FRASES PARA SACERDOTES

"Cuando rezamos el Santo Rosario y nos unimos a María, estamos viviendo lo que es la familia porque cuando los hijos se reúnen con La Madre y juntos le oran a Dios, es la familia orando unida". DE: Marino Restrepo.
Papa Francisco a los sacerdotes que llevan "doble vida"

MIL MÁXIMAS DE DON BOSCO - ENTREGA 13

MIL MÁXIMAS DE DON BOSCO






PROVIDENCIA

759 ¡Somos insignificantes!. Es conveniente dejar todo en las manos del Señor. Él, que lo permite todo, sabrá destruir los perversos designios de los perseguidores. Entre tanto, recemos y no temamos. (VI, 691).

760 Evitad, al oir la Palabra Divina, las sugestiones del demonio, que os engaña diciendo: "esto lo dice por fulano, aquello por zutano". (BAC. 673).

761 La Divina Providencia se encargará de tomar a su debido tiempo la defensa de los inocentes. (II, 536).

762 Hagamos nosotros todo lo que esté a nuestro alcance y el Padre de la Divina Misericordia suplirá lo que falte. (II,
534).

763 Dios no abandona a ninguno; quien a Él recurre con el corazón limpio del pecado y con la oración bien hecha, obtendrá todo lo que necesite. (V, 160).

764 Contentémonos con poco, dejemos lo bello y lo cómodo, y seremos bien vistos y ayudados por la Divina Providencia (IV, 473).

765 Cuando sepamos ahorrar aún el centavo, no desperdiciando sin necesidad o inútilmente, la Divina Providencia estará dispuesta a ayudarnos. (V, 671).

766 Pongámonos en las manos de Dios con toda confianza, recemos y todo saldrá bien. (V, 850).

767 Tengo la siguiente norma para todas mis empresas. Primero busco el bien que redunde a la mayor gloria de Dios y a la salvación de las almas; y luego, sigo adelante con seguridad; el Señor nunca dejará faltar su divina asistencia.
(VI, 586).

768 Me consta por experiencia que en las dificultades y persecuciones, cuanto más faltan los medios humanos, tanto más ayuda Dios. (VII, 319).

769 Si nosotros comenzamos a atesorar y guardar, la Providencia nos vuelve las espaldas. (X, 99).

770 Confío siempre ilimitadamente en la Divina Providencia, que quiere ser respaldada por nuestros esfuerzos. (XI, 55).

771 El Señor en las grandes necesidades proporciona grandes ayudas. (XIII, 626).

772 Me preguntáis ¿qué hay que hacer para conseguir la ayuda de la Divina Providencia?. Dios mismo lo dice: "Dad y se os dará, la fe sin buenas obras es una cosa muerta". (XVII, 893).

PRUDENCIA

773 Sé severo contigo mismo y benévolo en juzgar a los demás. (P.M.5).

774 Sed prudentes al juzgar. (IV, 439).

775 Reguláos siempre, de tal manera, que en cualquier momento que llegue la muerte, os encuentre preparados. (XII, 608).

776 No se tome ninguna resolución sin haber pedido antes consejo. (XI, 300).

777 Cuando estéis excitados no toméis ninguna resolución. (XI, 515).

778 No existe ninguna ventaja material que pudiera compensar un solo daño moral. (V, 556).

779 Los defectos ajenos hay que soportarlos, aunque fueran en nuestro perjuicio. (XIII, 880).

780 ¿Sabes lo que te hace falta para salvar tu alma?. Un poco de buena voluntad. (P.M.41).

781 En las cosas de gran importancia, como sería la elección de estado, consultad siempre al Confesor. El Señor dice que el que lo oye, escucha la voz del mismo Dios. (III, 94).

782 No tengas por amigo a quien te alabe. (III, 617).

783 Olvida los favores hechos, pero no los recibidos. (III, 617).

784 Trata de aprender aquellas cosas de las cuales no tengas que arrepentirte en tu vejez. (VII, 581).

785 El superior debe tener tres cualidades especiales: 1º. Siempre dispuesto a perdonar; 2º Parco en castigar; 3º. Pronto en olvidar. (VIII, 446).

786 Para evitar rivalidades y hostilidades debo tener el método que siempre he seguido hasta el presente: hacer sin hablar. (IX, 391).

787 Creedme que es una gran fortuna aprender con experiencias ajenas. Tener que aprender por experiencia propia es una desgracia. (XII, 365).

788 Las innovaciones deben introducirse poco a poco, casi insensiblemente. (XII, 385).

789 El pasado debe ser maestro del futuro. (XII, 800).

790 Usemos la prudencia de la serpiente tratando de salvar almas, sosteniendo inviolablemente los buenos principios, respetando y respaldando a las personas. (XIII, 618).

791 El hombre honesto, cuando no se le cree, debe guardar silencio riguroso. (XIV, 175).

792 Solamente en caso de inmoralidad deben ser inexorables los superiores. Es mejor correr el riesgo de alejar de la Casa a un inocente, que retener a un escandaloso. (XVII, 112).

793 Somos hombres y tenemos que obrar humanamente. (XVII, 201).

794 Recordad que no basta saber las cosas, sino hay que practicarlas. (XVII, 630).

795 Preocupáos de lo que el Señor podrá pensar de vosotros y no de aquello que, ya sea en bien, ya sea en mal, digan de vosotros los hombres. (XVIII, 329).

796 Si queremos que prosperen nuestros intereses espirituales y materiales, hagamos primeramente prosperar los intereses de Dios... con nuestras limosnas. (XVIII, 509).


