CONOCER A SATANÁS, NUESTRO ENEMIGO
Cómo es que no nos dedicamos a conocer y a saber en realidad quién es y como actúa el demonio ya que no tenemos mucho tiempo porque en esta vida natural solo estamos de paso y la vida futura es la eterna ya sea en la gloria o en el infierno.
Podemos pasar muchísimos años o toda una vida y nunca oír o enterarnos de nada que nos alerte del demonio, principalmente las pobres almas que no van a misa.
El infierno no descansa ni de día ni de noche, no toma vacaciones con la sola razón de hacernos quedar con él eternamente en el lago de fuego ya que el nunca mas podrá salir de allí. En cambio nosotros si podemos si le somos fiel a Dios.
Seremos unos tontos, unos ilusos si no nos dedicamos ya a construir nuestra vida en el espíritu y no a amar y adorar el esplendor y la belleza y los goces perecederos de este mundo.
Hay que morir a ese entretenerse por el camino de nuestra vida y dedicarnos diariamente a vivir en el eterno presente de Dios, a vivir solo el afán de cada día que Dios nos regala porque sólo tenemos el presente. Santo Toribio de Mongrovejo decía:"El tiempo es nuestro único bien y tendremos que dar de él estricta cuenta".
Porque pensamos que no existe o no queramos aceptarlo, no dejará de existir el infierno.
"El diablo existe y el que lo niegue no cree en el Evangelio", le dijo San Juan Pablo II en una ocasión al exorcista padre Gabriel Amorth y Santa Faustina Kowalska escribió por orden del Señor lo que vio en el infierno para que no se diga que no existe o que nadie ha estado allí.
Que tristeza que hoy día no se hable del él, no se le mencione ni en la Iglesia, la casa del Señor.
Pensemos seriamente qué queremos poblar: el cielo o el infierno. Satanás como está condenado en este último eternamente, nos odia tanto que no descansa ni de día, ni de noche hasta hacernos correr su misma suerte.
No solo los sacerdotes sino todos como hijos de Dios debemos conocer y hablar de él sin miedo para defendernos de este feroz enemigo de Dios y nuestro, pues como ni se piensa ni se le conoce no lo notamos en nuestro diario vivir, el pasa desapercibido.
Cuando el Señor nos llame si somos pura carne y mundo (o sea de satanás) no nos podremos elevar hacia el Espíritu y pasaremos a vivir al lago de fuego, al castigo eterno y de allí no sale nadie.
Nuestro Señor escogió desde la eternidad a cada uno de sus sacerdotes que son centro de muchísimas almas. Es el deber de cada sacerdote hablar del infierno, es una obra de misericordia. Los sacerdotes pese a cualquier consecuencia deben hacerlo, deben advertir a las joyas de Dios (las almas) a los peligros a que están expuestos.
Me entristece ver que rara vez los sacerdotes hablan o mencionan a su santo patrono: el Santo Cura de Ars. Deberían hacerlo pues este sacerdote de cuerpo incorrupto si que se mortificó, si que hablo y predico toda su vida del demonio y así salvo miles y miles de almas. Al que mas se le da mas se le exigirá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario