Padre, de todos los beneficios que
Jesús nos adquirió con sus sufrimientos,
el mayor de todos es que tú seas mi Padre.
Dios mío, fuente de toda vida y fuente de
mi vida, creo que eres mi Padre y que soy
tu hijo. Creo que tú me amas con un amor
sin límites y que por amor me has atraído a ti.
Yo creo, Padre, pero fortalece mi fe,
mi esperanza y mi amor!
Padre, cuando la tormenta entenebrece
mi alma y acongoja mi corazón, tanto
más siento la urgencia de decirte:
yo creo, Padre, en tu amor para conmigo!
Creo que de noche y de día velas por
mi y que ni siquiera un cabello de mi
cabeza se perdería, si tu no lo permites.
Creo que eres infinitamente sabio y
que conoces mejor que yo cuanto me conviene.
Creo que eres infinitamente poderoso y que
del mal puedes sacar bienes.
Creo que eres infinitamente bueno y que
haces que todo ceda en bien de los que te aman.
Yo creo, Padre, pero aumenta mi fe,
mi esperanza y mi amor!
Enséñame a descubrir tu amor
de Padre a través de todas las personas y cosas que encuentre en mi vida.
Enséñame a dejarme conducir por
tu incomparable providencia,
como un hijo que en la noche
sujeta la mano de su padre.
Creo, Padre, pero aumenta mi fe,
mi esperanza y mi amor.
Amén, así es y así será…
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