EL SACERDOTE: EL HOMBRE QUE REZA
Jesús ha sido hombre de oración, y sin embargo El no tenía necesidad de ir al Padre para tener luz o para obtener Gracias, puesto que todo lo poseía plenamente en Sí por la unión que tenía de la Divinidad con la Humanidad. El inocente, Dios, no necesitaba nada, Señor del Cielo y de la Tierra ha sido el modelo de oración. Toda su vida fluye en medio del amor y de la oración. "Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como Yo he hecho con vosotros" (Jn 13, 15).
La oración es el hilo conductor que te tiene unido a Jesús y a la Virgen. Si es hilo finísimo o es una cuerda muy gruesa: esto depende del tipo de oración que haces. Si rezas poco estás unido con un hilo muy fino; si rezas mucho estás unido a Jesús con una cuerda gruesa y nadie te podrá sacar del Corazón de Jesús. Si tu jornada transcurre en unión continua con Jesús y María ya no estás unido con la cuerda, sino estás transformado en Ellos. En la oración elevas la mente a Dios para agradecerle, adorarle, alabarle y hablarle. Te pones en diálogo con la Palabra; te llenas de su Espíritu; te dejas transformar por su Amor.
Elevas la mente a El para conocerlo siempre más como Padre bueno y Misericordioso y tener una relación confidencial, precisamente como tiene que ser entre un padre y un hijo que se aman intensamente. Cada vez que elevas la mente hacia El, tú piensas, amas y actúas como El. Si tú que eres Sacerdote no rezas, ¿quién rezará?
Si no estás unido a Jesús a través de la oración ¿de qué manera piensas unirte a El? ¿Con las actividades sociales, con los encuentros espirituales o las peregrinaciones? Todo esto viene después de la oración, ¡porque sin la oración las obras son exclusivamente humanas! Al igual que "por el fruto se conoce al árbol" (Mt 12, 33). Así de tus obras y de tus palabras se conoce tu VIDA INTERIOR y tu espiritualidad.
La oración es como el fundamento o la base de un inmenso rascacielos. Para que el rascacielos sea firme, hace falta bases fuertes, que lo sostengan .
Enrique Bordeaux ha escrito:
"Oh Sacerdote: Tú eres un hombre, pero no eres de los hombres.
Tienes que vivir como Angel, pero tienes que permanecer entre los hombres.
Para amar a Dios tienes que amar a los hombres.
Por ti Dios se volvió Hombre y el hombre se vuelve Dios.
Sin tí, Dios permanece Dios y el hombre permanece hombre.
Si tú perdonas, Dios está obligado a perdonar.
Tú das vida donde antes había muerte.
Tú, pobre, indefenso, inútil, pequeño hombre, eres el puente más extraño y más bello que existe en el mundo, con un brazo apegado a la tierra y un brazo orientado hacia el infinito. Esto ere tú, oh Sacerdote"
El Sacerdote es pues el hombre mas buscado y mas incomprendido, y cuando no reza o reza poco por los muchos compromisos pastorales que lo absorben, actúa más como hombre débil que como hombre de Dios. Es la oración la que transforma el alma, al igual que la Ordenación Sacerdotal ha grabado ese carácter indeleble, que te ha hecho sagrado. ¿Por qué tiene que orar el Sacerdote? Y yo pregunto: ¿por qué tiene que respirar una persona? ¿Podría estar con vida si no respira? No,será necesario poco tiempo para dejar de vivir. La oración es para el Sacerdote como la respiración para las personas, son dos cosas indispensables; porque sin oración se muere espiritualmente y se lleva a la muerte a muchísimas otras almas; sin respirar se muere corporalmente. Toda persona tiene que orar, pero el Sacerdote tiene que ser el hombre que reza.
