FRASES PARA SACERDOTES

"TODO LO QUE EL SACERDOTE VISTE, TIENE UNA BATALLA ESPIRITUAL". De: Marino Restrepo.

Una misa de campaña en medio de las bombas


Al césar lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Así como este Santo sacerdote quiero decir que primero sirvamos a Dios y después, a los hombres.

SANGRE PRECIOSA, SANGRE DE MI VIDA




En el pueblo de Antón, en la provincia de Coclé, Panamá, se alza una devoción profundamente arraigada: el Cristo de Esquipulas, conocido entre los antoneros como "El Santo Cristo". Frente a esta imagen sagrada, los fieles encuentran consuelo, esperanza y un espacio para la introspección espiritual. La frase: “Sangre preciosa, sangre de mi vida, purifica mi alma de toda malicia”, resuena como un eco de la fe y el fervor que caracteriza a quienes se acercan al Señor Crucificado en este lugar.

La Sangre Preciosa de Cristo: Fuente de Redención

En la tradición cristiana, la sangre de Cristo simboliza el sacrificio redentor de Jesús, quien ofreció su vida para la salvación de la humanidad. Es una sangre que no solo limpia los pecados, sino que transforma al creyente, purificándolo de toda malicia y renovando su espíritu. Al contemplar al Cristo Crucificado de Esquipulas, los devotos son invitados a reflexionar sobre la profundidad de ese sacrificio y a reconocer en Él una fuente inagotable de misericordia.

El llamado es claro: permitir que esa sangre preciosa no solo redima nuestros errores, sino que sane las heridas de nuestra alma y nos impulse a vivir en santidad. En un mundo lleno de distracciones y desafíos, la sangre de Cristo se convierte en un refugio para quienes buscan paz y reconciliación.

Jesús de Esquipulas en Antón: Un Tesoro de Fe y Esperanza

Foto: redes sociales 2025
La historia del Cristo de Esquipulas en Antón está cargada de misticismo y devoción. Se dice que la imagen llegó al pueblo hace siglos, y según la leyenda, su peso aumentó milagrosamente, impidiendo que fuese trasladada a otro lugar. Desde entonces, el Cristo de Esquipulas ha sido venerado con una fe inquebrantable, convirtiéndose en un símbolo de unidad y consuelo espiritual para la comunidad.

Cada año, el 15 de enero, miles de peregrinos se congregan para celebrar su festividad. En estas fechas, el pueblo de Antón se llena de procesiones, oraciones y actos de fe que reflejan el profundo amor por esta imagen. La figura de Cristo, tallada en un estilo que captura tanto su sufrimiento como su majestad, invita a los fieles a meditar sobre el misterio de la cruz y a renovar su compromiso de vivir como discípulos suyos.

Reflexión: La Sangre que Limpia y Transforma

Ante el Cristo de Esquipulas, es inevitable recordar el poder transformador de la sangre de Cristo. La frase “Sangre preciosa, sangre de mi vida, purifica mi alma de toda malicia” cobra un significado aún más profundo frente a la imagen. Este acto de purificación no solo nos reconcilia con Dios, sino que nos impulsa a vivir como instrumentos de su amor y paz.

La invitación es clara: permitir que la sangre de Cristo purifique no solo nuestras acciones, sino también nuestras intenciones y pensamientos. Ser seguidores de Cristo implica dejar atrás las actitudes que nos alejan de Él y abrazar una vida de servicio, humildad y fe.

 Una Devoción que Transforma

La veneración al Cristo de Esquipulas en Antón no es solo una tradición, sino un recordatorio del poder transformador de la fe. Su imagen, tallada con devoción y reverencia, continúa siendo un faro de esperanza para todos aquellos que buscan purificar su alma y renovar su espíritu.

“Sangre preciosa, sangre de mi vida, purifica mi alma de toda malicia” no es solo una frase, sino una súplica que nos invita a abrazar la redención que Cristo nos ofrece y a vivir con la certeza de que, en Él, siempre encontramos consuelo, paz y esperanza.


Oración al Cristo de Esquipulas por la Purificación del Alma

Oh Jesús de Esquipulas,
ante ti me arrodillo, lleno de gratitud y reverencia.
Sangre preciosa, que brota de tus llagas,
purifica mi alma de toda malicia.
Haz que mi corazón sea digno de tu amor,
que mis manos trabajen siempre para el bien,
y que mis palabras reflejen la verdad de tu Evangelio.

Señor Crucificado,
en ti confío mi vida, mis alegrías y mis penas.
Sigue siendo mi refugio en tiempos de prueba,
mi consuelo en la aflicción y mi guía en cada decisión.
Que tu sacrificio me inspire a vivir con valentía,
como testigo fiel de tu amor infinito.

Amén.

SONETO AL CRISTO DE ESQUIPULAS DE ANTÓN



No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.



Este soneto nos invita a reflexionar sobre el amor puro y desinteresado hacia Dios, movido únicamente por su sacrificio y su amor infinito. Es una profunda meditación sobre el amor verdadero, aquel que no busca recompensa ni temor, sino que se da por completo al contemplar la entrega de Cristo en la cruz.

El soneto nos recuerda que nuestra relación con Dios no debe depender de las recompensas del cielo ni del miedo al castigo del infierno. La verdadera devoción y amor por Dios deberían surgir de una profunda admiración por su sacrificio, por el dolor de su crucifixión y por la entrega total que Cristo hizo por nosotros. Este amor no se basa en intereses personales o en lo que se pueda obtener, sino en una respuesta sincera al amor inmenso que Dios nos ha mostrado.

El soneto también resalta que el amor de Dios debe ser tan grande y profundo que, incluso si no hubiera cielo para esperar o infierno para temer, seguiríamos amando a Dios con la misma intensidad. Este es el amor que se contempla en la cruz, donde Cristo, clavado y humillado, nos ofrece la máxima expresión de su amor.

Al celebrar las novenas en honor al Santo Cristo de Esquipulas de Antón, un pueblo de nuestro querido Panamá, este soneto se convierte en una invitación a vivir una fe auténtica, libre de intereses materiales, donde el amor hacia Cristo es una respuesta pura y total a su sacrificio, que nos conmueve hasta lo más profundo del ser.

Oración:

Señor, en tu cruz encontramos el verdadero amor, un amor que no espera nada a cambio, que se entrega por completo. Te pedimos que nos concedas la gracia de amarte como Tú nos has amado, sin esperar recompensa alguna, sino solo por el amor que Tú nos das cada día. Haz que, al contemplar tu sacrificio, nuestro amor por Ti sea más profundo y sincero, movido por tu dolor y tu entrega por nosotros. Que este amor nos inspire a vivir nuestra fe con generosidad, humildad y gratitud. Amén.

EL HOMBRE DEBERÍA TEMBLAR

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San Francisco de Asís