FRASES PARA SACERDOTES

"TODO LO QUE EL SACERDOTE VISTE, TIENE UNA BATALLA ESPIRITUAL". De: Marino Restrepo.

Una misa de campaña en medio de las bombas


Al césar lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Así como este Santo sacerdote quiero decir que primero sirvamos a Dios y después, a los hombres.

MENSAJES DE MEJUGORJE - 25 de abril, 25 de mayo

Mensajes de Nuestra Señora Reina de la Paz en Medjugorje


Al inicio Nuestra Señora regularmente da sus mensajes sólo a los videntes, y a través de ellos a todos los fieles. A partir del 1 de marzo de 1984, Nuestra Señora comienza a entregar regularmente sus mensajes todos los jueves a la comunidad de parroquial de Medjugorje, y a través de ella, al resto del mundo. Puesto que algunas cosas que el Señor había deseado se cumplieron, como lo afirmó Nuestra Señora , a partir del 25 de enero de 1987, Nuestra Señora da sus mensajes a todo el mundo los 25 de cada mes. Esto aún continúa.

Mirjana Dragicevic-Soldo, Ivanka Ivankovic-Elez y Jakov Colo tuvieron apariciones diarias hasta 1982, 1985, y 1998 respectivamente. Desde entonces, la Virgen se les aparece una vez al año y les da un mensaje. Debido a que el trabajo sobre los archivos está aún en curso, no estamos en condiciones de publicar los mensajes otorgados antes de 1995.

(http://www.medjugorje.ws)


Mensaje 25 de mayo de 2025

“¡Queridos hijos! En este tiempo de gracia, los invito a ser hombres de esperanza, paz y alegría, para que cada persona sea instrumento de paz y amante de la vida. Hijitos, oren al Espíritu Santo para que con el poder de su Santo Espíritu los llene de valentía y entrega. Y este tiempo será para ustedes un don y un camino en la santidad hacia la vida eterna. Estoy con ustedes y los amo. Gracias por haber respondido a mi llamado. ”


Mensaje 25 de abril de 2025

“¡Queridos hijos! Los vientos del desasosiego, del egoísmo y del pecado están apoderándose de muchos corazones y los conducen a la desolación y a la perdición. Por eso, hijitos, los invito: regresen a Dios y a la oración, para que se sientan bien en sus corazones y en la tierra en la que viven. Los amo, hijitos, y por eso no me canso de llamarlos a la conversión. Gracias por haber respondido a mi llamado. ”

EL SANTO ROSARIO: ORACIÓN DIARIA QUE ALIVIA EL ALMA


Una oración sencilla, humilde, pero poderosa: el Santo Rosario -

En el caminar diario de la vida, con sus alegrías y preocupaciones, muchos hombres y mujeres descubren en el Santo Rosario un refugio para el corazón, una oración sencilla pero profunda que alivia las cargas del alma. Más que un simple encadenamiento de Avemarías, el Rosario es un compañero fiel, una oración que enseña a mirar la vida desde los misterios de Cristo, guiados por la mano materna de María.

¿Qué es el Santo Rosario?

El Rosario es una oración contemplativa que recorre, misterio a misterio, los momentos esenciales de la vida de Jesús y de María. Cada Avemaría es como una rosa ofrecida a la Virgen, y cada decena es un paso más hacia el corazón de Cristo.

San Juan Pablo II, en su carta Rosarium Virginis Mariae (2002), decía:

El Rosario, aunque caracterizado por su fisonomía mariana, es oración centrada en Cristo.

Cada vez que lo rezamos, repetimos las palabras del Ángel Gabriel (“Dios te salve, María”), y nos unimos a la alabanza de Isabel (“bendita tú entre las mujeres”). Pero más allá de las palabras, es un espacio donde el alma descansa, se pacifica, y se fortalece.

Un Rosario, muchas razones
Para algunos, el Rosario es una tradición heredada. Para otros, una rutina diaria. Pero para muchos, se convierte en un verdadero alivio espiritual:

El Rosario y las cargas de la vida
En momentos de enfermedad, en dificultades familiares, ante la pérdida de seres queridos, el rezo del Rosario es bálsamo. Las cuentas entre los dedos ayudan a desahogar el alma, a calmar la mente agitada.

