FRASES PARA SACERDOTES

"Cuando rezamos el Santo Rosario y nos unimos a María, estamos viviendo lo que es la familia porque cuando los hijos se reúnen con La Madre y juntos le oran a Dios, es la familia orando unida". DE: Marino Restrepo.
Papa Francisco a los sacerdotes que llevan "doble vida"

LA ALEGRÍA DE NAVIDAD: UNA OPORTUNIDAD PARA CRECER EN FAMILIA


Lectura de reflexión para toda la familia.

 
 
Hay muchas maneras de aprender la Historia, la historia de una familia, la historia de un pueblo, la historia de la humanidad, la historia de las estrellas, del universo… En este aprendizaje es claro que las tradiciones son un encuentro con la Historia.

Y cuando se aproxima la Navidad, el mundo se ve distinto y grandes y pequeños hacen una pausa. Las vacaciones escolares permiten a los niños permanecer más tiempo en familia y todos hacen un lugar en su corazón para unirse en una celebración común para niños y adultos.

Los cuentos, las leyendas y las tradiciones del folklore de las diferentes culturas son oportunidades para compartir en familia, para transmitirles a los niños mensajes de identidad de una sociedad y una familia, que los va a fortalecer en el presente y en el futuro.

También es bueno recordar que la Navidad es época de alegrías y de tristezas, porque evoca grandes recuerdos de épocas anteriores y de personas y cosas que ya no están presentes físicamente, pero sí en el recuerdo.

Es este un momento propicio para reflexionar y para que los niños aprendan con palabras o sin ellas cómo se trasmiten las tradiciones de generación en generación y cómo surgen en las nuevas familias razones para adquirir un sentido de pertenencia a una familia y a una sociedad.


Tradiciones familiares

Alrededor de las tradiciones familiares existen beneficios para todos sus integrantes, se refuerzan los vínculos de afecto y solidaridad y se fortalece la unión de la familia misma.

Los cuentos, las comidas especiales, los cantos, las oraciones, los recuerdos y la música, con los matices de cada cultura, van dejando un significado en cada ser en desarrollo, para convertirse en símbolos, rituales y tradiciones para construir un legado de valores espirituales y culturales que protegen, apoyan y acompañan, aun desde la distancia, en ocasiones especiales y en los momentos críticos a los niños y sus familias. Las fechas especiales deben celebrarse de acuerdo con el verdadero significado

que tienen para la familia, sin caer en la trampa del consumismo, que está haciendo que tradiciones tan antiguas como las fiestas navideñas se conviertan en una carrera alocada por conseguir regalos y adornos, sin tiempo para compartir en familia, sin ocasión para reflexiones en torno al verdadero origen de la Navidad.

Estamos viviendo una época en la cual lo productivo, lo práctico y lo cuantificable tiene mayor valor, por lo que no se le da importancia a la imaginación y la creatividad de los niños. El privilegiar el desarrollo infantil de las destrezas y habilidades prácticas impulsa a los niños desde las más tiernas edades a razonar, a adquirir conocimientos prácticos y lógicos, sin oportunidad de fantasear, de imaginar, de aprovechar su creatividad en esos primeros años de la vida.


Días mágicos y confianza básica

La seguridad afectiva y psíquica que recogen los niños en sus primeros años de vida constituye un equipaje que da fortaleza en los momentos adversos y ofrece impulso para emprender proyectos a lo largo de la vida.

Las celebraciones individuales, como los cumpleaños, afianzan en el niño la seguridad de que su llegada al mundo trajo alegría y fue significativa para sus padres. Además, permiten al niño sentirse reconocido como una persona importante, recibir expresiones de cariño, regalos que equivalen a los dones que se merece no solo por las buenas acciones sino por el hecho de existir y ser, lo cual tiene el significado profundo de un nuevo nacimiento para emprender nuevos retos y aprovechar sus talentos, en resumen, sentirse con un especial lugar en el mundo.

Las festividades colectivas, entre las cuales se destaca la Navidad, ofrecen al niño la oportunidad de adquirir un sentido de pertenencia a una familia, una historia, una cultura particular, que le ofrece valores, apoyo, oportunidades, costumbres, normas, leyes y guía para aprovechar los triunfos y afrontar los obstáculos durante su período de crecimiento y desarrollo a lo largo de la vida.

La Navidad como eje de una celebración universal trae desde tiempos remotos el significado de un renacer a la luz. Algunas tradiciones que se remontan a la época antes de Cristo cuentan como en estas fechas, que coinciden con el solsticio de invierno, se hacían fogatas en las altas montañas para invitar al sol a regresar a la Tierra con el fin de alumbrar y calentar a la humanidad, después de la oscuridad y el frío del invierno.

Con el nacimiento de Cristo, en este mismo solsticio, aparece el simbolismo del nacimiento a la luz con un sentido espiritual, acogido por varias culturas. La

costumbre casi universal del árbol de Navidad con sus luces y adornos es una evocación a la necesidad anual que tiene el ser humano de renacer y encontrar nuevos comienzos y esperanzas en un despertar del ciclo vital. Regalos, tradiciones y solidaridad en Navidad

El dar y el recibir regalos, hacerlos o escogerlos y empacarlos ponen al niño ante la oportunidad de disfrutar la experiencia de la generosidad, el placer de compartir, de sentirse fuente de alegría mediante los mensajes, las palabras y los villancicos.

