FRASES PARA SACERDOTES

"Cuando rezamos el Santo Rosario y nos unimos a María, estamos viviendo lo que es la familia porque cuando los hijos se reúnen con La Madre y juntos le oran a Dios, es la familia orando unida". DE: Marino Restrepo.
Papa Francisco a los sacerdotes que llevan "doble vida"

MAGISTERIO SOBRE EL CELIBATO: Celibato y Magisterio: Intervenciones de los Padres en el Sínodos de los Obispos de 1990

Sínodo de los Obispos de 1990. Estudio introductorio


-Continuación-


VOTOS DE LOS PARTICIPANTES EN EL SÍNODO

 
...


Mons. Juan Sandoval Iñiguez,
Obispo coadjutor de Ciudad Juárez (México)
 
Se suele decir que antes del Vaticano II los sacerdotes eran espiritualmente sólidos, pero un poco alienados del mundo. Hoy, en cambio, son sacerdotes en el mundo, algunas veces hasta demasiado, que sin embargo tienen poca consistencia espiritual: carencia del sentido del misterio, de espíritu de oración, de dedicación a algunos ministerios, y encuentran dificultad en la obediencia -prefieren el diálogo- y en la fidelidad al celibato.
 
 
 
 
Mons. Luis Gabriel Romero Franco,
Obispo de Facatativá (Colombia)
 
Formación a la madurez afectiva y sexual para el celibato
 
Esta dimensión del proceso de maduración de la persona no puede ser descuidada. La juventud presenta serios problemas al respecto, debido al ambiente en el cual vive, pornografía, permisivismo moral, relativismo, desvalorización de la mujer y superficialidad de sus relaciones. Por esto, la dirección espiritual deberá tener muy en cuenta la afectividad y sexualidad de quien es dirigido. Sólo un equilibrio de estos aspectos puede garantizar la realización de una existencia consagrada al celibato.
 
Junto con la formación afectiva y sexual debe ser también impartida la formación para el celibato sacerdotal. El aspirante debe conocer la naturaleza, el valor, las implicaciones y las razones teológicas y espirituales del mismo. El dirigido debe llegar a asumirlo con libertad, gozo, responsabilidad y fe en Dios.
 
 
 
 
Mons. Benedict Mar Gregorius Thangalathil,
Arzobispo metropolitano de Trivandrum
 
Sobre la práctica del celibato en la Iglesia malankar quisiera decir lo siguiente: cuando nuestra comunidad fue constituida en el seno de la Iglesia católica, el Sumo Pontífice Pío XI le concedió la opción de elegir o no el celibato obligatorio de los sacerdotes. El ilustrísimo metropolita Mar Ivanios eligió de hecho el celibato obligatorio para el futuro. Todos están persuadidos de que fue una decisión muy sabia. La fuerza y el progreso de la Iglesia malankar deben mucho a esta saludable disposición.
 
Obispos del Viet-nam
 
Los sacerdotes son muy estimados en la sociedad vietnamita. Un día, un miembro del gobierno me dijo: "Sólo gracias a la vida célibe los sacerdotes son dignos de ser llamados "maestros"".
 
En cierta oportunidad un sacerdote murió en un incidente callejero. Los fieles no solicitaron ninguna compensación. Aceptaron que quien había causado el incidente diese los pasos necesarios para que el obispo recibiese el permiso de ordenar para ellos a un nuevo sacerdote.
 
En ocasión de los funerales del cardenal Can de Hanoi un número considerable de fieles que llegaron de todas partes unos días antes, no habiendo lugar suficiente para ser alojados, tuvieron que pasar la noche entre la multitud al aire abierto, bajo la lluvia. Ellos se quedaron para esperar la hora de la misa.
 
En general, los vietnamitas tienen un gran sentimiento religioso. Respetan invariablemente a los religiosos de todas las confesiones. Los católicos del Viet-nam, en particular, son practicantes, respetan a los sacerdotes y tienen fe en ellos, sobre todo debido al celibato.