El Rosario y la familia
Rezar el Rosario en familia une, fortalece la fe de los hijos, y protege el hogar bajo el amparo de María. Como decía el Padre Patrick Peyton: 

 La familia que reza unida, permanece unida.”

El Rosario y el trabajo del hombre y la mujer de hoy
Muchos lo rezan mientras conducen, caminan o descansan después de la jornada. No es evasión, es una forma de invitar a Dios y a María en medio de las ocupaciones diarias.

 El Rosario como escuela espiritual

Escuela de silencio interior:
Repetir las mismas oraciones permite entrar en un ritmo de calma, alejando las distracciones y favoreciendo la contemplación.

Escuela de meditación:
Cada misterio es una lección de vida: desde el anuncio del Ángel a María, hasta la gloria de la Resurrección.

Escuela de confianza:
María, como madre, escucha cada Avemaría como un susurro de sus hijos que confían en ella.

El testimonio de los santos y papas

San Juan Pablo II decía:

El Rosario me ha acompañado en los momentos de alegría y en los momentos de prueba.

El Papa Francisco aconsejó:

Tomen en sus manos el Rosario cada día. Es el arma contra el mal y el lazo que nos une a Dios.

San Pío de Pietrelcina (Padre Pío):

El Rosario es la arma de combate para las batallas espirituales de estos tiempos.

El Rosario: remedio contra la soledad y el desánimo
En muchas parroquias y comunidades, he visto personas mayores que, con las manos temblorosas, pasan las cuentas del Rosario con lágrimas en los ojos. También he visto hombres trabajadores rezarlo en silencio mientras esperan el autobús, o madres jóvenes repitiendo las Avemarías mientras amamantan a sus hijos.

El Rosario no es solo para momentos especiales; es una oración diaria, cotidiana, humilde, pero poderosa.

¿Cómo vivir el Rosario diario?
  • Dedicar un momento del día: puede ser al amanecer, al caer la tarde, o antes de dormir.
  • Rezarlo con sencillez y sin prisas, incluso una sola decena si el tiempo es limitado.
  • Aprovechar los trayectos o tiempos de espera para rezar algunas partes.
  • Meditar cada misterio con amor, recordando su aplicación en la propia vida.
  • Ofrecer cada Rosario por intenciones concretas: la familia, los enfermos, la paz, los difuntos, los alejados de la fe.
El Santo Rosario es un regalo de la Iglesia para todas las almas, sin distinción. No exige preparación teológica, ni tiempo excesivo. Solo pide un corazón humilde y confiado.

En cada Avemaría resuena la ternura de María, que acoge nuestras súplicas como Madre fiel. Y como Madre, nos lleva siempre a Cristo, el único que puede aliviar verdaderamente nuestras cargas.

En palabras del mismo Jesús:

Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados, y yo los aliviaré.” (Mt 11,28)

Que el Rosario diario sea esa mano tendida en medio de las dificultades, el respiro del alma cansada, el latir del corazón del cristiano que no camina solo.

Oración

Santa María, Reina del Santo Rosario,
te ofrecemos el rezo humilde de nuestras cuentas diarias.
A ti confiamos las cargas que pesan sobre nuestros hombros,
las lágrimas escondidas,
y las preocupaciones que solo Tú conoces.

Acoge cada Avemaría como un suspiro de amor,
y transforma nuestras penas en confianza.

Guíanos siempre hacia Jesús,
y protégenos bajo tu manto en cada paso del camino.

Que el Rosario sea para nosotros
escudo en la batalla,
luz en la oscuridad,
y paz en medio del corazón agitado.

Santa María del Rosario,
ruega por nosotros ahora y siempre.
Amén.

SACERDOTE ETERNO

MARÍA REINA DEL CIELO Y DE LA TIERRA


Entre las múltiples advocaciones y títulos que la Iglesia ha dado a la Virgen María, resplandece con fuerza el de Reina del Cielo y de la Tierra. Esta afirmación no es fruto de una devoción superficial, sino una verdad profunda que la Iglesia contempla, celebra y enseña desde los primeros siglos del cristianismo.

María es Reina no por un poder humano, sino por su unión singular y perfecta con Cristo, Rey del Universo. Donde está el Rey, está la Reina. Si Jesús es Señor de todo lo creado, María comparte su gloria como Reina.

