Cada 29 de junio, la Iglesia celebra la solemnidad conjunta de San Pedro y San Pablo, dos columnas fundamentales del cristianismo. Ambos, tan distintos en carácter y vida, pero unidos en el amor a Cristo, nos enseñan que la Iglesia es misionera por naturaleza, y que cada uno de nosotros participa de esa gran misión.
Hoy, su testimonio es más actual que nunca. En un mundo indiferente a Dios, la Iglesia necesita beber del coraje de Pedro y del ardor apostólico de Pablo.San Pedro: roca humilde y obediente
Simón Pedro, el pescador de Galilea, fue llamado por Jesús desde las redes para ser “pescador de hombres”. Hombre impulsivo y sencillo, fue elegido por Cristo para ser roca sobre la cual edificaría su Iglesia (cf. Mt 16,18).
Pedro representa el ministerio visible de unidad: el Papa como sucesor de Pedro es el signo de la unidad de la Iglesia universal.
Su vida nos enseña la humildad: cayó, negó al Señor, lloró amargamente, pero fue perdonado y fortalecido.
En Pedro vemos al pastor que ama y guía, a pesar de sus debilidades.
Pedro nos recuerda que la Iglesia no es una comunidad perfecta, sino una familia sostenida por la misericordia y por la fidelidad de Cristo.
Simón Pedro, el pescador de Galilea, fue llamado por Jesús desde las redes para ser “pescador de hombres”. Hombre impulsivo y sencillo, fue elegido por Cristo para ser roca sobre la cual edificaría su Iglesia (cf. Mt 16,18).
Pedro representa el ministerio visible de unidad: el Papa como sucesor de Pedro es el signo de la unidad de la Iglesia universal.
Su vida nos enseña la humildad: cayó, negó al Señor, lloró amargamente, pero fue perdonado y fortalecido.
En Pedro vemos al pastor que ama y guía, a pesar de sus debilidades.
Pedro nos recuerda que la Iglesia no es una comunidad perfecta, sino una familia sostenida por la misericordia y por la fidelidad de Cristo.
San Pablo: fuego misionero incansable
Pablo de Tarso, perseguidor de los cristianos, se convirtió en el gran apóstol de los gentiles. Su encuentro con Cristo resucitado lo transformó radicalmente, convirtiéndolo en un misionero incansable.
Pablo representa la Iglesia en salida, que no se conforma con quedarse dentro de las paredes de los templos.
Fue el teólogo apasionado, el predicador incansable, el hombre que supo adaptar el mensaje de Cristo a cada cultura sin perder su esencia.
Su vida nos enseña el coraje para anunciar el Evangelio, incluso en medio de persecuciones y rechazos.
Pablo nos recuerda que la Iglesia debe anunciar a Cristo al mundo entero, sin miedo y sin descanso.
Dos hombres, una misma misión
Pedro y Pablo eran diferentes:
Pedro
Pablo de Tarso, perseguidor de los cristianos, se convirtió en el gran apóstol de los gentiles. Su encuentro con Cristo resucitado lo transformó radicalmente, convirtiéndolo en un misionero incansable.
Pablo representa la Iglesia en salida, que no se conforma con quedarse dentro de las paredes de los templos.
Fue el teólogo apasionado, el predicador incansable, el hombre que supo adaptar el mensaje de Cristo a cada cultura sin perder su esencia.
Su vida nos enseña el coraje para anunciar el Evangelio, incluso en medio de persecuciones y rechazos.
Pablo nos recuerda que la Iglesia debe anunciar a Cristo al mundo entero, sin miedo y sin descanso.
Dos hombres, una misma misión
Pedro y Pablo eran diferentes:
Pedro
- Hombre sencillo, pescador.
- Pastor visible de la Iglesia.
- Testigo de la Resurrección.
- Símbolo de unidad.
Pablo
- Intelectual, fariseo.
- Apóstol de las naciones.
- Converso del camino de Damasco.
- Símbolo del ardor misionero.
Pero en Cristo, ambos se encontraron y se complementaron. La Iglesia de hoy necesita de ambos perfiles:
La firmeza de Pedro: en la doctrina, en la unidad, en la comunión con el Papa.
El fuego de Pablo: el deseo de salir al mundo, de anunciar a todos el mensaje de salvación.
La firmeza de Pedro: en la doctrina, en la unidad, en la comunión con el Papa.
El fuego de Pablo: el deseo de salir al mundo, de anunciar a todos el mensaje de salvación.
¿Cuál es la misión de la Iglesia hoy?
La misión de la Iglesia no ha cambiado:
La misión de la Iglesia no ha cambiado:
“Vayan por todo el mundo y anuncien el Evangelio a toda criatura.” (Mc 16,15)
A ejemplo de Pedro y Pablo, la Iglesia está llamada a:
- Anunciar a Cristo con valentía, sin temor a la cultura actual.
- Ser testigo de unidad, sin caer en divisiones ni rupturas internas.
- Cuidar la fe auténtica, pero sin encerrarse en sí misma.
- Salir al encuentro del necesitado, llevando esperanza, consuelo y luz.
“Prefiero una Iglesia accidentada por salir a las periferias, que enferma por encerrarse en sí misma.”
Nuestra misión personal
Cada bautizado participa de la misión de la Iglesia. Hoy, tú y yo estamos llamados a ser Pedro y Pablo:
Como Pedro, debemos amar la Iglesia, fortalecer la fe de los hermanos, vivir en unidad.Como Pablo, debemos ser testigos valientes, anunciadores del Evangelio en nuestras familias, trabajos y ambientes.
En tu vida cotidiana, puedes ser misionero:
- Con una palabra de esperanza.
- Con una oración por el necesitado.
- Con tu testimonio de fe coherente.
- Con tu ayuda concreta al hermano pobre.
San Pedro y San Pablo te invitan a despertar:
- No tengas miedo de anunciar a Cristo.
- No tengas miedo de defender la fe.
- No tengas miedo de amar a la Iglesia.
“¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!” (1 Cor 9,16)
sacerdote eterno
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