PUREZA

797 Cuando un sacerdote vive casto y puro, llega a ser dueño de los corazones y es venerado por todos los fieles. (IX, 387).

798 Toda virtud en los niños es un precioso adorno que los hace amados de Dios y de los hombres. Pero la reina de todas las virtudes, la virtud angélica, la santa pureza, es un tesoro de tal precio, que los niños que la poseen serán semejantes a los ángeles del cielo. (BAC. 675).

799 La pureza es un diamante de gran valor; si ponéis un tesoro a la vista de un ladrón, corréis el riesgo de ser asaltados. (BAC. 676).

800 Los limpios de corazón verán a Dios. Por puros de corazón se entiende a los que si por desgracia pecaron, se levantan enseguida. (XVIII, 19).

801 Comenzad pronto a practicar la virtud y os aseguro que siempre tendréis el corazón alegre y contento, y conoceréis cuán dulce y suave es servir al Señor. (BAC. 670).

802 Para conservar la castidad es necesario trabajar y rezar. Si, oración y mortificación. (XII,468).

803 La virtud de la pureza es tan preciosa y tan agradable a Dios Ntro. Señor, que jamás ha dejado sin protección especial en todos los tiempos y circunstancias a los que la practican. (VII, 824).

804 La castidad es el adorno más bello del cristiano. (X, 1088).

805 El ocio y la castidad no pueden andar nunca juntos. (XIII, 801).

806 La castidad debe ser centro de todas nuestras acciones. (XII, 224).

807 Observando la pureza estáis seguros de caminar por el camino recto. Todas vuestras acciones, hasta las más pequeñas, serán agradables a Dios, de todas recabaréis inmensos méritos y estaréis ciertos de llegar al premio inmortal de la Patria Celestial,al pleno goce de Dios. (XII,224)

808 Si amáis esta virtud tan delicada, tan gentil, de la pureza, "seréis como los ángeles del cielo". Amando esta virtud tendréis el santo temor de Dios, la paz en el corazón; ya no habrá congojas ni remordimientos, sino un gran atractivo por las cosas que miran al servicio de Dios y disposición para sufrir todo por Él. (XII, 224).

809 La pureza debe ser el centro de todas nuestras acciones. En los tiempos presentes es necesaria una modestia a toda prueba y una gran castidad. (XII, 224).

810 Creo que se puede aplicar a la virtud de la pureza la frase de la Escritura: "Todos los bienes me vinieron con ella".
Teniéndola, se tendrán todas las demás virtudes. Las atrae a todas. No teniéndola se esfumarán todas las demás, como si no existieran, (XII, 224).

811 Rogad ardientemente al Señor que os conceda la virtud de la pureza y os la conserve, pues, teniéndola, no necesitaréis preocuparos más. Con la observancia de la pureza os vendrán del cielo todos los bienes y todos los consuelos. (XII, 224).

812 Reúne con frecuencia a los maestros, asis tentes, jefes de grupo y de paseo, y diles a todos que se esfuercen por impedir las conversaciones peligrosas, alejar todo escrito, estampas, "hic scientis est", y cualquier cosa que ponga en peligro la reina de las virtudes: la pureza. Den buenos consejos, usen la caridad con los chicos; conociendo algún muchacho peligroso para los compañeros, que te lo digan pronto y empléense las diligencias requeridas. (VII, 525).

813 Por ningún motivo se acepten muchachos expulsados de otro colegio, o que de cualquier modo conste que son de malas costumbres. Si a pesar de las debidas precauciones sucediera que entrara alguno de éstos, asígnenle inmediatamente un compañero seguro que no lo abandone jamás. Y si falta, avísale una vez con severidad, y si re incide, aléjalo del colegio. (XII, 526).

814 Esforzáos para alejar cualquier pensamiento que pudiera, aún remotamente, empañar la virtud de la pureza. Lo que más ayuda a conservarla íntegramente es la obediencia a Dios, porque estas dos virtudes, obediencia y pureza, se complementan la una con la otra, pues, conservando la exacta obediencia, se conserva también el inestimable tesoro de la pureza (XII, 224).

815 Nunca serás bastante severo en las cosas que ayudan a conservar la moralidad. (I, 153-4).

816 Recuerden los Directores que son responsables de la reputación de ellos mismos, de los hermanos y de los jóvenes. Los niños por ser pequeños no hablan, pero encontrándose después con los familiares platican y aumentan tal vez, hechos, con detrimento de nuestra buena fama y de la gloria de Dios. Ciertos actos inocentes de afecto hacia los jovencitos pueden ser empleados por el Superior, pero no por otros. (XVI, 416-7).

817 A todos les he estrictamente recomendado y vuelto a recomendar en la presencia de Dios y en la presencia de los hombres, el deber de cuidar la castidad de los Salesianos y de los que en cualquier modo o por cualquier concepto nos confía la Divina Providencia. (XVII, 268).
818 Ni por burla, ni por broma, ni por ninguna otra razón o pretexto, se pronuncien palabras que muevan a risa o resten estima o benevolencia hacia personas de otro sexo. Léase y hágase entender bien el significado de estas expresiones y dése explicaciones en distintas oportunidades. (XVII, 269).

819 Debes darte cuenta de modo particular qué relaciones morales existen entre maestros y asistentes, entre sí y con los alumnos a ellos confiados. (XVII, 260).

820 Nuestros oídos los hemos consagrado enteramente a Dios; así pues no escuches al que murmura o siembra descontento; desecha toda ma licia en tus conversaciones, y huye de las reuniones en donde el hablar, aunque no sea malo, sea ligero. (XII, 452).


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