El fundamento de la realeza de María
En la Sagrada Escritura, la figura de la Reina Madre tenía un lugar especial en el pueblo de Israel. En la tradición davídica, la madre del rey ocupaba un puesto de honor y autoridad en la corte (cf. 1 Re 2,19-20). Esta imagen es figura de María en el Reino de Dios.

El Papa Pío XII, en su encíclica Ad Caeli Reginam (1954), explica:

María participa de la dignidad real de Cristo, porque es la Madre del Rey. Además, porque fue asociada a la obra redentora de su Hijo, merece de modo singular ser ensalzada por encima de todas las criaturas, y coronada Reina del Cielo.

María es Reina porque:

Es Madre de Cristo Rey.

Ha participado íntimamente en la obra redentora.

Fue glorificada en cuerpo y alma en su Asunción al Cielo.

María, Reina servidora
La realeza de María no es de dominio ni de imposición, sino de servicio, amor y ternura. Su corona es de humildad, su trono es el corazón de cada uno de sus hijos. Ella misma lo expresó en el Magníficat:

“Ha mirado la humillación de su esclava” (Lc 1,48).

Jesús mismo enseñó que “el que quiera ser el primero, sea el servidor de todos” (Mc 9,35). María vivió esta lógica del Reino, sirviendo y amando.

Fiesta litúrgica de María Reina
La Iglesia celebra la Fiesta de Santa María Reina el 22 de agosto, justo después de la Solemnidad de la Asunción. Así, se unen dos misterios:

La glorificación de María en cuerpo y alma (Asunción).

Su coronación como Reina en el Cielo.

Este calendario no es casual: muestra que la coronación es consecuencia natural de su participación plena en la gloria de Cristo.

Reflexionar sobre la Reina Madre
¿Qué significa para nosotros que María sea Reina?
  • Es Reina para interceder por nosotros.    Reina no como distante, sino como Madre cercana que escucha nuestras súplicas.
  • Es Reina que nos guía hacia Cristo.    Su realeza es un constante llamado a obedecer a su Hijo.
  • Es Reina de la Paz.    Muchas advocaciones la invocan como Reina de la Paz, recordándonos su deseo de llevar unidad y reconciliación al mundo.
  • Es Reina de todo lo creado.    Su presencia materna abarca Cielo y Tierra, acompañando a la humanidad peregrina.
San Luis María Grignion de Montfort expresó:

Dios Padre ha reunido todas las aguas y las llamó mar; ha reunido todas las gracias y las llamó María.

En un mundo que idolatra el poder y la autosuficiencia, la realeza de María nos recuerda otra lógica: la del servicio, la humildad y la confianza plena en Dios. Ella es Reina porque supo ser sierva.

Pidamos en este mes mariano aprender a vivir bajo el manto de esta Reina y Madre, que desde el Cielo vela por cada uno de sus hijos.

Como dice la oración tradicional:

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios.”

Oración 
Santa María, Reina del Cielo y de la Tierra,
coronada de gloria por tu Hijo,
te aclamamos con amor filial.

Eres Reina por tu humildad,
por tu fidelidad al plan de Dios,
y porque has sido elevada sobre toda criatura.

Tú conoces nuestras luchas y sufrimientos.
Como Reina Madre, intercede por nosotros ante el trono de tu Hijo.

Sé Reina de nuestras familias,
de nuestras comunidades,
de nuestra patria,
y de todo el mundo.

Que bajo tu reinado florezca la paz,
la justicia y el amor.

A Ti, oh Reina gloriosa,
consagramos nuestras vidas
y nos acogemos bajo tu amparo,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

PENTECOSTÉS: CUANDO EL ESPÍRITU SANTO RENUEVA LA IGLESIA Y EL MUNDO


E
n el calendario litúrgico, pocas celebraciones tienen tanta fuerza espiritual como el Pentecostés. Se trata de la gran fiesta del Espíritu Santo, del nacimiento visible de la Iglesia, y del envío misionero que continúa hasta hoy. Pentecostés no es un recuerdo del pasado; es una realidad actual: el Espíritu sigue soplando, sigue encendiendo corazones, sigue impulsando a los creyentes a ser testigos en medio del mundo.

¿Qué celebramos en Pentecostés?