 
 
 
Cardenal Albert Decourtray,
Arzobispo de Lyon, presidente de la Conferencia de los obispos de Francia
 
 Una reforma que desarrolle las condiciones que permitan a los futuros sacerdotes célibes de sexo masculino vivir una relación cada vez más auténtica con las mujeres.
 
Una constatación preliminar: los responsables de la formación de los sacerdotes, es decir, ante todo los obispos y las instituciones de formación, en su mayor parte no han sacado todavía verdaderamente las consecuencias del redescubrimiento contemporáneo de carácter radical y ontológico acerca de la relación entre los sexos y de aquello que esta relación implica para un celibato bien vivido y un ministerio bien ejercicio.
 
Aquello [la propuesta de llamar mujeres a tomar parte en la formación de los futuros presbíteros] sería válido para una sana y fructuosa relación entre hombres y mujeres en la vida cotidiana, que permitiría un crecimiento en la castidad positiva y gozosa, fruto y manifestación del amor de quienes eligen el celibato por el reino.
 
 
 
 
Mons. Milandou
Obispo de Kinkala, delegado de la Conferencia Episcopal del Congo
 
Las exigencias del celibato y de la vida evangélica son tenidas en gran estima, pero a muchos les parecen irrealizables y algunos plantean la discusión del nexo entre celibato y sacerdocio en la Iglesia latina.
 
 
 
 
Mons. Tulio Manuel Chirivella,
Arzobispo de Barquisimeto, relator de la Conferencia Episcopal Venezolana
 
Los medios explicados por Pablo VI para vivir con fidelidad y gozo el celibato sacerdotal pueden ser la respuesta que se extienda a los consejos evangélicos:
 
a) una intensa vida espiritual, que mantenga viva en el corazón del sacerdote la intimidad con Cristo;
b) una dedicación entusiasta e infatigable al propio ministerio que le haga sentir el placer de su paternidad espiritual;
c) una verdadera fraternidad y amistad sacerdotal que lo libere de las tentaciones de la soledad y le sea estímulo continuo para permanecer fiel (Sacerdotalis coelibatus, nn. 75-60). 
 
 
 
 
Mons. Raúl H. Scarrone C.,
Obispo de Florida, relator de la Conferencia Episcopal del Uruguay
 
Consideramos necesario y urgente alentar los esfuerzos para una eficaz inculturación de la virtud del celibato en los llamados al sacerdocio, para que alcanzando una madurez humana y afectiva puedan lograr la unidad de todas las dimensiones de la existencia humana.



Mons. Nicolás Heinmerle,
Relator del círculo menor de lengua alemana
 
La identidad del sacerdote no es egocéntrica, sino radica en una relación viva: relación con Jesucristo que lo envía, con los hombres a los cuales es enviado, con la Iglesia en la cual se realiza su llamada, con el pueblo de Dios y sobre todo con sus hermanos sacerdotes en torno al obispo, con los cuales él cumple la única llamada de Jesucristo. Este entrelazamiento de relaciones crea el espacio en el cual él, como sacerdote, vive y respira. El sacerdocio común de todos los creyentes y en particular el servicio sacerdotal transmitido a través del sacramento de la consagración devuelve uno al otro.
 
El celibato sacerdotal junto a los otros consejos evangélicos de .."pobreza" y "obediencia" puede entenderse y vivirse aún hoy como signo del amor indiviso de Cristo a su Iglesia. Sin embargo, para ello hace falta una firme dirección y un acompañamiento humano y espiritual sólido.
 
 
 
 
Mons. Derek Worlock,
Arzobispo de Liverpool, Gran Bretaña, relator del círculo menor de lengua inglesa B
 
El grupo ha afirmado, por unanimidad, el celibato sacerdotal. Su valor de signo tiene aún hoy gran importancia. El carisma del celibato se ha de entender en relación con la castidad. Es un don de Dios que debe ser elegido libremente y que tiene una coherencia intrínseca con el sacerdocio.
 