El Sacerdote que no reza o reza poco, es como una persona que está agonizando: se vuelve apático, negligente y ensimismado, sin fuerzas para reaccionar frente al mal, porque el corazón está latiendo los últimos golpes y la respiración está dejando al cuerpo. Así es el Sacerdote que no permanece cada día delante del Santísimo Sacramento en humilde y devota oración. ¿Qué puede hacerte más grande Sacerdote si no es ponerte en oración y adorar a Jesús, hablar con Dios y decirle a El de todo y de todos? No tengo respuestas, o mejor dicho, el dolor de mi corazón me prohibe escribirlo. ¿Y qué dolor sentirá el tiernísimo Corazón Divino de Jesús, que se conmovía hasta llegar a llorar cuando veía a las personas privadas de buenos guías "y eran como ovejas sin Pastor" (Mc 6, 34)?
¿Qué entiendo yo por orar? Dejo que responda el Maestro, Aquel que es: "Hay que orar siempre sin desfallecer" (Lc 18, 1). Aquí Jesús hablaba en general, esto es, para todos aquellos que lo siguen. ¿Pero cuánto más estas palabras están dirigidas a los Sacerdotes, que tienen la tarea de conducir las almas hacia la salvación?
Es verdad, por varias razones no se logra orar bien. ¿Pero se ha permanecido allí, donde antes se oraba con facilidad? No lograr orar bien no significa que hay que abandonara la oración. Hay que tratar de buscar con atención la causa de la tibieza. San Juan de La Cruz sostiene que la mayoría de las veces proviene de los apetitos voluntarios (deseos carnales). El afirma que los apetitos voluntarios "cansan al alma y la angustian; la atormentan y la afligen; la oscurecen y la ciegan; la ensucian y la manchan; la debilitan y la entibian". Y añade que el alma para alcanzar la unión con Dios, tiene que estar privada de todos los apetitos, por más mínimos que sean. Por lo tanto, la mayoría de las veces el fervor no hay, porque el alma se encuentra en una especie de agonía espiritual.
No hay que orar solamente cuando se es movido por el fervor interior, sino cuando se está en la aridez. Ciertamente, quien se encuentra muy avanzado en el camino del Espíritu, podrá tener unas arideces espirituales provocados directamente por Dios, y son arideces benditas. Pero cuando se conoce que la causa proviene de la tibieza, enfermedad o pecados, se deberá hacer actos interiores de fe en estas circunstancias, como comienzo de la oración, para poner en movimiento el corazón, y así amar a Aquel que es el Amor.
Récese así:
"JESUS YO TE AMO, YO CREO EN TI, MI DIOS Y MI TODO. ESTOY SEGURO QUE AHORA ME VES Y ME ESCUCHAS, A PESAR DE QUE YO PIENSE TAN POCO EN TI. ATRAE MI CORAZON HACIA TI, CAMBIALO Y HAZLO PURO Y BUENO. TE OFREZCO MIS DEBILIDADES, LAS FRAGILIDADES, EL DESCUIDO, PERO TU TENME SIEMPRE EN TU CORAZON, DAME TU AMOR Y TU GRACIA. HAZ QUE YO TE SIENTA EN MI ALMA. AYUDAME A DESPOJARME DE TODAS LAS MISERIAS HUMANAS, PARA QUE MI CORAZON SEA SOLAMENTE TUYO, MI BIEN Y MI AMOR. FACILITA MI ENCUENTRO CONTIGO. VEN A MI, DAME TU ESPIRITU. TENGO NECESIDAD DE TI PORQUE SIN TI ESTOY LLENO DE MI, Y ESTOY VACIO DE TU AMOR DIVINO·".