Cincuenta días después de la Resurrección del Señor, los apóstoles estaban reunidos en el Cenáculo, orando junto con María, la Madre de Jesús. De pronto, un ruido como de viento fuerte llenó la casa, y lenguas de fuego se posaron sobre cada uno de ellos. Entonces, todos fueron llenos del Espíritu Santo (cf. Hechos 2,1-4).

Ese momento fue el cumplimiento de la promesa de Cristo:

Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos” (Hechos 1,8).

Pentecostés es:
  • La venida del Espíritu Santo como alma de la Iglesia.
  • El nacimiento visible de la Iglesia misionera.
  • La transformación de los apóstoles: de hombres temerosos a anunciadores valientes.
  • El inicio de la gran misión evangelizadora que continúa hasta hoy.
El Espíritu Santo, alma de la Iglesia

El Espíritu Santo no es una fuerza impersonal ni una idea abstracta. Es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, verdadero Dios, que habita en el corazón de cada bautizado.

El Espíritu es:
  • Fuerza en la debilidad.
  • Luz en las dudas.
  • Consuelo en el sufrimiento.
  • Unidad en la diversidad.
  • Fuego que purifica y enciende.
Donde el Espíritu está, hay vida nueva. Sin el Espíritu, la Iglesia sería una institución muerta. Como dijo San Pablo VI:

Sin el Espíritu Santo, Cristo queda en el pasado, el Evangelio es letra muerta, la Iglesia una simple organización.”

Pentecostés y el mundo actual
Hoy, más de dos mil años después, el mundo necesita un nuevo Pentecostés. La humanidad vive marcada por el materialismo, la indiferencia religiosa, el miedo, la violencia, y la soledad interior.

Frente a esto, el Espíritu Santo es:
  • El gran desconocido para muchos cristianos.
  • La fuerza silenciosa que puede renovar corazones, familias y comunidades.
  • La presencia de Dios que puede romper cadenas interiores.
El Papa Francisco lo expresó así:

El Espíritu Santo es el protagonista de la vida cristiana. Es Él quien cambia los corazones, quien lleva a la Iglesia adelante.

Hoy, como en el primer Pentecostés, el Espíritu puede transformar a los cristianos temerosos en discípulos valientes. Pero necesitamos abrir las puertas del corazón.

¿Cómo dejarse renovar por el Espíritu Santo?

Pentecostés es una fiesta, pero también una llamada a la conversión y a la docilidad. Te invito a reflexionar:
  • ¿Invocas cada día al Espíritu Santo?
  • ¿Pides su luz antes de tomar decisiones?
  • ¿Te dejas guiar o prefieres tus propios caminos?
Para vivir un Pentecostés personal, necesitas:
  1. Orar al Espíritu Santo con sencillez y constancia.
  2. Pedir sus dones: sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios.
  3. Dejar atrás el miedo y ser testigo de Cristo en tu ambiente.
  4. Construir unidad, superando divisiones y enfrentamientos.
  5. Buscar frutos verdaderos: amor, alegría, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, dominio propio (cf. Gálatas 5,22-23).
Cada cristiano y cada comunidad están llamados a un nuevo Pentecostés. ¡No es para los santos solamente! Es para ti, hoy, aquí y ahora.

La Iglesia necesita Pentecostés

El mundo no necesita más discursos vacíos. Necesita testigos encendidos por el Espíritu Santo.

En este Pentecostés, pidamos juntos:

Que el fuego del Espíritu purifique nuestras mediocridades.

Que su viento fuerte disipe nuestras comodidades.

Que su presencia viva transforme nuestras parroquias y familias en verdaderas comunidades de fe.

No tengamos miedo del Espíritu Santo. Él no apaga lo humano, lo perfecciona.
Él no esclaviza, libera.
Él no divide, une.

Pidámosle con confianza:

Ven, Espíritu Santo, y renueva la faz de la tierra.


Oración al Espíritu Santo

Ven, Espíritu Santo,
fuerza divina que da vida,
enciende nuestros corazones
con el fuego de tu amor.

Derrama sobre nosotros
tus dones y carismas.
Ilumina nuestras mentes,
fortalece nuestras decisiones,
sana nuestras heridas.

Haz de nosotros discípulos valientes,
testigos del Evangelio,
constructores de paz y unidad.

Renueva nuestra Iglesia,
renueva nuestras familias,
renueva nuestras vidas.

