EL SACERDOTE, HIJO PREDILECTO DE MARÍA.
La Virgen ha hablado de los Sacerdotes a un Sacerdote para que se difunda en el mundo la devoción a la Reina, Corredentora y Abogada del mundo. A ti te ha dirigido y a todos los Sacerdotes-sus hijos predilectos-estas palabras, que tienen sabor de Cielo: "Cada día que pasa te quiero siempre más unido a mi Corazón, lejos de los acontecimientos humanos, que mucho trastorna al mundo y perturban a mi Iglesia, para estar solamente conmigo. Te quiero en oración junto a mí. Camina en la sencillez y en el total abandono: Jamás se perturbe tu corazón. Tienes que permanecer siempre pobre, sencillo, humilde; tienes que sentirte como mi niño, el más pequeño. Yo estaré contigo, no temas. Déjate guiar por mí, permanece siempre en mi Corazón.
Entrégame todas las dificultades que encuentras, todos los dolores y los abandonos que experimentas. Nada consuela tanto ami Corazón Inmaculado y Adolorido como un sufrimiento que por amor me es ofrecido por parte de mis hijos Sacerdotes. Jesús también ha querido ofrecer al Padre todos sus sufrimientos junto conmigo. Es así que, ofreciendo a mi Hijo libremente al Padre, he llegado a ser la verdadera CORREDENTORA.
Que estos hijos míos me ofrezcan todos los sufrimientos, todas las incomprensiones, y todas sus dificultades. Es el mejor regalo que pueden hacerme, porque de esta manera me permiten realizar en este tiempo vuestro, la tarea de Madre y de Corredentora. Salvaré a muchas almas redimidas por Jesús y ahora muy alejadas, porque mis hijos, conmigo, pagarán por ellas...".
"Estos son momentos muy importantes y graves que exigen de parte de mis Sacerdotes mucha, mucha oración. La oración de mis Sacerdotes es necesaria para la salvación del mundo.
Permaneced unidos en la oración. Así vosotros dais fuerza a mi maternal obra de intercesión y de reparación; suplicad al Padre y al Hijo el Don del Espíritu Santo que dulcemente transformará toda vuestra vida; sed de gran ayuda a muchos de vuestros hermanos e hijos predilectos míos, a los que ¨Satanás especialmente hoy acecha, hiere y engaña. Permaneced unidos en la hermandad.
Creced siempre más en el amor entre vosotros. Superad las insidias de mi adversario que trata de llevaros a la división, poniendo obstáculos a vuestra comprensión fraternal y a vuestra mutua caridad, que yo quiero que sea vivida por vosotros de una manera perfecta.
Por esto os invito a la pequeñez, a la humildad, a la docilidad, a la sencillez. Sed mis apóstoles, difundid por doquier la única Luz de Cristo.
Que la Santa Misa sea celebrada bien, que sea vivida por mis Sacerdotes. La Liturgia de las Horas tiene que ser para vosotros un llamado para consagrarme cada momento de vuestra jornada.
El Rosario tiene que ser un momento de conversación conmigo: oh, tenéis que habladme y escuchadme, porque yo os hablo dulcemente, como hace la mamá con sus niños. Pero también cada acción de vuestra jornada puede convertirse en oración. Esto acontece cuando dejáis gritar al Espíritu en vosotros, que hoy también gime con gemidos indecibles, invocando a Dios como Padre, Buscad al Padre, llamadlo Papito, queredlo como Papá de vosotros y de todos mis hijos.
Debéis ser pequeños para llegar a ser dóciles instrumentos para mi plan y para atraer sobre vosotros la complacencia de mi Hijo Jesús. ¡CUANTO OS AMA JESÚS, hijos míos predilectos! Os ama precisamente porque queréis ser pequeños, pobres, sencillos, humildes. Debéis ser pequeños para enfrentar a Satanás que logra seducir por el orgullo y la soberbia. Os pido que correspondáis a mi acción con vuestra docilidad interior y exterior.
¡Cuántos de vosotros huís y abandonáis mi Iglesia! Unos dejan a la Iglesia para seguir al mundo; otros permanecen en la Iglesia, y por agradar al mundo la abandonan con el alma y con el corazón.
La Iglesia no es amada por parte de muchos de vosotros. El Vicario de mi Hijo se encuentra en un abandono que cada vez se hace más grande.
Los Obispos unidos con el Papa sienten en el alma la espina de esta soledad: Son siempre más criticados, cuestionados y abandonados por sus Sacerdotes.
SACERDOTES, HIJOS PREDILECTOS. ¿POR QUE TRAICIONÁIS TODAVIA? ¿POR QUE TODAVIA PERSISTIS EN VUESTRA TRAICIÓN? ¡POR QUE NO VOLVEIS? Con la consagración a mi Corazón Inmaculado, me habéis confiado vuestro Sacerdocio. Lo habéis puesto a mi cuidado.
Debéis dejaros formar por mí. Os quiero humildes, silenciosos, recogidos, ardientes de amor hacia Jesús y las almas. Solamente así llegareis a ser grandes ante mis ojos. Os quiero llenos de confianza, abandonados a mí, sin preocupaciones humanas. Os quiero mortificados en los sentidos, perseverantes en la oración, reunidos alrededor de Jesús Eucaristía, como lámparas vivientes de amor. Os quiero siempre más puros; así vosotros finalmente me podréis ver. Me veréis con los ojos del alma, si cerráis los ojos del cuerpo a la vanidad de este mundo".
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