todos los obstáculos que pudieran impedirles elevarse hacia él... Jesús ha querido darme luz acerca de este misterio. Puso ante mis ojos el libro de la naturaleza y comprendí que todas las flores que él ha creado son hermosas... El ha querido crear grandes santos, que pueden compararse a los lirios y a las rosas; pero ha creado también otros más pequeños, y éstos han de conformarse con ser margaritas o violetas destinadas a recrear los ojos de Dios cuando mira a sus pies. La perfección consiste en hacer su voluntad, en ser lo que él quiere que seamos...

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“Cuando Pedro, lleno de audacia, anda sobre el mar, sus pasos tiemblan, pero su afecto se refuerza...; sus pies se hunden, pero él se coge a la mano de Cristo. La fe le sostiene cuando percibe que las olas se abren; turbado por la tempestad, se asegura en su amor por el Salvador. Pedro camina sobre el mar movido más por su afecto que por sus pies... No mira donde pondrá sus pies; no ve más que el rastro de los pasos de aquel que ama. Desde la barca, donde estaba seguro, ha visto a su Maestro y, guiado por su amor, se pone en el mar. Ya no ve el mar, ve tan sólo a Jesús. San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte) y doctor de la Iglesia”. Sermón que se le atribuye, Apéndice nº 192; PL 39, 2100 †

"Para que las riquezas de la creación sean conservadas, valorizadas y puestas a disposición de todos, como don precioso de Dios a la humanidad". S.S. Benedicto XVI. Enero 01 del 2011 gracias por venir a visitarnos


Santa Faustina Kowalska (1905-1938),  religiosa

Diario, § 72 - «Dolido de su obstinación» - Jesús, Verdad eterna, vida nuestra, te suplico y mendigo tu misericordia para los pobres pecadores. Dulcísimo Corazón de mi Señor, lleno de piedad y misericordia inefable, te suplico para los pobres pecadores. Oh Corazón sacratísimo, fuente de misericordia cuyos rayos de gracias inconcebibles se extienden sobre todo el género humano, te lo suplico, da luz a los pobres pecadores. Oh Jesús, acuérdate de tu amarga Pasión y no permitas que se pierdan las almas rescatadas con el precio de tu sangre santísima. Jesús, cuando contemplo el don de tu sangre, me gozo de su inestimable valor, porque una sola gota hubiera sido suficiente para salvar a todos los pecadores. Aunque el pecado sea un abismo de mal y de ingratitud, el precio que has pagado por nosotros es sin medida –y es por ello que cada alma puede confiar en la Pasión del Señor y poner toda su esperanza en su misericordia. Dios no negará a nadie su misericordia. El cielo y la tierra pueden cambiar, pero la misericordia del Señor jamás se agotará (cf Mt 24,35). Oh, cómo arde de gozo mi corazón cuando veo, oh mi Jesús, tu inconcebible bondad. Deseo hacer llegar a todos los pecadores a tus pies para que alaben tu amor infinito por siglos sin fin. †

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