Ven, Espíritu Santo.
Te lo pedimos en el nombre de Jesús.
Amén.

SACERDOTE ETERNO

EL MES DE MARÍA: tiempo de gracia y devoción.


En el corazón de la Iglesia Católica, mayo es conocido como el Mes de María, un tiempo especial que invita a los fieles a acercarse con mayor ternura y confianza a la Madre de Dios. Desde los pequeños altares caseros hasta las solemnes procesiones en templos y catedrales, este mes se viste de flores, oraciones y cantos en honor a la Virgen María, aquella que supo decir "sí" a Dios y abrir las puertas de la salvación.

¿Por qué mayo es el mes de María?

Aunque el amor a María está presente en todo el calendario litúrgico, mayo ha sido consagrado de forma especial a la Virgen desde hace siglos. Diversas razones confluyen en esta elección:

El esplendor de la primavera (en el hemisferio norte) simboliza la renovación, la vida y la belleza, atributos que la Iglesia asocia a María.

La tradición popular, desde tiempos medievales, comenzó a dedicar el mes de mayo a la reina de las flores, como es llamada la Virgen en diversas letanías.

Papas como Pablo VI reforzaron esta costumbre, animando a los fieles a intensificar el rezo del Santo Rosario durante este mes.

En su encíclica Mense Maio (1965), San Pablo VI escribe:

Mayo es un mes que trae consigo una invitación a rezar con especial fervor a María Santísima. Es el mes que, de manera más viva y sentida, despierta en el corazón de los cristianos este sentimiento mariano.”

Un mes para vivir con María

Dedicar un mes a María no es un simple gesto devocional. Es una llamada a profundizar en la vida cristiana desde el ejemplo de María:
  • María, madre y modelo del creyente. Su fe sencilla, su esperanza inquebrantable y su amor desbordante son caminos seguros hacia Cristo.
  • María, intercesora poderosa. Como en las bodas de Caná (Jn 2,1-12), sigue diciendo hoy a su Hijo: “No tienen vino”, intercediendo por nuestras necesidades.
  • María, refugio en las dificultades. Muchos acuden a Ella como Madre del Consuelo, refugio de los pecadores y salud de los enfermos.
Prácticas recomendadas en el Mes de María

La Iglesia recomienda varias prácticas sencillas pero profundas para vivir este mes:

Rezo del Santo Rosario diario.
San Juan Pablo II decía:

“El Rosario es mi oración predilecta.”

Coronaciones de la Virgen.
Un acto simbólico que recuerda la realeza de María, Reina del Cielo y de la Tierra.

Ofrecer flores a María.
Las “florecillas”, especialmente realizadas por niños y jóvenes, son expresiones del amor filial.

Cantos marianos.
Desde el Ave María hasta el popular Bendita sea tu pureza, los cantos elevan el alma hacia la Madre de Dios.

Procesiones y peregrinaciones marianas.
Muchas comunidades realizan caminatas de fe hacia santuarios o ermitas.

Aunque sus palabras son pocas en el Evangelio, su presencia es constante y significativa. Algunos pasajes claves para meditar en este mes:

La Anunciación (Lc 1,26-38): El “sí” que cambió la historia.

El Magníficat (Lc 1,46-55): Su canto de alabanza a Dios.

Bodas de Caná (Jn 2,1-12): Su intercesión discreta y eficaz.

Junto a la cruz (Jn 19,25-27): Su entrega como Madre de la humanidad.

Palabras de los santos y papas sobre María

San Bernardo de Claraval decía:

“Nunca se ha oído decir que ninguno que haya acudido a tu protección haya sido desamparado.”

San Luis María Grignion de Montfort, gran apóstol mariano:

“No se puede separar a María de Jesús. A Jesús se va y se vuelve por María.”

Papa Francisco nos recuerda:

“María es la Madre que con paciencia y ternura nos lleva de la mano hacia Dios.”

María, Madre de la Iglesia

Después de Pentecostés, la Virgen permaneció junto a los apóstoles, acompañando el nacimiento de la Iglesia. Por ello, en el lunes siguiente a Pentecostés, la Iglesia celebra la memoria de María, Madre de la Iglesia, otro motivo para intensificar nuestro amor hacia Ella en este mes.

