FRASES PARA SACERDOTES

"TODO LO QUE EL SACERDOTE VISTE, TIENE UNA BATALLA ESPIRITUAL". De: Marino Restrepo.

Una misa de campaña en medio de las bombas


Al césar lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Así como este Santo sacerdote quiero decir que primero sirvamos a Dios y después, a los hombres.

SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA


La fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen María, se celebra en toda la Iglesia el 15 de agosto. Esta fiesta tiene un doble objetivo: La feliz partida de María de esta vida y la asunción de su cuerpo al cielo.


Asunción y Coronación de la Virgen - Museo del Prado

En el Credo Apostólico profesamos nuestra fe en la "Resurrección de la carne" y en la "vida eterna", fin y sentido último del camino de la vida. Esta promesa de fe se cumple ya en María, como "signo de consuelo y esperanza segura" (Prefacio). Este privilegio de María está estrechamente ligado al hecho de ser la Madre de Jesús: dado que la muerte y la corrupción del cuerpo humano son una consecuencia del pecado, no era conveniente que la Virgen María -libre de pecado- se viera afectada por ellos. De ahí el misterio de la "Dormición" o "Asunción al Cielo".

El hecho de que María esté ya en el cielo en cuerpo y alma es para nosotros un motivo de alegría, de felicidad, de esperanza. Una criatura de Dios -María- ya está en el cielo: con ella y como ella estaremos también nosotros, criaturas de Dios, un día. El destino de María, unida al cuerpo transfigurado y glorioso de Jesús, será el destino de todos los que están unidos al Señor Jesús en la fe y en el amor.

Es interesante constatar que la liturgia -a través de los textos bíblicos tomados del libro del Apocalipsis y de Lucas, con el canto del Magnificat- nos lleva a orar más que a reflexionar. El Evangelio, en efecto, nos sugiere que leamos el misterio de María a la luz del Magnificat: el amor gratuito que se extiende de generación en generación y la predilección por los últimos y los pobres encuentran en María su mejor fruto, su obra maestra, un espejo en el que todo el pueblo de Dios puede mirar sus propios rasgos. La solemnidad de la Asunción al Cielo de la Santísima Virgen María en cuerpo y alma es el signo elocuente de que no sólo el alma sino también el cuerpo son "cosa muy hermosa" (Gn 1,31), hasta el punto de que, como en la Virgen María, nuestra carne será asumida en el cielo.

Esto no nos exime de comprometernos con la historia; al contrario, es precisamente la mirada hacia la meta, hacia el cielo, nuestra patria, la que nos impulsa a comprometernos en nuestra vida presente siguiendo la línea del Magnificat: alegres por la misericordia de Dios y atentos a todos los hermanos que encontramos en el camino, empezando por los más débiles y frágiles.


¿Cómo se celebra la Fiesta de la Asunción?

La Solemnidad de la Asunción es una de los días de precepto del año litúrgico. En la mayoría de los países católicos, es, además, un día feriado. Algunos centros lo celebran con procesiones y festivales en honor a María.

La Asunción es un mensaje de esperanza que nos hace pensar en la dicha de alcanzar el Cielo, la gloria de Dios y en la alegría de tener una madre que ha alcanzado la meta a la que nosotros caminamos.


¿Qué sucedió en la Asunción de María?

El Catecismo (CIC 966) afirma: "Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo y enaltecida por Dios como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores y vencedor del pecado y de la muerte" (LG 59; cf. Pío XII, Const. apo. Munificentissimus Deus, 1 noviembre 1950: DS 3903). La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos:

«En el parto te conservaste Virgen, en tu tránsito no desamparaste al mundo, oh Madre de Dios. Alcanzaste la fuente de la Vida porque concebiste al Dios viviente, y con tu intercesión salvas de la muerte nuestras almas (Tropario en el día de la Dormición de la Bienaventurada Virgen María).


¿Cuándo se declaró el dogma de la Asunción de María?

Desde los primeros tiempos de la Iglesia se enseñaba la Asunción de María, y finalmente en el año 1950 el Papa Pío XII la definió como dogma. En su Constitución Apostólica Munificentissimus Deus, escribió: “declaramos y definimos ser dogma de revelación divina que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste.”


¿Es bíblico este dogma?

Así como con el dogma de la Inmaculada Concepción, el de la Asunción no se encuentra expresado per se en las Escrituras. Fue definido dogmáticamente por el Papa Pio XII en el año 1950 en la encíclica Munificentissimus Deus. En ella, el Papa se refirió a que muchos “sagrados escritores… sirviéndose de textos escriturísticos o de semejanza y analogía, ilustraron y confirmaron la piadosa creencia de la Asunción”; explicando así que él no manifestaba una nueva doctrina sino que cumplía su mandato divino de expresar “con fidelidad la revelación transmitida por los Apóstoles”. La Iglesia enseña que el dogma de la Asunción estaba al menos implícitamente presente en la Escritura y en la Tradición Apostólica y por lo tanto es un signo legítimo de la “asistencia del Espíritu de la Verdad”.

