FRASES PARA SACERDOTES

"Cuando rezamos el Santo Rosario y nos unimos a María, estamos viviendo lo que es la familia porque cuando los hijos se reúnen con La Madre y juntos le oran a Dios, es la familia orando unida". DE: Marino Restrepo.
Papa Francisco a los sacerdotes que llevan "doble vida"

LA ESCALA ESPIRITUAL SAN CLÍMACO - PARTE 11 -

"LA ESCALERA DEL DIVINO ASCENSO"
DE SAN JUAN CLÍMACO




A partir de la fecha publicaremos los siguientes capítulos basados en la siguiente fuente

"Escala al Paraíso"
(Scala Paradisi, o Escala Espiritual)
Juan Clímaco.

Basada en la edición del Obispo Alejandro (Mileant)
Corrección e introducción: Rolando Castillo


Decimocuarto Escalón: de la Gula. 

1. Ya que decidimos tratar de la gula, necesariamente vamos a filosofar contra nosotros mismos, pues me sorprendería encontrar algún hombre totalmente libre de ella, si no contamos a los que están en la tumba. 

2. La gula es la hipocresía del vientre, el que ya harto, nos hace creer que necesita más, y que lleno hasta reventar, nos dice que padece hambre. 

3. La gula es creadora de sabores y potajes y descubridora de nuevos regalos. 

4. Si le cierras una ventana, sale por otra; si apagaste una llama, prende otra y otra para vencerte. 

5. La gula obnubila la razón, de manera que nos hace creer en la necesidad de comer cuanto nos ponen delante, y junto con eso se traga el hombre la templanza, la penitencia, la compasión.

6. La Gula es la madre de la fornicación; la mortificación del vientre engendra la castidad. 

7. El que trata con mano blanda al león, lo amansará, mas el que lo halaga lo vuelve contra sí.

8. El judío se regocija con la fiesta del sábado, pero el monje dado a la gula, con el sábado y con el domingo, con la víspera y con la fiesta. El que es siervo de su estómago piensa siempre en los manjares con que se regalará, pero el siervo de Dios lo hace en las gracias con que se enriquecerá.

9. Si llega un huésped a su casa el esclavo de su vientre es impulsado por la gula a practicar la caridad, y estimando que consuela a su prójimo, se daña a sí mismo.

10. Sucede a veces que la gula y la vanidad pelean entre sí dentro del monje. La gula le incita a que quebrante el ayuno mientras su orgullo le dice que no pierda prestigio comiendo demasiado. Pero el sabio huirá de ambos, y con el tiempo vencerá a uno con el otro: para no dar mal ejemplo ayunará, y para conservar su cuerpo comerá con moderación. 

11. Como la carne está llena de energía, guardemos la abstinencia en todo tiempo y lugar. Cuando esté apagada -aunque no creo pueda serlo totalmentepuede ser más moderada nuestra abstinencia.

12. He visto a monjes avanzados en edad, permitir a jóvenes que no eran sus discípulos festejar los días de fiesta, bebiendo vino y relajar así su abstinencia. Si estos padres fueran buenos testimonios del Señor, darían moderadamente cierta relajación; pero, si son negligentes, no se debe hacer caso a su bendición, sobre todo si aún estamos combatiendo contra el fuego de la carne.

13. Cuando nuestra alma desea y se procura manjares variados y delicados, entendamos que este apetito es natural; y por esto es necesario velar y trabajar 87 intensamente peleando contra esa astuta picara, que de otra manera nos dará grandes batallas y creará trampas para que caigamos en ellas.

14. Para esto conviene abstenernos de manjares que engordan, especialmente si son calientes (no echemos aceite sobre la llama); también de los suaves y deliciosos; procuremos comer viandas livianas y sencillas como las legumbres, que al hinchar el estómago apagan nuestro insaciable apetito, y que al ser digeridas fácilmente, nos dejen pronto libres del calor. Pues si prestamos atención, todos los manjares calientes y delicados ayudan con su calor a despertar en nuestros cuerpos estímulos y movimientos carnales.