Ser marianos para ser más cristianos
Ser mariano no significa centrarse solo en María, sino aprender a ir hacia Jesús con el corazón de María. 
En palabras del Papa Benedicto XVI:

“El verdadero culto a María lleva al corazón del misterio cristiano: el Verbo hecho carne.”

María es el camino más corto, más tierno y más seguro hacia Cristo. En este mes mariano, acerquémonos a Ella como hijos confiados. Que en nuestras manos florezcan los rosarios y en nuestros labios las súplicas a Aquella que es Madre, Maestra y Refugio.

“Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, Jesús” (Lc 1,42).

Oración

Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra,
en este mes consagrado a Ti
queremos acercarnos a tu Corazón Inmaculado
como hijos necesitados de ternura y guía.

Enséñanos a decir “sí” como Tú,
a confiar como Tú,
a amar como Tú.

Acógenos bajo tu manto,
escucha nuestras súplicas de cada día,
y llévanos de la mano hasta Jesús,
el fruto bendito de tu vientre.

En las alegrías y en las penas,
en la salud y en la enfermedad,
sé nuestro consuelo y nuestra fortaleza,
como estuviste al pie de la Cruz.

Oh Virgen fiel,
oh Madre de la Iglesia,
haz que este mes de mayo
sea para nosotros un tiempo de gracia,
de oración sencilla y amor confiado.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar
las promesas de Cristo. Amén.

sacerdote eterno

NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA, LA MADRE QUE ADVIERTE Y CONSUELA AL MUNDO HERIDO


El 13 de mayo de 1917, en un pequeño pueblo de Portugal llamado Fátima, tres humildes pastorcitos –Lucía, Francisco y Jacinta– vieron aparecerse a una Señora vestida de blanco, “más resplandeciente que el sol”. Aquella Señora se presentó como la Virgen María, trayendo un mensaje urgente, pero también maternal, para toda la humanidad.

Más de un siglo después, el llamado de Nuestra Señora de Fátima sigue siendo actual y urgente. El mundo herido de hoy necesita volver a escuchar la voz de aquella Madre que, entre lágrimas y súplicas, nos llama a la conversión y a la esperanza.

¿Qué nos dijo la Virgen de Fátima?

Las palabras de María en Fátima no fueron mensajes confusos ni extraños. La Virgen pidió lo mismo que Jesús siempre nos pide:

Conversión del corazón.

Rezo del Santo Rosario cada día.

Penitencia y sacrificios por la conversión de los pecadores.

Consagración al Inmaculado Corazón de María.

Pero también advirtió. La Virgen mostró a los pastorcitos una visión del infierno y habló de guerras, persecuciones, y sufrimientos que sobrevendrían al mundo si no se escuchaba su llamado.

María no vino como Reina gloriosa, sino como Madre preocupada, como una Madre que ve a sus hijos caminando hacia el abismo y les suplica regresar al buen camino.

¿Y qué pasa hoy? El mensaje de Fátima y nuestro tiempo

Muchos piensan que los mensajes de Fátima son cosas del pasado. Pero miremos el mundo actual: guerras, violencia sin sentido, familias destruidas, jóvenes atrapados en adicciones, gente alejada de Dios, indiferente a todo lo espiritual.

¿No es este el mismo “mundo herido” del que María hablaba? ¿No necesitamos también hoy su llamado?

Nuestra sociedad moderna cree que puede prescindir de Dios, pero está pagando el precio del vacío espiritual. Frente a esto, la Virgen de Fátima nos recuerda:

Sin Dios, el mundo no tendrá paz.

Sin oración, el corazón humano se endurece.

Sin conversión, las heridas del alma no sanarán.

El Rosario como arma espiritual

En Fátima, la Virgen insistió en el rezo del Santo Rosario. No como una costumbre, sino como una arma de fe.

Cada Rosario rezado es una súplica que asciende al cielo y un rayo de luz que atraviesa la oscuridad del mundo.

El Rosario es sencillo, pero poderoso. En él, las familias pueden encontrar unidad; los jóvenes, fortaleza; los adultos, refugio; y los ancianos, consuelo.

El Inmaculado Corazón: Refugio para el mundo

La Virgen pidió la consagración al Inmaculado Corazón, como refugio y camino hacia Dios.