La formación humana es vital para que el futuro sacerdote pueda estar preparado para mantener su vocación en el contexto de las relaciones y en consideración de las presiones que provienen de la sociedad. Con respecto a la formación intelectual se les ha de motivar al estudio. Hay que poner énfasis en el estudio de la filosofía y en una formación teológica en armonía con el magisterio y con elevados criterios académicos. La formación pastoral no consiste sólo en una experiencia pastoral, sino también en un aprendizaje de técnicas pastorales y en una adquisición de actitudes pastorales, que surgen de un crecimiento teológico y espiritual.
 
La formación para el sacerdocio es un proceso que dura toda la vida. Deberían dedicarse iguales recursos a la formación después de la ordenación, de modo que los sacerdotes puedan seguir madurando mediante la reflexión, la oración y el estudio. Podría ser necesario crear centros regionales en los que laicos y religiosos podrían contribuir. Los períodos de transición requieren una atención particular. Los obispos deberían participar también con los sacerdotes en la formación permanente.
 
 
 
 
Padre Anthony McSweeney,
Superior general de los Sacerdotes del Santísimo Sacramento, relator del círculo menor de lengua inglesa  A
 
Una espiritualidad sacerdotal es esencialmente relacional. El sacerdote de hoy no puede sentirse lejano de su pueblo ni por la conciencia de su estado ni por un sentido de superioridad. En una Iglesia de "comunión" el sacerdote debe tener la capacidad de manifestar la naturaleza esencialmente comunitaria de la salvación. El candidato al sacerdocio debe, por tanto, vivir su experiencia de fe no sólo en el interior de la comunidad del seminario, sino también con los laicos, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos.
 
Este aspecto de la vida cristiana encuentra su manifestación más clara cuando el sacerdote preside la mesa eucarística. Por motivaciones litúrgicas y bíblicas los seminaristas deben comprender y actualizar el concepto de que la eucaristía es centro y fuente de la vida y de la unidad del pueblo cristiano.
 
La donación de sí por parte de Jesús en la eucaristía es el modelo para la vida sacerdotal de servicio y de autodonación. Tal conocimiento exige una meditación constante obre el misterio de la eucaristía.
 
La formación inicial debe hacer al candidato capaz de encontrar a Dios en las mil incumbencias de la jornada del sacerdote y en aquellos aspectos de la programación pastoral, con frecuencia dolorosos y enervantes, que implican disponibilidad a la constatación y a la crítica.
 
No se trata únicamente de elementos para un buen ménagement; se trata, en cambio, de formas concretas de amor y ascetismo sacerdotal.
 
 
 
 
Padre Pedro Cherghel,
Relator del círculo menor latino
 
En relación a la cuestión quinta, los padres afirman que en sus países el pueblo de Dios desea que el sacerdote católico sea célibe. Tal afirmación fue hecha también por los padres de rito oriental de la India, porque sus ritos tienen una disciplina célibe para todos sus sacerdotes. Los fieles comprenden el sentido de donación total contenido en el celibato. Los que vienen de la Europa oriental aseguran que en sus naciones los sacerdotes ortodoxos están cada vez más inclinados a abrazar el celibato: y esto es todavía más usual entre los jóvenes candidatos al sacerdocio greco-católico. La experiencia vivida en tiempos de persecución ha demostrado que entre los sacerdotes casados las dificultades han sido mucho más graves, inclusive en relación a la confesión de la fe (temor por la suerte futura de la esposa y de los hijos) que entre los sacerdotes célibes.
 
Sólo entre aquellos que no tienen fe se cree en la imposibilidad del celibato. Al ayudar a los candidatos a observar bien el celibato en la vida, se observaba que las mayores dificultades provienen más del campo afectivo que del de la sexualidad en sí mismo. Hay que promover por esto una sana fraternidad sacerdotal y la compañía del sacerdote con la madre y las hermanas. Pero se habla de medios psicológicos para obtener el equilibrio. Los padres de la India indicaban la utilidad del llamado "Yoga" en cuanto es un ejercicio físico (prescindiendo de su filosofía). En otros países se hace un ejercicio físico o gimnástico distinto. Es útil una ocupación en la cual sea secundado también el sentido del arte.
 
