1. No presumas de "cristiano", vive como buen cristiano. Sé humilde. Reconoce que todos necesitamos el perdón y la misericordia. El tercer milenio del nacimiento de Cristo es una buena oportunidad para renovar nuestras actitudes cristianas.
2. Agradece a Dios la fe que tienes. Dedica, cada día, unos minutos a hacer oración. Ten un plan de vida de piedad. Lee algún libro de formación cristiana.
3. Valora el hecho de ser cristiano y católico. Alégrate de ser hijo de Dios y ciudadano del Cielo. Renueva tu fe, recita despacio el Credo, reza el Padrenuestro.
4. Tomate en serio la Misa del Domingo. Se dice que "primero es la obligación que la devoción"; pues no olvides que nuestra primera obligación es con Dios.
Vivirás como buen hijo de Dios unido a toda la familia cristiana.
5. Confiesa tus pecados. Nadie es del todo bueno. Atiende la llamada de Dios que nos ofrece el perdón, la renovación interior, la alegría de la salvación. Ve a la Iglesia, confiesa tus pecados al sacerdote y recibe el gozo del perdón de parte de Cristo y del Dios salvador.
6. Invoca a la Virgen para que te ayude a creer en Jesucristo con amor, con fidelidad, con fortaleza, con coherencia. Ella es madre y modelo de los discípulos, de la Iglesia entera. Jesús la preparó para que fuera la madre espiritual de todos sus hermanos. Acude a Ella con confianza de hijo.
7. Vive más sobriamente. Confórmate con lo que tienes. Frena las ambiciones y los caprichos. Piensa en los que tienen menos que tú. Ayúdales con tu tiempo y con tu dinero. Con tu amor.
8. Habla de Jesucristo a tus amigos, a tus vecinos, a tus compañeros de trabajo. Háblales de la bondad de Dios, de la esperanza de la salvación, de la posibilidad y la alegría de ser cada día un poco mejores amando a Dios y haciendo el bien. Sé apóstol.
9. Cumple tus obligaciones de cada día. Con amor, con alegría, con el gozo de ayudar a vivir a los demás y de ir construyendo un mundo de fraternidad y de esperanza.
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