Hoy, cuando muchos corazones están endurecidos por el materialismo, la desconfianza y la soledad, María ofrece su Corazón como un hogar espiritual. No es un simple símbolo; es la invitación a entrar en su amor maternal, dejarse cuidar y formar por Ella.

En palabras de la Hermana Lucía:

Al final, mi Inmaculado Corazón triunfará.”

No es el triunfo de una ideología, ni el fin de las dificultades humanas, sino el triunfo del amor, de la misericordia y de la paz verdadera que viene de Dios.

El mensaje de Fátima para ti, hoy

Quizá pienses que las apariciones de Fátima son cosa de visionarios o de niños pastores de otro tiempo. 

Pero hoy, en medio de tus luchas y preocupaciones, Fátima es para ti:

Si te sientes lejos de Dios, María te dice: “Vuelve”.

Si el pecado te oprime, María te dice: “Confiesa, conviértete, no tengas miedo”.

Si la vida te pesa, María te dice: “Reza el Rosario, yo te ayudaré”.

Si el mundo te parece un caos, María te dice: “No pierdas la esperanza. Mi Corazón triunfará.”

Nuestra Señora de Fátima no es una historia para recordar, sino una presencia para vivir hoy. En este tiempo marcado por incertidumbres, divisiones y desesperanzas, el mensaje de María es claro: no estamos solos.

Ella, Madre del Rosario, Madre de Misericordia, sigue apareciéndose en el corazón de cada hijo que la invoca. Y sigue suplicando, no como quien condena, sino como quien ama infinitamente:

Rezad el Rosario cada día por la paz del mundo y la conversión de los pecadores.

Oración

Virgen Santísima de Fátima,
Madre tierna y preocupada,
te suplicamos:
acoge nuestro corazón cansado,
enséñanos el camino del bien,
y llévanos a Jesús.

Que nuestro mundo encuentre la paz,
que las familias se unan,
que los pecadores se conviertan,
y que triunfe tu Inmaculado Corazón.

Ruega por nosotros,
ahora y en la hora de nuestra muerte.

Amén.

sacerdote eterno

UNA ORACIÓN POR EL PAPA

 


El Cónclave ha elegido al 267º Obispo de Roma, el Cardenal Robert Francis Prevost .Es el primer papa procedente de Estados Unidos y eligió el nombre de León XIV.


Señor, fuente de vida y verdad eternas,
concede a tu pastor un espíritu de valentía y recto juicio,
un espíritu de conocimiento y amor.

Que, gobernando con fidelidad a quienes le has confiado,
como sucesor del apóstol Pedro
y Vicario de Cristo, edifique tu Iglesia
como sacramento de unidad, amor
y paz para todo el mundo.

Amén.


V/ Oremos por el Papa.

R/ Que el Señor lo conserve, le conceda una larga vida, lo haga dichoso en la tierra y no lo entregue al poder de sus enemigos.


V/ Que tu mano esté sobre tu siervo santo.

R/ Y sobre tu hijo, a quien has ungido.


Padre Nuestro...

Ave María...

Gloria...

LA EUCARISTÍA Y LOS SACRAMENTOS: ANCLA PARA LA FE Y GUÍA PARA LA VIDA DIARIA




La vida cristiana está profundamente marcada por la presencia de los sacramentos, especialmente la Eucaristía, que es el corazón y cumbre de nuestra fe. A través de estos signos sagrados, Dios derrama su gracia en nuestras vidas, fortaleciendo nuestro camino espiritual y guiándonos en nuestra relación con Él y con los demás.

Los sacramentos no son simples rituales, sino encuentros vivos con Cristo, que nos transforman, nos nutren y nos envían a vivir como discípulos en el mundo. En este artículo, exploraremos cómo la Eucaristía y los sacramentos son un ancla para la fe y una guía para la vida diaria.


La Eucaristía: Fuente y Cumbre de la Vida Cristiana

La Eucaristía es el sacramento por excelencia. Jesús mismo nos dejó este don precioso en la Última Cena, al decir:

"Este es mi cuerpo, que se entrega por ustedes; hagan esto en memoria mía." (Lucas 22:19)

Aquí radica el misterio más profundo de nuestra fe: Cristo está real y verdaderamente presente en la Eucaristía. No es un mero símbolo, sino su Cuerpo y Sangre, entregados por la salvación del mundo.