Pero la ayuda principal hay que buscarla en el campo espiritual. La vida de sacrificio durante el tiempo de persecución ayudó mucho, en aquel entonces, a superar todas las otras dificultades. Eso demuestra el valor permanente de la cruz. Se debe asimismo vigilar con interés la intimidad con Cristo en la Eucaristía. En el coloquio con él se debe favorecer la relación en la cual el sacerdote dona el corazón, íntegro e indiviso.


 
 
Padre Stanislao Szymecki,
Relator del círculo menor eslavo
 
Sobre esta materia existen muchos documentos de la Iglesia de diversa importancia, los cuales hablan también con respeto de las Iglesias orientales y de su sacerdocio sin celibato.
 
A nosotros nos parece, sin embargo, que toda la educación a la castidad y al celibato debe tener su inicio en la caridad. La caridad, en efecto, nos une a Dios y se extiende a todas las relaciones entre personas.
 
Toda persona humana tiene necesidad de comunicarse con los otros, pero estos "otros" no necesariamente son del sexo opuesto. La necesidad de comunicarse se realiza magníficamente en la unión con Dios y a esta unión él traslada también las relaciones con los otros, especialmente con el propio obispo, con los hermanos en el sacerdocio y con todos los fieles que tienen necesidad del ministerio del sacerdote.
 
La vida sacerdotal en el celibato seguirá siendo siempre un combate interior, que avanza gradualmente por medio de una conversión necesaria y que hay que renovar continuamente. Los hermanos en el sacerdocio que en este combate han desertado de alguna manera son y siguen siendo nuestros hermanos y nosotros debemos ayudarles de manera adecuada.
 
 
 
Mons. Lorenzo Monsengwo Pasinya,
Relator del círculo menor de lengua francesa B.
 
Educación para el celibato
 
Una civilización en crisis
 
La educación a la castidad en el celibato es una tarea siempre muy difícil como consecuencia de los rápidos cambios de la sociedad global. De una parte la cultura actual hace resaltar a la vista las conveniencias sociales -llamadas tabú cosa que somete al hombre a un determinismo que las violencias de antaño le evitaban al individuo. De otra parte la cultura contemporánea ha deshumanizado la sexualidad, que se convierte en un producto más de consumo entre los otros. La fuerza de ciertos "media", especialmente audivisuales, impresionan fuertemente la psicología de muchos jóvenes.
 
Discernimiento necesario
 
Es por tanto necesario verificar si los candidatos son aptos y tienen efectivamente el carisma del celibato. En este discernimiento hay que evitar toda lentitud en decidir y orientar -cuanto antes posible- hacia un camino distinto a los candidatos que no dan garantías suficientes en esta materia. En caso de duda persistente mandar de nuevo a su casa al candidato es siempre preferible a una llamada al sacerdocio cuyo futuro es incierto. En este campo el recurso prudente a personas profundamente cristianas y competentes en ciencias humanas puede ayudar en el discernimiento.
 
Noción teológica y valor profético
 
La educación a la castidad en el celibato comenzará con una formación doctrinal exacta, principalmente en aquello que concierne a la novedad del celibato por el reino y su valor de testimonio. El celibato por el reino quiere dar a entender que el matrimonio no es la última realidad. En la economía instaurada por Cristo y su Evangelio es necesario que algunas personas renuncien al matrimonio, para mostrar a aquellos que legítimamente se casan que el matrimonio es una llamada a la santidad, un sacramento, esto es, una vía de comunicación con Dios, una vía que conduce al reino escatológico, donde "no se toma mujer ni marido" (Mt. 22, 30; cfr. 1 Cor. 7,29-31).
 
