FRASES PARA SACERDOTES

"Cuando rezamos el Santo Rosario y nos unimos a María, estamos viviendo lo que es la familia porque cuando los hijos se reúnen con La Madre y juntos le oran a Dios, es la familia orando unida". DE: Marino Restrepo.
Papa Francisco a los sacerdotes que llevan "doble vida"

CONFIDENCIAS DE JESÚS A UN SACERDOTE Monseñor Ottavio Michelini


¡ENCIÉNDANSE FUEGOS!


Hijo, creen sólo en si mismos, creen en las revistas vacías y en los periódicos. De estas fuentes beben ávidamente.

Bastaría una mirada tranquila y retrospectiva a la vida de la Iglesia para darse cuenta que sin la oración ningún Santo se ha santificado. Ningún mártir (y son millones) ha dado testimonio con su sangre de su fidelidad a Mí, a la Fe, sin ser sostenido por la oración.
A esto no miran. Pero ¿de qué alimentan su alma? ¡La vida de la Gracia está apagada en muchos!

¡Cuánta ceguera! Qué noche tan profunda... Es terrible, han rechazado y rechazan la luz y la vida los elegidos para llevar luz y vida a las almas.

Hijo mio, Yo soy el Amor que ellos rechazan. Yo soy la vida que ellos apagan. Yo soy el fuego. ¿Qué quiero si no que este fuego arda?

Por esto quiero que se enciendan muchas fuegos en los pueblos y en las ciudades. ¡Ay de aquellos pastores que se opongan a esta mi voluntad!

Quiero, por ejemplo, los amigos de Mi Eucaristía como te he dicho.  Te he elegido para una gran cosa: ¡para llevar mi Palabra a los sucesores de los Apóstoles, a los sacerdotes, a mis fieles!

Es una última oportunidad de salvarse y de salvar a las almas!
No me han creído a Mí, no han creído a mi Madre. No creerán; muchos persistirán en su ceguera, pero Yo quiero que sepan que ¡la hora está cercana!

Te bendigo, hijo mío.



BATALLA IMPORTANTÍSIMA


Hijo mío escribe.
Está escrito: "Meditare Novissima tua et in aeternum non pecabis"
Estas palabras salidas de los labios de la Sabiduría se dieron al pueblo de dios como norma de vida. Permanecen como fuente de luz para que el hombre caído en las tinieblas pudiera caminar seguro hacia la meta final de su existencia humana.

Ahora este recepto, tan importante y tan eficaz, ha sido dejado a un lado con otros en nombre de la evolución de los tiempos que exigen nuevas formas de vida y de costumbres. Habría bastado un poco de discernimiento para ver, en este desenfrenado deseo de lo nuevo, un astuto engaño del Enemigo del hombre.

El precepto de meditar día y noche las grandes verdades de la fe viene de Dios; la ardiente sed de novedades viene del Maligno.

Si los consagrados, en modo particular, hubieran pedido luz, no se la hubiese negado; pero deslumbrados por el Enemigo, se han dejado convencer por él, con todas las consecuencias que tú mismo puedes ver.

Dios quiere guiar al hombre al logro de la salvación eterna de su alma, pero cuando el hombre niega la poca colaboración que puede dar, Dios lo abandona a si mismo.

Dios quiere al hombre salvado pero con su consentimiento. Dios lo quiere salvado pero no contra su elección.

Buscar a Dios en el silencio. En un mensaje precedente te he dicho claramente que solamente en el silencio del alma Dios hace oír su voz. ¿Pero quién, hijo mío, busca a Dios en el silencio?

Los hombre en general, y hasta mis ministros, se han aliado a Satanás en la obra de envilecimiento de la dignidad humana. No sólo en envilecerla, se ayudan en destruirla, tanto que ya no se la reconoce.
El hombre ya no sabe quién es. A tanto ha llegado la obra nefasta del materialismo, engendro de Satanás.

Aquellos que debían empañar todas las energías posibles para impedir una situación tan dramática, no sólo no lo han hecho, sino que han aceptado aliarse con las tenebrosas potencias del mal, agravando y acelerando el proceso de desintegración de todos los valores espirituales y sobrenaturales que hacían y hacen grande al hombre, criatura libre e inteligente, hecho a imagen y semejanza de Dios.

Hijo mío, ya te dije que la hora de las tinieblas esta cerca y que la humanidad conocerá la más tremenda lucha desencadenada en el mundo por el infierno, el cual hará todo lo que sea preciso para no perder esa victoria que está convencido que tiene en las manos.

Te he dicho que esta batalla encontrará paralelo sólo en la inmensa lucha combatida en el Cielo entre los hijos de la luz y los de las tinieblas. ¿Vislumbras ahora la razón de esta afirmación mía?

Muchos, aún entre mis consagrados y entre los mismos sucesores de los Apóstoles, no saben que esta hora, ha sido deseada siempre por Satanás con sus legiones, desde la caída de Adán y Eva, la ha deseado ardientemente y buscado con todos los medios a su disposición. Piensa en esta batalla como una revancha segura sobre Dios, sobre Mí, redentor, sobre la Iglesia, fruto de mi redención, sobre Mí y mi Iglesia, porque Yo le he arrancado a él la humanidad hecha su esclava.

Que todos sepan, quiero que todos conozcan los próximos acontecimientos, te lo repito otra vez, como los más graves en la historia del género humano. Pero ¿por qué no se quieren convencer mientras son evidentes las señales y las advertencias que mi Madre ha dado?

Ahora, cerrando los ojos a la luz, se habla de la Misericordia, ¿Por qué  no hablaron de ella antes cuando en Fátima, en Lourdes y en otros lugares de esa Misericordia se ha manifestado prodigiosamente para llamar al arrepentimiento y ala la oración?

Es presunción rechazar a Dios, y luego hablar de su Misericordia. La Misericordia de Dios es como un imán; debe encontrar su punto de atracción y no de repulsión.

Yo no quiero la desdicha. Someteré la necedad y la maldad humana en una obra de purificación por el triunfo de la Misericordia y de la Justicia. Quien ha renunciado a la luz para hacerse hijo de las tinieblas no puede tener palabras de verdad y de luz.

Meditare novissima tua et in aeternum non peccabis. Pero ninguno medita ya, hecha excepción de pocos. Son ilusos, son como muchachos que corretean tras la multicolor mariposa y hecha prisionera, abriendo sus manos de dan cuenta que de la mariposa no ha quedado mas que un gusano. Pobre humanidad que cada vez más desilusionada y extraviada no sabe encontrar la recta vía...

Reza hijo mí; te bendigo.

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