La Eucaristía como ancla de la fe
  • Nos une a Cristo de manera íntima, fortaleciendo nuestra relación con Él.
  • Nos recuerda su sacrificio redentor en la cruz, renovado en cada Misa.
  • Nos da la fuerza para enfrentar los desafíos de la vida con esperanza.
La Eucaristía como guía para la vida diaria
  • Nos llama a la comunión con los demás, superando divisiones y rencores.
  • Nos impulsa a la caridad y al servicio, siguiendo el ejemplo de Cristo.
  • Nos ayuda a vivir con gratitud, reconociendo la presencia de Dios en cada momento.

Los Sacramentos: Canales de la Gracia Divina

Los sacramentos son signos eficaces del amor de Dios. Cada uno de ellos nos ayuda en distintas etapas de la vida, ofreciendo gracia y dirección en nuestro caminar cristiano.

1. El Bautismo: Puerta de la Fe

El Bautismo nos introduce en la vida cristiana, nos hace hijos de Dios y miembros de la Iglesia. Es el comienzo de nuestra relación con Cristo y la comunidad de fe.

"El que crea y se bautice se salvará, pero el que no crea se condenará." (Marcos 16:16)

Guía para la vida diaria: Nos recuerda que somos llamados a vivir como discípulos de Cristo, rechazando el pecado y buscando la santidad.

2. La Confirmación: Fortaleza del Espíritu

En la Confirmación, el Espíritu Santo nos llena con sus dones para que podamos ser testigos valientes de Cristo en el mundo.

"Recibirán la fuerza del Espíritu Santo y serán mis testigos hasta los confines de la tierra." (Hechos 1:8)

Guía para la vida diaria: Nos impulsa a vivir nuestra fe con valentía, defendiendo la verdad y evangelizando con nuestro testimonio.

3. La Reconciliación: Misericordia y Restauración

El sacramento de la Confesión nos ofrece el perdón de Dios y nos devuelve la paz interior.

"Si confesamos nuestros pecados, Dios es fiel y justo para perdonarnos." (1 Juan 1:9)

Guía para la vida diaria: Nos enseña la humildad, el arrepentimiento y la importancia del perdón en nuestras relaciones.

4. La Unción de los Enfermos: Consuelo en el Sufrimiento

Este sacramento fortalece a quienes enfrentan enfermedad o muerte, dándoles paz y sanación espiritual.

"¿Está enfermo alguno de ustedes? Llame a los presbíteros de la Iglesia para que oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor." (Santiago 5:14)

Guía para la vida diaria: Nos llama a confiar en Dios en medio del dolor y a acompañar con amor a los que sufren.

5. El Matrimonio: Amor Sagrado y Fidelidad

El sacramento del Matrimonio santifica la unión entre un hombre y una mujer, reflejando el amor de Cristo por su Iglesia.

"Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne." (Mateo 19:5)

Guía para la vida diaria: Nos enseña el compromiso, el respeto y la entrega mutua en el amor conyugal.

6. El Orden Sacerdotal: Servidores de Cristo y la Iglesia

El sacerdocio es el llamado a servir a Dios y a su pueblo, administrando los sacramentos y guiando espiritualmente a la comunidad.

"No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los he elegido a ustedes." (Juan 15:16)

Guía para la vida diaria: Nos invita a orar por nuestros sacerdotes y apoyar sus ministerios.


Vivir los Sacramentos con Plenitud

La Eucaristía y los sacramentos no son prácticas aisladas, sino pilares que sostienen nuestra vida cristiana. Nos conectan con Dios, nos fortalecen en la fe y nos enseñan cómo vivir cada día según su voluntad.

¿Cómo podemos profundizar nuestra vivencia sacramental?
  • Frecuentar los sacramentos: Participar en la Eucaristía con devoción y recibir la Reconciliación con regularidad.
  • Formarnos en la fe: Aprender más sobre el significado de cada sacramento y su impacto en nuestra vida.
  • Vivir lo que celebramos: Permitir que la gracia de los sacramentos transforme nuestra manera de ser y actuar.
Que cada vez que nos acerquemos a los sacramentos, renovemos nuestro compromiso con Cristo y su Iglesia, sabiendo que en ellos encontramos el amor inagotable de Dios.

EL HOMBRE DEBERÍA TEMBLAR

EL HOMBRE DEBERÍA TEMBLAR
San Francisco de Asís