15. Mófate del demonio que te sugiere prolongar tu ayuno después de la refección, pues no te haces bien al no seguir el horario de comidas de la comunidad.

16. Es de hacer notar que hay dos maneras de abstenerse, una la de los inocentes y otra, la de los culpables. Aquellos no tienen más tentaciones que las propias de los hombres; mas estos deberán luchar sin tregua. Aquellos pueden conservar moderación y tranquilidad, y su moderación los hace aparecer como moradores del cielo, donde no llegan las tormentas de este mundo. Más, a los segundos, les conviene trabajar para aplacar a Dios con perpetuo arrepentimiento y mortificación del cuerpo y del alma.

17. El varón perfecto puede vivir sin zozobras y libre de los cuidados de las cosas mortales; pero el vicioso y sensual, que anda de fiesta en fiesta, está aún en medio de la batalla.

18. Domina tu vientre, no dejes que él te domine, a fin de que no quieras luego, avergonzado, guardar la abstinencia que no guardaste en su momento. Esto lo entienden bien los que cayeron, pero los puros lo saben, no por experiencia propia, sino por iluminación divina.

19. Circuncidemos el pecado de la lujuria con el cuchillo del fuego eterno, ya que algunos que cayeron por no haberlo utilizado terminaron cortando después sus propios miembros, lo que no fue cortar el pecado sino doblarlo. 20. Si nos fijamos, hallaremos que la mayor parte de nuestras pérdidas nacen del vicio de la gula.

21. El que ayuna ora con sobriedad y atención, mas el goloso está lleno de imágenes impuras.

22. La gula seca las lágrimas pero la abstinencia puede producir nuevas fuentes de agua.

23. El que obedeciendo a su estómago pretende vencer el espíritu de la fornicación, se asemeja al que pretende apagar el fuego con aceite.

24. Si el estómago conoce la tribulación, el corazón se torna humilde; gozoso el vientre, se envanece el corazón. 

25. Mírate a lo largo del día y notarás la utilidad del ayuno, pues por la mañana está más vivo el apetito de la carne. Al aproximarse la hora sexta está más aplacado y a la puesta del sol se ha vuelto humilde.

26. Atormenta tu estómago y refrenarás tu lengua, porque esta toma fuerzas con la abundancia de manjares. Pon toda tu energía en luchar contra tu apetito; si así lo haces el Señor te ayudará.

27. En los odres blandos cabe más, en los apretados la capacidad disminuye. Del mismo modo el vientre se dilata al recibir manjares, aumentando su capacidad; pero se estrecha con la dieta, y al contentarse con poco, ayuna sin dificultad.

28. La sed se apaga a veces con la paciencia, pero jamás el hambre con el hambre se ha calmado.

29. Si la gula trata de dominarte, dómala trabajando; y si flaqueas en ello trata de dominarla con oraciones y vigilias. Si tus ojos se cerrasen de sueño, emprende una tarea manual. Hazlo sólo si estás muy fatigado, pues no es posible aplicar el intelecto a un mismo tiempo a Dios y al trabajo manual. 

30. Cuando el demonio de la gula domina el estómago, hace que el hombre nunca se sienta harto — aunque haya comido todo Egipto y bebido todo el Nilo. Una vez satisfecho, el espíritu de la gula se retira dejando lugar al espíritu de la fornicación, y enterándolo previamente de sus actos, le dice: "hechízalo, tiéntalo y enardécelo, lleno está su estómago y no demorarás en inflamarlo." El espíritu de la fornicación, entonces, se acerca sonriendo, nos ata de pies y manos y hace de nosotros lo que quiere, ensuciándonos el cuerpo y el alma con sueños, imágenes y poluciones.

31. Es cosa notable ver cómo nuestro espíritu inmaterial es mancillado por el cuerpo y cómo, sólo luego de la abstinencia, le es restituida su delicada y natural condición.

