FRASES PARA SACERDOTES

"Cuando rezamos el Santo Rosario y nos unimos a María, estamos viviendo lo que es la familia porque cuando los hijos se reúnen con La Madre y juntos le oran a Dios, es la familia orando unida". DE: Marino Restrepo.
Papa Francisco a los sacerdotes que llevan "doble vida"

EL MILAGRO DE NUESTRA SEÑORA DE NAZARÉ, PORTUGAL

El 22 de mayo de 1180 D. Fuas salió con algunos compañeros a una partida de caza, el venado que perseguía se tiró a un acantilado y su caballo iba a hacer lo mismo cuando imploró a María y ésta apareció y lo salvó. Estos sucedió en la actual villa de Nazaré localizada en el distrito de Leiria, región Centro y subregión del Oeste, con cerca de 14 mil habitantes, y que según las crónicas sus orígenes se remontan como villa de pescadores en 1643 por lo que desarrolló esta actividad pesquera.

Nazaré se destasca por las diversas edificaciones religiosas, como el Santuario de Nuestra Señora de Nazaré, edificado en el siglo XIV por orden del Rey D. Fernando, teniendo como finalidad acoger al gran numero de peregrinos.

Villa típica de Portugal. Nazaré tiene, así como el país a la cual pertenece, el rostro vuelto hacia el mar, recibiendo de frente el viento fresco y desafiante del bravo océano. Es muy conocida la historia del pueblo luso, y se sabe que él no acostumbra retroceder delante de este tipo de desafíos.


EL HÉROE DON FUAS ROUPINHO

En el distante siglo XII, Portugal ya era nación soberana, sin embargo, escaramuzas y combates terrestres eran frecuentes. Además, los navíos moros aún eran señores de la costa, y esto constituía un gran peligro para todos. El rey Don Alfonso Enríquez, preocupado en alejar esa amenaza que pesaba sobre sus súbditos, llamó a un vasallo de confianza, el alcalde mayor de Porto de Mos, y lo hizo comandante de las pocas naves de guerra que entonces tenía Portugal.

Para muchos, pareció una temeridad que la flotilla cristiana enfrentase a los experimentados marineros y corsarios árabes. Sin embargo, la Providencia cuidó a los lusos, y la escuadra mora sufrió clamorosa derrota a lo largo del Cabo Espichel. Era la primera victoria de la marina portuguesa y su comandante Don Fuas Roupinho pasó a la historia. Sin embargo, su nombre sería recordado por las generaciones posteriores, no tanto por el combate marítimo, sino por haber sido objeto de un favor celeste, un verdadero milagro operado en nombre de María Santísima.


MARÍA SALVA A DON FUAS

Tiempo después de la batalla naval, Don Fuas se encontraba en la región de Nazaré, área costera distante poco más de 100 kilómetros de Lisboa, repleta de altos despeñaderos, de donde se visualiza un fabuloso mar azul. Era una mañana de septiembre de 1182, y estando la región en paz, el impetuoso caballero se dedicaba a una de sus actividades predilectas: la caza. Una pesada neblina cubría los campos y el litoral, y cuando el cazador ya estaba presto a desistir de la empresa debido a la falta de visibilidad, vio el bulto de un gran ciervo corriendo en la bruma e inmediatamente salió a alcanzarlo.

La neblina hacía muy difícil la persecución, rocas y árboles surgían, por así decir, de la nada, iban por terrenos desconocidos, pero el tenaz Don Fuas no desistía.

Súbitamente, el ciervo dio un gran salto, y el caballo, que lo iba siguiendo, se disponía a hacer igual movimiento.

En ese momento el caballero se percato, con espanto, que el ciervo se lanzaba de uno de los peñascos costeros, entrando en el abismo para perecer en el choque con las rocas marinas, y su caballo iba hacer lo mismo… ¡Demasiado tarde para retroceder! En pocos segundos, el propio perseguidor tendría el mismo trágico destino. No había escapatoria.

Sintiéndose perdido, de su afligido pecho brotó un clamor de súplica a la única que podría socorrerlo en tal situación: “¡Señora Salvadme!”

Entonces apareció milagrosamente en el aire, bondadosa y sonriente la Virgen María, con su Divino Hijo en los brazos. A un ligero gesto suyo, las patas traseras del caballo se pegaron a la piedra, salvando la vida del caballo y de su jinete. Del mismo modo, tan inesperado como apareció, desapareció.

De rodillas en el suelo y lleno de emoción, Don Fuas Roupinho prometió construir en ese lugar una capilla en honra a quien milagrosamente lo salvó: Nuestra Señora de Nazaré. Y así lo hizo. El milagro marcó tan profundamente las almas que incluso el poeta Camões, en su inmortal obra “Las Lusiadas”, hace referencia a él.


RECUERDO INDELEBLE DE LA BONDAD DE MARÍA

El Pequeño oratorio quedó conocido con el nombre de Capilla de la Memoria, y esta devoción se propagó rápidamente.

Casi doscientos años después, en 1377, el rey Don Fernando la hizo ampliar y elevar a la condición de Matriz. La intercesión de Nuestra Señora de Nazaré, tan apropiada a los hombres en situación de peligro y de imprevistos, se tornó apreciada sobre todo por los grandes navegantes que de Portugal se lanzaban a la conquista de los océanos. Hombres como Vasco da Gama, al partir en su primer viaje a la India, y Pedro Álvarez Cabral, en la expedición que descubriría el Brasil, no se atrevieron a lanzarse en el mar sin antes ir en peregrinación a Nuestra Señora de Nazaré.

En fin, no deja de tener interés lo que refieren algunos antiguos comentaristas. En el entender de ellos, el ciervo que atrajo a Don Fuas Roupinho, habría sido un demonio bajo la forma de animal. La interpretación tiene sentido.

Con su operación naval, que expulsó a los corsarios de aquellas costas, el valiente caballero trajo paz para todos. Y el espíritu maligno, enemigo de la paz, intentó vengarse de él, precipitándolo en el terrible despeñadero. De eso lo libró su devoción a la Madre de Dios.

Hasta los días de hoy la tradición señala una de las rocas de los Montes Pederneiras, la cual proyecta sobre el abismo las marcas atribuidas a la herradura del caballo de don Fuas. Sin embargo, más que marcar una piedra, el milagro deja grabado en los corazones cristianos, de modo indeleble, cuán valiosa y eficaz es la devoción a tan bondadosa Madre y Señora, María Santísima.



FUENTE: forosdelavirgen.org/


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