En la encíclica, el Papa Pio XII señaló varios pasajes de las Escrituras que, en su opinión, ilustraban la doctrina de la Asunción de María. Estos son algunos de ellos:

“¡Levántate, Yahveh, hacia tu reposo, tú y el arca de tu fuerza!” Sal 132 (131),8
[sobre la Esposa del Cantar] “que sube del desierto, cual columna de humo sahumado de mirra y de incienso” (Ct 3,6)
La Mujer vestida de sol (Ap 12)
“… y honrar el lugar donde mis pies reposan.” (Is 60,13)
“¿Quién es esta que sube del desierto, apoyada en su amado?” (Ct 8,5)


¿Murió la Virgen María?

La proclamación del dogma de la Asunción no incluye este aspect. Sin embargo, el Papa brinda un recuento de la tradición litúrgica y teológica que afirma que la Virgen María, a ejemplo de su Hijo, murió, fue preservada incorrupta y luego fue elevada por Dios de entre los muertos.

En su encíclica Munificentissimus Deus, en su número 20, el Papa Pío XII afirma: “… los Santos Padres y los grandes doctores, en las homilías y en los discursos dirigidos al pueblo con ocasión de esta fiesta, no recibieron de ella como de primera fuente la doctrina, sino que hablaron de ésta como de cosa conocida y admitida por los fieles; la aclararon mejor; precisaron y profundizaron su sentido y objeto, declarando especialmente lo que con frecuencia los libros litúrgicos habían sólo fugazmente indicado; es decir, que el objeto de la fiesta no era solamente la incorrupción del cuerpo muerto de la bienaventurada Virgen María, sino también su triunfo sobre la muerte y su celestial glorificación a semejanza de su Unigénito.”

Las Iglesias orientales, Católica y Ortodoxa, se refieren a este suceso como la Dormición de María o su descanso en Cristo, tomando una expresión para referirse a la muerte que utiliza el Nuevo Testamento.


¿Dónde dice en la Biblia que María fue asunta al Cielo?

Aunque la Biblia no lo indica explícitamente, la tradición profética respecto del Mesías es inseparable de la Mujer que lo dio a luz (Gn 3,15). En este texto, cuyo contexto es la creación y la caída de Adán y Eva, los Padre de la Iglesia vieron al Nuevo Adán y la Nueva Eva. Esto completa la reflexión de San Pablo en Romanos capítulo 5 sobre que si Adán es figura de Cristo, Eva es figura de María. Asimismo, si el “no” de Eva llevó a la caída de Adán, quien, como cabeza de la raza humana, pasó la muerte a todo el género humano como castigo por su pecado, el “sí” de María engendró la victoria sobre la muerte de nuestra naturaleza humana en Cristo. Sería inconcebible, entonces, que el Hijo permitiera que Su Madre sufriera corrupción en lugar de elevarla y hacerla compartir Su victoria.


¿Qué nos enseña la Asunción de María?

En una homilía para la fiesta de la Asunción, el Papa San Juan Pablo II expresó: In a homily for the Assumption, Pope St. John Paul II said, “María, elevada al cielo, indica el camino hacia Dios, el camino del cielo, el camino de la vida. Lo muestra a sus hijos bautizados en Cristo y a todos los hombres de buena voluntad. Lo abre, sobre todo, a los humildes y a los pobres, predilectos de la misericordia divina. A las personas y a las naciones, la Reina del mundo les revela la fuerza del amor de Dios…”

“En esta solemnidad de la Asunción contemplamos a María: ella nos abre a la esperanza, a un futuro lleno de alegría y nos enseña el camino para alcanzarlo: acoger en la fe a su Hijo; no perder nunca la amistad con él, sino dejarnos iluminar y guiar por su Palabra; seguirlo cada día, incluso en los momentos en que sentimos que nuestras cruces resultan pesadas. María, el arca de la alianza que está en el santuario del cielo, nos indica con claridad luminosa que estamos en camino hacia nuestra verdadera Casa, la comunión de alegría y de paz con Dios”. Homilía de Benedicto XVI (2010).


Oración a María Asunta

Oh María Inmaculada Asunta al cielo,
tú que vives bienaventurada en la visión de Dios:
de Dios Padre que te hizo alta criatura, de Dios Hijo que quiso
ser generado como hombre por ti y tenerte como madre,
de Dios Espíritu Santo que en ti realizó la concepción humana del Salvador.

Oh María purísima,
Oh María dulcísima y bellísima,
Oh María, mujer fuerte y reflexiva.
Oh María, pobre y dolorosa,
María, virgen y madre,
mujer humanísima como Eva, más que Eva;
cercana a Dios en tu gracia, en tus privilegios,
en tus misterios,
en tu misión, en tu gloria.
Oh María asunta a la gloria de Cristo en la perfección completa
y transfigurada de nuestra naturaleza humana.
Oh María, puerta del cielo,
espejo de la Luz divina,
santuario de la Alianza entre Dios y los hombres,
deja que nuestras almas vuelen tras de ti
deja que se eleven tras tu radiante camino
transportadas por una esperanza que el mundo no tiene, la de la dicha eterna.
Consuélanos desde el cielo, oh Madre misericordiosa,
y por tus caminos de pureza y esperanza guíanos un día al encuentro feliz contigo
y con tu divino Hijo nuestro Salvador Jesús.
¡Amén!
(San Pablo VI)


FUENTES:
ewtn.com
vaticannews.va
aciprensa.com
catholic.net

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