32. Si has prometido a Cristo seguir por el camino áspero y estrecho, mortifica el vientre, porque si lo adulas y deleitas, ten por seguro que has quebrantado tu acuerdo con Dios. Permanece atento y oye al Señor que dice "Ancho y amplio es el camino del estómago que lleva a la perdición de la fornicación, y muchos son los que lo caminan; por el contrario cuando se transita por el angosto camino del ayuno, se lleva una vida casta." 

33. El príncipe de los demonios es Lucifer, y príncipe de los vicios es la gula, ya que los incentiva a todos.

34. Cuando te sientes a una mesa llena de manjares, adviértete con la evocación de la muerte y del juicio final, así podrás resistir la fuerza de la concupiscencia. Cuando te lleves el vaso a la boca, piensa en la hiel que le fue dada a tu Señor, así beberás con moderación; piensa siempre en lo poco que haces comparado con lo que El hizo por ti.

35. No te engañes hermano, nunca estarás libre del Faraón, ni celebrarás la pascua celestial, si no es comiendo verduras amargas y pan sin levadura. Las primeras son la aflicción y la rudeza del ayuno, el pan es el alma libre de toda soberbia.

36. Imprime en tu corazón las palabras del Salmo: "Cuando los demonios me molestaban me vestía con el cilicio y mortificaba mi alma con el ayuno, llorando en lo íntimo de mi corazón.

37. Ayunar es violentar a la naturaleza, cercenar los deleites del gusto, mortificar la carne, librarse de los sueños, purificar la oración, iluminar el alma, desterrar la ceguera; es la puerta del arrepentimiento, humilde suspiro, contrición alegre, muerte del palabrerío, portadora de quietud, guardián de la obediencia, alivio en el sueño, pureza en el campo, motivo de tranquilidad, perdón para los pecados, puerta de entrada a los deleites del paraíso. Todo esto es el ayuno, porque en todo ayuda y dispone para combatir a su enemigo, la gula.

38. Interroguemos a este tirano como a los otros, y más aún, pues es el maestro de nuestros enemigos, puerta de los vicios, caída de Adán, perdición de Esaú, muerte de los israelitas, deshonra de Noé, perdición de los de Gomorra, crimen de Lot, destrucción de los hijos de Helí, adalid y precursor de la depravación, preguntémosle, digo, quién lo engendró, quiénes son sus hijos, quiénes le combaten y, finalmente, quién lo mata. Que nos diga esta tirana y fanática señora, que nos hace sus siervos y que nos compra con el precio de la insaciabilidad, ¿por dónde penetra en nosotros?, ¿qué hace luego? ¿Por dónde sale?, y ¿cómo podemos escapar de ella? Ella nos preguntará a su vez: "¿Por qué me insultáis, siendo mis siervos por el pecado? ¿Cómo presumís que podéis apartaros estando yo tan ligada a vuestra misma naturaleza concebida en el pecado? La puerta por donde entro es el buen sabor y calidez de los manjares, y la costumbre de comer es el motivo de mi insaciabilidad. Los nombres de mis hijos son tantos como las arenas del mar, pero diré los de los más queridos. Mi primogénito es quien provoca la fornicación, el segundo es el autor de la dureza del corazón, el tercero es el sueño, mar de los pensamientos, olas de pasiones, abismo de secretas torpezas. Mis hijas son la pereza, la murmuración, la confianza en sí mismos, las groserías y las risas, la porfía, la apatía para escuchar la palabra de Dios, la insensibilidad para las cosas espirituales, la prisión del alma, las expensas superfluas y excesivas, la soberbia, la osadía y la afición a las cosas mundanas. A ellas les siguen la oración impura y todo tipo de calamidades y desastres no previstos, anticipos de la desesperación, que es el mayor de los males. Quien me combate es la memoria, pero no me vence. Mi constante enemigo es el recuerdo de la muerte, pero nada tienen los hombres que me pueda destruir. Sólo aquel que amado por el Espíritu Santo, le ora, me deja libremente; pero los que no conocen este espíritu divino son mis prisioneros y se someten a mis deleites, pues donde faltan los deleites espirituales no pueden faltar los sensuales.


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