De manera similar el celibato por el reino de los cielos comporta un testimonio profético por el hecho de que constituye una solidaridad con los que, por razones diversas, no han podido ver realizado su proyecto de fecundidad y de florecimiento en el matrimonio. Con el celibato por el reino, el sacerdote, como Cristo, renuncia a un proyecto de fecundidad y de floración en el matrimonio.
 
Este valor profético del celibato se hace tanto más importante hoy en que la sociedad está en crisis de moralidad. Es en este mundo donde Cristo nos manda testimoniar un orden teológico y moral que se ha hecho heroico. Se trata de demostrar que no obstante la debilidad del hombre, este se niega a abandonar el Evangelio y quiere permanecer fiel a Jesucristo para la salvación y el verdadero renuevo del hombre en la sociedad.
 
Un don de Dios
 
Por otro lado es necesario hacer comprender a los jóvenes que el celibato por el reino, lejos de ser una conquista personal voluntaria, depende del orden de la gracia y del don de Dios, el cual no se consigue sino esforzándose en responder el amor con el amor. El celibato es una forma de amor total por Cristo y por los hombres, capaz de llenar un corazón humano.
 
Medios pedagógicos
 
La educación a la castidad en el celibato recurrirá a un conjunto de medios pedagógicos convergentes. oración, ascesis "clásica" (custodia de los ojos, custodia de los sentidos), mortificación interior, dirección espiritual, ejemplo cautivante de sacerdote plasmado en el celibato, apoyo de los "fuertes"" a los débiles, humildad y modestia.
 
Se buscará crear en las casas de formación sacerdotal un clima de serenidad y de paz: el celibato sacerdotal no se vive en la obsesión, sino en una actitud de fe en la gracia de Dios. Por esto la vida del celibato por el reino no significa hacerse cargo de obligaciones sino pedir al Señor purificar constantemente nuestro amor.

 
 
Cardenal Camillo Ruini,
Relator del círculo menor de lengua italiana
 
Respecto a la castidad y al celibato sacerdotal, el círculo menor de lengua italiana se ha pronunciado de manera unánime -a excepción de la perplejidad de uno de sus miembros en cuanto a la hipótesis de los viri probati - por el pleno mantenimiento del celibato sacerdotal en la Iglesia latina, reteniendo que esto constituye una fuerza fundamental y un testimonio espiritual especialmente precioso en nuestro tiempo, en el que el clima de permisivismo moral hace más difícil a los fieles la percepción de los valores del reino. Las dificultades que existen, también en el terreno de la homosexualidad y sobre todo en algunas áreas geográficas, son afrontadas sin incertezas, a la luz de este dato fundamental. Además hay que subrayar que por la gracia del Señor muchísimos sacerdotes viven ejemplarmente su celibato.
 
Puesto que en el Sínodo se han manifestado y se han unido a la opinión pública algunas voces diversas a propósito de los viri probati, el círculo menor de lengua italiana considera necesario que el Sínodo, al final del mensaje o texto conclusivo de los trabajos, reafirme en términos clarísimos, aunque breves, el pleno mantenimiento del celibato sacerdotal (ofreciendo las motivaciones sustanciales); toda inseguridad al respecto sería, en efecto, gravemente dañina para los sacerdotes y para el pueblo de Dios.
 
Esta afirmación sea hecha en tales términos que no lesione de manera alguna la estima por el clero casado de las Iglesias católicas de rito oriental; al respecto no parece feliz la expresión non posse separari contenida en la Relatio post disceptationem (p. 25); es preferible inspirarse para la formulación en el n. 16 de la Presbyterum ordinis o en otra equivalente.
 
Para la formación a la castidad y por consiguiente a la auténtica comprensión y práctica fiel del celibato, como don de Dios para el sacerdote y para la Iglesia, que hace espiritualmente libre y fecundo a quien lo recibe, ha sido reclamada la necesidad de una seria comprobación previa de las aptitudes de los candidatos, recurriendo también a la ayuda de psicólogos. Los candidatos, ante todo, deben ser informados sin reticencias de aquello que se les exige para el sacerdocio.
 