La mayoría de las veces, la oración es descuidada porque el alma está perturbada, inquiera y angustiada. ¿Cómo es que acontece esto? Cuando el alma se pon e en contacto con la brea, se queda sucia y fea. La brea son los pecados mortales, pero también los pecados veniales en las almas espirituales. Con el pecado mortal el alma pierde la Gracia, la serenidad y el gozo. Procura remover la tierra que se encuentra bajo las aguas de un lago muy limpio, y verás que el agua perderá transparencia y se convertirá en barro. Cundo se cometen pecados, el alma es privada de su Dios, está como muerta espiritualmente y no tiene fuerza o deseo de orar. ¿Permanecer delante del Santísimo Sacramento en adoración? Es un milagro en esas condiciones. Solamente quien es dueño de sí mismo y tiene fuerte voluntad, logra permanecer en fuerte oración cuando no hay disposición para orar. Por esto, el camino hacia la unión transformadora en Dios pasa por las purificaciones activas y pasivas. Mientras el alma es más purificada, más estará unida a Jesús y la oración fluirá con mucha facilidad. De este modo, toda la jornada se convertirá en oración ininterrumpida. para que se dé esto hace falta una cosa: EL DESEO.
Querer llenarse de Dios, vivir para dar máxima gloria a Dios, aspirar a una santidad insuperable, negarse a sí mismo y sacrificarse para quitar del corazón todos los intereses terrenales y ser libres para volar hacia arriba, llevados siempre por el Espíritu Santo.
Además del deseo, hace falta fortificar la oración, abrir el corazón a Jesús, ser sencillos como El porque El conoce ya todo, aun antes de que uno lo mencione. Tener fe inmensa en Él, confiar ciegamente en el, que es Dios y Señor ´Todopoderoso; permanecer en su Corazón, que es descanso y gozo difícil de imaginar, porque Jesús es la Bondad infinita y su Amor Misericordioso quiere salvar a todos. Tener la seguridad de la ayuda de Jesús y orar con la convicción de conseguir todo lo que se pide. No puede faltar esta seguridad en quien reza (que es fe pura) porque de otra manera el tiempo de espera para conseguir Gracias podría ser muy largo. Jesús ha prometido estar muy atento a las oraciones que se le dirigen: "Todo lo que pedís con fe en vuestra oración lo obtendréis" (Mt 21, 22); "Si pedís algo a mi Padre en mi Nombre, Él os lo dará" (Jn 16, 23). Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los Cielos" (Mt 18, 19); "Por vuestra falta de fe; porque os aseguro, si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: desplázate allá, y se desplazará, y nada os será imposible" (Mt 17, 20); "¨Todo es posible para quien cree" (Mc 9, 23); "Por eso os digo, todo cuanto pidáis en le oración, creed que ya lo habéis recibido y lo obtendréis si tenéis fe" (Mc 11, 24); "Por eso Yo os digo: Pedid y se os dará, buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe; el que busca halla; y al que llama, se le abrirá" (Lc 11, 9-10).
¡El poder de la oración! Esta es la clave para conseguirlo todo. Pero sucede que a veces se pide muchas Gracias sin orar suficientemente. ¿Quién tiene que enseñar con el ejemplo y las palabras a orar? El Sacerdote. Pero es sobre todo el Sacerdote quien tiene que pedir continuamente Gracias para aquellos que son confiados a él. El Sacerdote cada día tiene que orar para ser perseverante y santificarse, por los fieles y todas las necesidades del mundo. Es el nuevo Moisés, y como él tiene que permanecer con los brazos elevados e invocar ayudas y Gracias para los fieles, para aquellos que guían y por el mundo entero.
Quiero transcribir un hermosísimo episodio bíblico, en le que la fe y la dulce insistencia de Moisés hicieron renunciar a Dios de su propósito de castigar a los israelitas, porque lo habían traicionado: "¿Por qué, Señor, ha de encenderse tu ira contra tu pueblo, el que Tú sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y mano fuerte? ¿Van a poder decir los egipcios: por malicia los ha sacado, para matarlos en las montañas y para exterminarlos de la faz de la tierra? Abandona el ardor de tu cólera y renuncia a lanzar el mal contra tu pueblo. Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Jacob, siervos tuyos, a los cuales juraste por Ti mismo: Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo; toda esta tierra que os tengo prometida, la daré a vuestros descendientes, y ellos la poseerán como herencia para siempre. Y el Señor renunció a lanzar el castigo que había amenazado dar a su pueblo" (Ex 32, 11-14). El pueblo merecía un fuerte castigo porque hacía lo contrario de lo que Dios pedía, y por esto era merecedor del castigo. Eran las palabras humildes de Moisés y su corazón puro quien detuvo el castigo que merecían los judíos. Y dios en otra situación semejante dijo a Moisés: "Haré esto que me acabas de pedir, pues has hallado Gracia a mis ojos, y Yo te conozco por tu nombre" (Ex 33, 17). Era suficiente que Moisés orara para que Dios renunciara a castigar al pueblo pecador.