Sentir cómo se multiplica la creatividad cuando varias personas se unen para armar un árbol de Navidad y ponerle los adornos que le dan un aire de fiesta al hogar son oportunidades para aprender que los niños y los adultos se complementan en las cosas sencillas.

Aprovechar las tradiciones familiares como armar un pesebre o encender las velitas es una opción para resolver preguntas sobre el origen de las tradiciones culturales, sobre los valores espirituales que les son transmitidos de una manera simbólica, a partir de representaciones que llenan de esperanza los corazones de los niños y dejan semillas de amor en sus vidas.


Abundancia y esperanza para el futuro


Celebrar acompañados de muchos familiares y amigos, ver que los adultos se reencuentran y las familias crecen, permite a los niños saber que no están solos y que sus padres tienen quien los apoye para guiarlos en los momentos difíciles.

Además, permite comprender que los alimentos sencillos preparados con cariño y servidos en un ambiente de celebración especial dejan un sabor de dulzura y tranquilidad al saber que existe la abundancia de alimentos y de amor. Este compartir, entonces, se convierte en un ritual familiar que aporta identidad social a los niños.

Dice Bruno Bettelheim que estos rituales tranquilizan al niño y le ofrecen seguridad ante dos grandes ansiedades humanas como son el abandono y el hambre. Este significado de abundancia se logra aun si los padres del niño no están presentes y estos son adoptados, acogidos por la familia ampliada o por alguna institución.


Las creencias de los niños: un equipaje para la vida

Durante los primeros seis años de la vida, los niños dan tanta importancia a las fantasías como a las realidades, de tal modo que lo concreto y lo abstracto se fusionan y el mundo real, así como el espiritual les son comprensibles a través de sus fantasías. Dado que los niños valoran los sentimientos y el amor más que la razón y la lógica de los mayores, su visión del mundo es más rica y fluida que la del adulto y tienen mucho para enseñar con su alegría del descubrir.

Tal vez por eso algunos adultos, con su mirada intentan convertir en racional el maravilloso mundo de las creencias de los niños en las tradiciones religiosas y culturales. El adulto debe respetar las creencias del niño y permitírselas, pues estas le sirven para su desarrollo actual y posterior y así poder avanzar armónica y saludablemente más allá de la etapa de la fantasía.

El disfrute del creer, según la cultura, en el Niño Jesús o en Santa Claus, ofrece al niño un sentido de amor y reconocimiento espiritual que le aportan un significado más profundo a los regalos recibidos, y los diferencia de los que le dan sus padres, pues en este caso se siente reconocido por el solo hecho de ser niño o niña. Por lo tanto, no tiene deudas de gratitud, ni exigencias de comportamiento y todo depende de la enseñanza en valores que los adultos significativos brinden al niño con respecto a la valoración del regalo.

En este sentido, vale la pena darle un regalo acorde con las posibilidades económicas de la familia, porque de lo contrario el niño puede creer que los padres son una fuente inagotable y cada día va a exigir más de lo necesario.

Los niños descubren por sí mismos y a su debido tiempo las realidades y de este modo no se desilusionan cuando saben que no es el Niño Jesús sino sus padres quienes traen los regalos de Navidad. Al contrario, juegan con los adultos a seguir creyendo. Pero si el adulto le cuenta la realidad a su modo, el niño sufre anticipadamente; el recuerdo de esta vivencia de sentirse valorado y gratificado en su niñez adquiere un significado tan profundo en el corazón de los niños que se convierte en un escudo para tiempos difíciles.


El acompañamiento: los padres, niños grandes

Las experiencias navideñas vividas por los padres en su niñez dejan huella en cada uno de ellos y son el mejor recurso para entender el pensamiento y el mundo infantil a la hora de acompañar a los niños en estas festividades.

La Navidad, al evocar las vivencias infantiles, se convierte en un momento en el cual los padres, abuelos y demás adultos significativos pueden integrarse a una fiesta dirigida a los niños desde el corazón en la que las enseñanzas se imparten más con las acciones y con el ejemplo que con las palabras.

Por ser una celebración compartida en una forma universal, las dificultades y obstáculos que pudieron opacar el disfrute de algunos padres en su niñez pueden ser reparados en el compartir con sus familias, amigos, compañeros de trabajo y, en fin, con personas o grupos que siempre estarán presentes para brindar solidaridad en estas épocas de renovación del alma humana.

 
El espíritu de la Navidad y su trascendencia en el corazón infantil

La Navidad, como celebración universal, trasciende las barreras del idioma y la cultura y deja en el ser humano la certeza de que existen momentos en los cuales los sentimientos negativos se trasforman en positivos, momentos en los cuales la alegría del corazón supera las prevenciones de la razón y momentos en los cuales la magia del amor triunfa sobre los impulsos de la guerra.

Y así, el espíritu de la Navidad impregna toda la vida. Es pues la Navidad una época para compartir en familia y dejar una huella imborrable en el corazón de todos: niños, niñas, adolescentes, adultos y viejos.
 
 
Por: Marta Lílliam Correa Hernández 
Olga Francisca Salazar Blanco

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