Son fundamentales la oración y la ascesis y una profunda comprensión teológica del significado del celibato sacerdotal y más ampliamente de los consejos evangélicos. Efectivamente, para vivir auténticamente el celibato el corazón del sacerdote debe estar lleno de amor por la Iglesia, a la cual él, representando sacramentalmente a Cristo esposo, está unido por el vínculo esponsal (también por esto son dañinas e inaceptables aquellas presentaciones de la Iglesia que ponen a la luz unilateralmente los aspectos negativos). Sólo el compromiso pleno en el seguimiento de Cristo y la dedicación apostólica al propio ministerio pueden dar sentido y vigor al celibato. Con tal fin es muy importante que en el candidato al sacerdocio madure un verdadero sentido de responsabilidad en las confrontaciones con la comunidad cristiana. La vida comunitaria y la dirección espiritual son de gran ayuda en la práctica del celibato.
 
En toda la pastoral, en particular en la juvenil, y específicamente en la formación de los sacerdotes, es además indispensable retornar una fuerte educación a la castidad. A los candidatos al sacerdocio se les debe pedir una verificación seria y prolongada de su capacidad de vivir el celibato antes de la admisión a las órdenes: parece oportuno que los obispos proporcionen indicaciones claras y criterios al respecto, para que sean fielmente aplicados por los rectores o por los padres espirituales.
 
Para hacer frente a las dificultades se revela particularmente importante la diligencia de los obispos en su relación personal con los sacerdotes y la apertura fraterna con otros sacerdotes. De esta manera será posible intuir y prevenir las dificultades, lo que siempre será el camino más fácil para superarlas.
 
Respecto a las personas de los hermanos que han abandonado el sacerdocio hay que tener una actitud de gran bondad y atención, evitando, sin embargo, todo gesto público que pueda ser instrumentalizado por las asociaciones que reúnen a una parte de aquellos, para fines contrarios al bien y a las orientaciones de la Iglesia.
 
 
 
Mons. J. Lafontant,
Relator del círculo menor de lengua francesa C.
 
Los sacerdotes de la Nueva Alianza son llamados a una vida evangélica como son llamados los Apóstoles al seguimiento de Jesucristo, íntegramente dedicado al Padre para la salvación de los hombres: ellos están llamados a vivir la obediencia, el espíritu de pobreza para su misión, y la castidad en el celibato consagrado por el reino. "Administradores de los misterios de Dios" están invitados a la comunión del misterio pascual del Señor, que ellos anuncian y celebran en su ministerio.
 
 
 
Mons. Luciano Daloz,
Relator del círculo menor de lengua francesa A.
 
Los representantes de las Iglesias orientales nos recuerdan que, en algunos ritos de la Iglesia católica, los presbíteros casados están llamados a la santidad sacerdotal precisamente de la misma manera como están llamados los célibes. El Concilio Vaticano II ha afirmado claramente el sentido del celibato sacerdotal (PO, n.16) y sus múltiples conveniencias con el sacerdocio.
 
Los seminaristas deben conocer bien estos textos al igual que la Encíclica Sacerdotalis coelibatus. Es necesario ayudar a los seminaristas y a los sacerdotes a vivir este celibato: con el equilibrio de sus vidas, el apoyo de las comunidades cristianas, la vida fraterna entre los sacerdotes y con el obispo, cuya responsabilidad es importante en este campo, dadas las dificultades e incertidumbres.
 
 
 
Mons. Alfonso Cabezas Aristizabal,
Relator del círculo menor español- portugués B.
 
El sacerdote actuará como reflejo de la Paternidad de Dios, siendo para sus hermanos verdadero padre.
 
A la luz de esta identidad se comprenden las virtudes del sacerdote: se comprende la obediencia, como hombre de la comunión; se comprende su celibato, como amor con corazón indiviso a Dios y a la Iglesia; se comprende la pobreza como restitución de todos los bienes creados al bien supremo de Dios y de su reino.

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