¿Y Abraham, el otro mediador que trató de encontrar solamente a diez justos en una ciudad para que Dios no la castigara? En efecto, si tan solo hubiera habido diez justos, Dios hubiese perdonado a la ciudad de Sodoma y Gomorra aceptando la propuesta de Abraham. "Tampoco haría destrucción, en consideración de los diez" (Gn 18, 32). Pero no había dicha cantidad de justos...
Dios no castiga si no que perdona a los malos por consideración hacia su siervo y fiel amigo. "Y ahora tomad siete becerros y siete carneros, presentaos a mi siervo Job y ofrecedlos en holocausto por vosotros. Mi siervo Job intercederá por vosotros" (Job 42, 8).
¿Y cuántas veces Dios ha perdonado y perdona a los pecadores por consideración a un alma víctima que sufre, se sacrifica y expía por los demás? Ahora: ¿cuanto más podrá el Sacerdote que es semejante a Jesús? EL PODER DEL SACERDOTE ES TAN ILIMITADO, que ninguna mente humana puede comprenderlo. Pero si el Sacerdote no reza y no habla con Dios al igual que Moisés; no tiene la fe de Abraham y nada puede obtener; y no es justo como Job y no anula las culpas de los enemigos; ¡nada, absolutamente nada vale delante de Dios su vida! Es una afirmación muy fuerte, pero es la verdad, porque se consigue solamente si uno se lo merece, de otra manera Dios no concede. LAS ALMAS SE COMPRAN Y LAS GRACIAS SE ARRANCAN.
El científico Enrique Medi, devoto e hijo espiritual del Padre Pío de Pietrelcina, en una conferencia que tenía por título: "Esta es nuestra Fe", ha dicho sin medios términos, el 11 de febrero de 1970 en Prato: "Todos nosotros queremos ver ante todo al Sacerdote santo, al Sacerdote sabio, al Sacerdote sencillo, al Sacerdote crucificado cada día por el amor a las almas y por el ardor de los corazones. Sacerdote, tú eres nuestra fe, tú eres nuestra luz, ay si la llama se apaga, ay si la sal de la tierra pierde su sabor. El Sacerdote es el joven de Dios, El Sacerdote es el astronauta de Dios.
Acuérdate oh siervo de Dios, que tú no eres como los demás. El día en el cual el Espíritu Santo ha grabado sobre ti un carácter eterno has dejado de ser un hombre común. Tú, Sacerdote de Dios que tienes que llevar por el camino de la salvación a los hombres, piensa en tus infinitas responsabilidades.
Si tú, Sacerdote, eres santo, eres grande, eres humilde, eres sacrificado, mueres cada día consumido por el Amor del Divino Espíritu y por el encanto de María, la juventud se salvará.
Se habla de muchas cosas desde los púlpitos durante la Misa, de muchas cosas que a nosotros no nos interesan nada. Siempre problemas sociales, los ricos, los pobres, pero todos somos tan inmensamente pobres, estamos todos inmensamente afligidos, todos estamos privados de Ti, oh Padre nuestro que estás en los Cielos.
Nosotros queremos una riqueza, Sacerdote: tu corazón, tu amor, tu fe, tu Iglesia, tu crucifijo, tu Rosario, queremos la oración, QUEREMOS QUE NOS HABLES DE DIOS. El mundo hoy va hacia la ruina, a la masacre, hacia la muerte, porque al negar a Dios ha perdido la esperanza de la vida. De esto tenemos necesidad nosotros. HABLANOS DE DIOS".
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