FRASES PARA SACERDOTES

"TODO LO QUE EL SACERDOTE VISTE, TIENE UNA BATALLA ESPIRITUAL". De: Marino Restrepo.

Una misa de campaña en medio de las bombas


Al césar lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Así como este Santo sacerdote quiero decir que primero sirvamos a Dios y después, a los hombres.

CÓMO OFRECER PEQUEÑOS SACRIFICIOS DIARIOS POR AMOR

El valor espiritual de lo ordinario



La vida cristiana no se construye únicamente con grandes gestas o decisiones heroicas, sino que encuentra su verdadera riqueza en el día a día, en los gestos sencillos hechos por amor. Esta es una verdad profunda que atraviesa la enseñanza de Jesús, el testimonio de los santos y la espiritualidad católica a lo largo de los siglos. Ofrecer pequeños sacrificios diarios es un modo concreto de vivir nuestra fe, de unirnos a Cristo crucificado y de participar activamente en la obra de la redención.

1. ¿Qué es un sacrificio ofrecido por amor?

Un sacrificio, en el sentido espiritual, no se limita al sufrimiento físico o a renuncias dramáticas. Se trata más bien de una ofrenda del corazón. Es renunciar a algo legítimo —como el descanso, una palabra que nos gustaría decir, una comida que deseamos— para entregarlo a Dios con amor. Es elegir la paciencia cuando se nos hace difícil, el silencio cuando nos gustaría responder, la generosidad cuando nos cuesta compartir.

Como dice san Josemaría Escrivá:

El amor se prueba con obras, y no con frases o palabras. Y los sacrificios, aunque sean pequeños, si son constantes, edifican la santidad.

2. La teología de la pequeña ofrenda

Dios no mide las ofrendas por su tamaño, sino por el amor con que se hacen. Jesús lo enseñó claramente cuando alabó a la viuda que dio unas pocas monedas en el templo, porque “dio todo lo que tenía” (cf. Lc 21,1-4). Esta actitud del corazón transforma lo pequeño en algo grande a los ojos de Dios.

Santa Teresita del Niño Jesús, doctora de la Iglesia, desarrolló la llamada “pequeña vía”:

No puedo hacer grandes cosas, pero las pequeñas las haré con un gran amor.

3. ¿Qué tipo de sacrificios se pueden ofrecer?

Levantarse con prontitud y alegría, aun cuando el cuerpo reclame dormir más.

Escuchar con atención a alguien que necesita ser oído, aunque uno tenga prisa.

Guardar silencio ante una injusticia o una provocación, confiando en Dios.

Ofrecer las contrariedades del día —el tráfico, el calor, el cansancio— como un acto de amor.

Renunciar a un capricho o a una compra innecesaria y destinar ese dinero a alguien que lo necesite.

Estas acciones, tan cotidianas como discretas, se convierten en oración si las ofrecemos con fe. En palabras del Papa Francisco:

El amor de Dios es concreto, y lo concreto es lo pequeño. Dios actúa en lo pequeño, y por eso la santidad está también en los pequeños gestos de cada día.

4. Unir nuestros sacrificios a la Cruz de Cristo

Toda ofrenda cristiana encuentra su sentido más pleno cuando se une al sacrificio de Cristo. Así como Él entregó su vida por amor, nosotros, en lo cotidiano, podemos unir nuestras pequeñas renuncias a su Cruz y participar de su amor redentor.

San Pablo nos exhorta:

Les exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a que presenten sus cuerpos como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios; este es el culto espiritual que deben ofrecer” (Rm 12,1).

5. ¿Por quién podemos ofrecerlos?

Por nuestros familiares, especialmente aquellos alejados de la fe.

Por la paz en el mundo.

Por las almas del purgatorio.

Por los sacerdotes, misioneros y consagrados.

Por los que sufren en silencio o están solos.

Por nuestros propios pecados y los del mundo entero.

Cada sacrificio ofrecido con amor puede ser como una gota en el océano de la misericordia de Dios.

6. La alegría del que ama

Quien ofrece su vida a diario por amor no se amarga ni se entristece. Por el contrario, descubre una alegría profunda: la de vivir unido a Cristo, la de transformar cada instante en oración, la de saber que su vida tiene un propósito eterno.

San Juan Pablo II decía:

El sufrimiento, iluminado por la fe, se convierte en una fuente de amor, redención y alegría espiritual.


El amor transforma lo ordinario en extraordinario

En un mundo que busca constantemente lo espectacular, el Evangelio nos invita a la santidad de lo escondido, a ofrecer lo pequeño con amor grande. Los pequeños sacrificios son como flores que adornan el altar de nuestra vida cristiana.

Pidamos a la Virgen María, que supo ofrecer con humildad cada momento de su vida a Dios, que nos enseñe también a hacer de cada día una ofrenda.

Oración

Señor Jesús, enséñame a ofrecerte mis pequeñas cruces diarias con amor, sin queja, sin orgullo, sin buscar recompensa. Que aprenda a amar en lo pequeño y así unirme cada día más a Ti. Que mi vida, aun en lo oculto, sea una ofrenda viva, santa y agradable al Padre. Amén.

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